La circuncisión es una
intervención quirúrgica sencilla por medio de la cual se extrae total o
parcialmente el prepucio, que es la porción del pene que recubre al glande. Se
cree que la principal función del prepucio es la de proteger al glande de
factores lesivos externos y también para mantenerlo constantemente lubricado
para así facilitar el apareamiento y, en definitiva, la reproducción. Sin
embargo, al paso de los tiempos, el uso de ropaje y el control del
comportamiento sexual hicieron que el prepucio fuera visto como un repliegue
redundante, sin utilidad, e incluso fuente de problemas. La práctica de la
circuncisión ha estado ligada históricamente a distintas razones tanto médicas
como higiénicas, religiosas, étnicas, culturales o sociales desde los albores
de nuestra civilización hasta nuestros días. Sus indicaciones han ido
variando a través del tiempo con el fin de favorecer o perturbar las relaciones
sexuales, como ritual de sacrificio de sumisión o fertilidad a los dioses, como
marca de identificación tribal, como paso de la adolescencia a la edad adulta,
como signo de riqueza y prestigio social, como recordatorio de una determinada
casta social, como un ritual de fertilidad para obtener buenas cosechas, como
una forma de control social ejercido por una autoridad, como test de
resistencia, como ritual de humillación y marca de los enemigos, como concepto
de reencarnación, para aliviar ciertas conductas anómalas sexuales y, más
tarde, como parte de una estrategia contra la masturbación, como prevención
para varios tipos de enfermedades, como un objetivo global e individual de
higiene, para tratamiento de patologías locales del pene y como profilaxis
contra infecciones de trasmisión sexual y el cáncer de pene.
Su práctica se remonta ya a la época prehistórica. Se tienen abundantes testimonios de su realización en civilizaciones orientales desde muy antiguo. Parece que pueblos semíticos la realizaban hace más de 6000 años, posteriormente seguidos por los egipcios, para extenderse más tarde entre los pueblos hebreos, fenicios, sirios, cristianos, árabes y africanos. Según estimaciones actuales de la OMS cerca de un 30 % de los hombres de todo el mundo están circuncidados, la mayoría desde la infancia, lo que representa unos 670 millones de personas. De este número, un 68% profesa el islamismo, menos de un 1% el judaísmo y un 13% son americanos que no siguen ninguna de estas confesiones religiosas. Las regiones donde es más prevalente corresponden a los países musulmanes, Israel, Oriente Medio, Asia Central, Corea del Sur, EE. UU. y partes del sudeste de Asia y en África. En los países occidentales se realiza generalmente por razones de indicación médica y no por ritos religiosos. No obstante, existen distintos criterios de indicación, dependiendo de cada país, variando desde un 5 %-6 % en el Reino Unido hasta un 60 % en EE. UU. Desde hace varias décadas se ha discutido mucho sobre la oportunidad de realizar en los países avanzados la circuncisión durante el periodo neonatal, predominando la tendencia actual de ir reduciendo progresivamente el número de casos.