domingo, 12 de marzo de 2023

Isabel Zendal Gómez: Primera enfermera de la historia en misión internacional. Su papel en la Expedición Balmis para extender la vacuna contra la viruela en los territorios españoles de Ultramar

Expedición Balmis
    Isabel Zendal Gómez fue reconocida por la Organización Mundial de la Salud en el año 1950 como la primera enfermera de la historia en misión internacional por su decisiva participación en la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna (REFV) contra la viruela en los territorios españoles de Ultramar, también conocida como Expedición Balmis en referencia al médico que la impulsó y la dirigió, Francisco Xavier Balmis Berenguer. La viruela fue una grave enfermedad infecciosa responsable de las mayores pandemias que ha sufrido la humanidad a lo largo de la historia y causante de una elevada mortalidad. El descubrimiento de una eficaz vacuna por Edward Jenner, a finales del siglo XVIII, elaborada a partir del virus bovino y de comportamiento clínico más benigno que la variante humana, supuso un avance de considerables proporciones en la historia de la medicina. En España, la vacuna se introdujo y distribuyó muy tempranamente. La Corona española, también preocupada por los brotes que frecuentemente afectaban a sus territorios ultramarinos, decide extender las campañas de vacunación por el entonces vasto imperio español en América y Filipinas. Después de la consulta al Consejo de Indias, el rey Carlos IV promulga el 6 de junio de 1803 la aprobación de este programa de vacunación de carácter universal, sin distinción de razas ni condición social, y con financiación a cargo de fondos públicos. Este proyecto se ha considerado como la primera misión de salud pública a escala internacional realizada en la historia y supuso un hito extraordinario en beneficio de la humanidad. Por el papel realizado en esta misión, muchos autores consideran a Isabel Zendal como la primera enfermera de la historia de la medicina hispana, en el concepto moderno del término.

    A Isabel Zendal se le encomendó la tarea del cuidado y la protección, tanto en mar como en tierra, de los niños expedicionarios que portaban el virus vivo de la viruela vacuna que era inoculado por el método “brazo a brazo” de forma secuencial y progresiva de un niño a otro a modo de cadena humana para conseguir la preservación del virus y poder así garantizar su eficacia en el proceso de vacunación. La misión expedicionaria de Isabel tuvo una duración de casi 4 años y comprendió dos derroteros diferenciados. El primero comprende su salida desde A Coruña el 30 de noviembre de 1803 con llegada a Ciudad de México el 9 de agosto del año siguiente. En esta ciudad permanecerá en el Real Hospicio de Pobres al cuidado de los veintiún niños españoles expedicionarios, con edades comprendidas entre dos y nueve años. Un segundo derrotero tiene como partida Acapulco el 7 de febrero de 1805 en dirección a Manila donde llega el 15 de abril del mismo año. Al igual de lo ocurrido en México, Isabel se instaló en el Hospicio de Manila y allí también se encargó del cuidado de los veintiséis niños mexicanos participantes en la expedición, con edades entre cuatro y nueve años, a excepción de un niño que tenía 14 años. Después de más de dos años en el archipiélago filipino, la expedición retorna a Acapulco donde llegan el 14 de agosto de 1807. A pesar de las divisiones que se produjeron en la comitiva expedicionaria a lo largo del tiempo, Isabel siempre formara parte del grupo dirigido por Balmis. El precipitado regreso de éste a España desde Filipinas en septiembre de 1805, por razones de enfermedad, motivará que Isabel quede bajo la dirección delegada de Gutiérrez Robredo hasta su retorno a Nueva España.

    Isabel Zendal contribuyó decisivamente para lograr el éxito de esta difícil misión por su buen hacer y experiencia en el cuidado de los niños vacuníferos, que suponían un punto crítico y determinante para mantener viable el virus vacuno inoculado en sus brazos portadores. Los retos que se planteaban en la expedición, con viajes agotadores y de larga duración, no fueron obstáculo para que Isabel cumpliese debidamente con sus obligaciones sin desfallecer ni mostrar debilidad alguna. Con su incorporación a la REFV no perseguía la gloria ni ningún otro honor sino simplemente el poder mejorar su condición económica y social, esperando tener un mejor futuro, pero también con el atractivo añadido de poder contribuir al bien común. Sin embargo, a pesar de su valiosa aportación a tal tamaña empresa, Isabel nunca había tenido el reconocimiento debido quedando relegada, en la mayoría de los casos, a jugar un papel secundario en los documentos referidos a la expedición. En tiempos más recientes afortunadamente se está corrigiendo esta situación y ahora existe una tendencia a valorar muy positivamente su contribución para conseguir el éxito final de esta excelsa misión humanitaria. El interés actual por su figura ha posibilitado rescatar muchos datos relativos a su biografía y trayectoria vital, que no eran conocidos hasta hace bien poco, empezando por aclarar el lugar y año de su nacimiento e incluso cuales eran sus verdaderos apellidos pues han sido recogidas hasta treinta y cinco versiones distintas en varios documentos referidos a su persona.


