Isabel Zendal Gómez fue
reconocida por la Organización Mundial de la Salud en el año 1950 como la
primera enfermera de la historia en misión internacional por su decisiva
participación en la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna (REFV) contra la
viruela en los territorios españoles de Ultramar, también conocida como
Expedición Balmis en referencia al médico que la impulsó y la dirigió,
Francisco Xavier Balmis Berenguer. La viruela fue una grave enfermedad
infecciosa responsable de las mayores pandemias que ha sufrido la humanidad a
lo largo de la historia y causante de una elevada mortalidad. El descubrimiento
de una eficaz vacuna por Edward Jenner, a finales del siglo XVIII, elaborada a
partir del virus bovino y de comportamiento clínico más benigno que la variante
humana, supuso un avance de considerables proporciones en la historia de la
medicina. En España, la vacuna se introdujo y distribuyó muy tempranamente. La
Corona española, también preocupada por los brotes que frecuentemente afectaban
a sus territorios ultramarinos, decide extender las campañas de vacunación por
el entonces vasto imperio español en América y Filipinas. Después de la
consulta al Consejo de Indias, el rey Carlos IV promulga el 6 de junio de 1803
la aprobación de este programa de vacunación de carácter universal, sin distinción
de razas ni condición social, y con financiación a cargo de fondos públicos.
Este proyecto se ha considerado como la primera misión de salud pública a
escala internacional realizada en la historia y supuso un hito extraordinario
en beneficio de la humanidad. Por el papel realizado en esta misión, muchos
autores consideran a Isabel Zendal como la primera enfermera de la historia de
la medicina hispana, en el concepto moderno del término.
A Isabel Zendal se le
encomendó la tarea del cuidado y la protección, tanto en mar como en tierra, de
los niños expedicionarios que portaban el virus vivo de la viruela vacuna que
era inoculado por el método “brazo a brazo” de forma secuencial y progresiva de
un niño a otro a modo de cadena humana para conseguir la preservación del virus
y poder así garantizar su eficacia en el proceso de vacunación. La misión
expedicionaria de Isabel tuvo una duración de casi 4 años y comprendió dos
derroteros diferenciados. El primero comprende su salida desde A Coruña el 30
de noviembre de 1803 con llegada a Ciudad de México el 9 de agosto del año
siguiente. En esta ciudad permanecerá en el Real Hospicio de Pobres al cuidado
de los veintiún niños españoles expedicionarios, con edades comprendidas entre
dos y nueve años. Un segundo derrotero tiene como partida Acapulco el 7 de
febrero de 1805 en dirección a Manila donde llega el 15 de abril del mismo año.
Al igual de lo ocurrido en México, Isabel se instaló en el Hospicio de Manila y
allí también se encargó del cuidado de los veintiséis niños mexicanos
participantes en la expedición, con edades entre cuatro y nueve años, a
excepción de un niño que tenía 14 años. Después de más de dos años en el
archipiélago filipino, la expedición retorna a Acapulco donde llegan el 14 de
agosto de 1807. A pesar de las divisiones que se produjeron en la comitiva
expedicionaria a lo largo del tiempo, Isabel siempre formara parte del grupo
dirigido por Balmis. El precipitado regreso de éste a España desde Filipinas en
septiembre de 1805, por razones de enfermedad, motivará que Isabel quede bajo
la dirección delegada de Gutiérrez Robredo hasta su retorno a Nueva España.