Expedición Balmis

Isabel Zendal Gómez. Imagen idealizada según grabado de Ramón Palmeral (2018)


 
Primeros años en su parroquia natal y posterior traslado a A Coruña

    Gracias al trabajo de investigación realizado por los periodistas Antonio López Mariño y Joaquín Pedrido ha podido ser desvelada recientemente su verdadera identidad y muchos datos sobre su infancia y juventud. Isabel nació posiblemente en el año 1771 en la aldea de A Agrela, perteneciente a la parroquia de Santa Mariña de Parada en el municipio de Ordes de la provincia de A Coruña, que por aquel entonces formaba parte de la jurisdicción de Folgoso, bajo el señorío del conde de Altamira. Es un lugar a medio camino entre A Coruña y Santiago de Compostela, distante a unos 42 Km de la capital herculina, que ocupaba apenas unas 53 casas habitadas con unos 252 vecinos en total. Fue la segunda en nacer de nueve hermanos, tres de los cuales no consiguieron superar el primer año de vida. Era hija de una familia de labradores humildes de paupérrima condición que no tenían propiedad de tierras de labranza. Su padre, Jacobo Zendal, procedía de la parroquia de Santa Cruz de Montaos, y su madre, Ignacia Gómez, de la misma parroquia de Santa Mariña de Parada; ambas situadas en el municipio de Ordes. Con toda probabilidad, Isabel no llegó a tener ninguna formación académica durante su infancia por la necesidad que los campesinos pobres de aquel entonces tenían en ocuparse tempranamente de las tareas agrarias y la atención de animales para sostén de la economía familiar. Además, por su condición de mujer tenía que implicarse activamente en el cuidado de sus hermanos menores y en las labores propiamente domésticas de la casa. Prueba de su posible analfabetismo lo constata el hecho de no saber estampar su firma en un documento del año 1811, cuando ya contaba con 40 años de edad. Se tiene constancia de la presencia de Isabel en su parroquia natal el 19 de agosto de 1781 -entonces tenía unos 10 años- con ocasión de su asistencia al acto de confirmación sacramental oficiado por el obispo auxiliar de Santiago, Juan Varela Fondevila, en compañía de sus padres y hermanos Juan, María y Francisca.


Expedición Balmis

Aldea de A Agrela en la parroquia natal de Isabel Zendal de Santa Mariña de Parada (Ordes, A Coruña)

    En 1788 su madre falleció. La precaria situación en la que queda su familia pudiera ser el motivo por el que Isabel, con 17 años de edad, decida trasladarse a A Coruña para buscar un mejor porvenir. Otras dos hermanas, María Antonia y Francisca, también seguirán el mismo camino. En un censo de vecinos realizado en A Coruña en el año 1794 figura Isabel Zendal integrada como criada en el domicilio de Gerónimo Hijosa en la calle Real número 36, contando con 23 años de edad. Hijosa era en aquel momento posiblemente el comerciante más rico de la ciudad como lo demuestra el amplio séquito de servicio doméstico que poseía. No se sabe en qué momento entró Isabel como sirvienta en esta casa ni cuánto tiempo permaneció en la misma, aunque por el acta bautismal del nacimiento de su hijo, en julio de 1796, ya no figuraba domiciliada en la demarcación de la parroquia a la que pertenecía la casa de Hijosa por lo que se deduce que ya no prestaba servicios en esa casa. Efectivamente su hijo Benito había nacido el 31 de julio de ese año siendo criado por Isabel como madre soltera, condición que no le supuso ningún obstáculo para aprovechar sus oportunidades laborales.


Expedición Balmis

Memorial del Sacramento de Confirmación (fragmento) de la familia Zendal Gómez oficiado por el obispo Juan Varela en 1781 en la parroquia de Santa Mariña de Parada, lo que confirma la presencia de Isabel en su localidad natal en esta fecha cuando contaba con 10 años de edad. Archivo Histórico Diocesano de Santiago de Compostela


    Gerónimo Hijosa, que además era comisario honorario de Guerra y prior del Real Consultado, era también el mayor patrocinador privado del Hospital de Caridad de A Coruña, un centro benéfico que había sido fundado en 1791 por la filántropa coruñesa Teresa Herrera y que dirigía y gestionaba la Congregación de los Dolores con sede en la iglesia de San Nicolás. El 26 de mayo de 1973 comienza a funcionar la Casa de Expósitos como una sección más, junto con el Hospital para Pobres y el Cuarto de Partos Secretos. El 24 de marzo de 1800 Isabel es contratada como rectora del orfanato de este hospital, cuando contaba con 28 años de edad, en sustitución de Luisa López. No se tiene conocimiento documental de que Isabel tuviera algún tipo de relación laboral previa con esta institución, pero cabe constatar que su hermana María Antonia ingresó en este hospital como paciente hasta en cinco ocasiones, la primera en el mes de agosto de 1796, lo que puede inducir a pensar en una posible mediación de Isabel para facilitar estos ingresos hospitalarios, ya como trabajadora de la entidad benéfica. Su otra hermana Francisca también ingresó en el mismo Hospital de Caridad en junio de 1803, un tiempo en el que ya está ejerciendo Isabel como rectora en la Casa de Expósitos. También se ha especulado de que su antiguo patrono Gerónimo Hijosa hubiese intercedido para avalar su contratación en el hospicio, conocedor de su valía y adecuación para el desempeño de tal función, pero la Congregación nunca la hubiese aceptado sin contar con informes favorables de otros vecinos y del párroco del centro. Para acceder al cargo de rectora se exigía ser una mujer de honradez e integridad moral manifiesta pero también con capacidad demostrada para el cuidado de estos niños, siendo irrelevante la condición social de la elegida, y parece que Isabel cumplía sobradamente con estos requisitos como el mismo presidente de la Junta de Gobierno del hospital reconoce cuando afirma que “en la habitación de estos expósitos ay una muger de probidad con el nombre de Rectora a cuio cuidado está el vestirlos, desnudarlos, peinarlos, hazerles la comida, distribuírsela y tiene dos ayudantas para subsidiarla en estas labores”.


Expedición Balmis

Censo de vecinos de A Coruña en 1794 (fragmento) que sitúa a Isabel Zendal con 23 años integrada como criada en el domicilio del rico comerciante Gerónimo Hijosa en la calle Real número 36. Archivo Municipal de A Coruña


    Desde el primer momento de ser nombrada rectora, Isabel destaca por su competencia en el manejo de los niños. Según las normas del orfanato, como rectora era la responsable del buen orden, régimen y método que debía observarse en las salas donde residían los expósitos y en el cumplimiento de lo que prescribiesen los facultativos para aquellos niños aquejados de alguna enfermedad. Se encargaba de distribuir las tres comidas diarias, el cuidado de la salud y de la higiene y el mantenimiento del vestuario de los niños proporcionándoles seguridad y bienestar en todo momento. Ocasionalmente, también auxiliaba a la tornera en la acogida de los neonatos expuestos al torno realizando el primer aseo, la vestimenta y el cuidado hasta que se les asignaba una nodriza para lactación.


Expedición Balmis

Acta bautismal de Benito, hijo de Isabel Zendal nacido el 31 de julio de 1796, figurando como madre soltera. Archivo Histórico Diocesano de Santiago de Compostela


    Solamente al mes de comenzar sus funciones de rectora, el hospicio comenzó a experimentar múltiples mejoras. Se repararon camas y la estancia que ocupaban los expósitos fue dividida por un tabique en dos habitaciones "a fin de que esté separado un sexo del otro". Siguieron obras de reparación de tejas de la cubierta, encalado de muros, montaje de celosías en las cuatro ventanas del cuarto de los expósitos "para impedir que estos caigan por ellas a la calle" e instalación de farol en las habitaciones. Se repusieron los orinales de barro y las escobas para limpiar el torno y también se emplazaron dos trampas para ratones. Para la escuela se añadieron siete nuevos bancos y dos tablas en el suelo para aislar del frio. Además, desde el primer momento Isabel inició sus particulares batallas diarias para preservar la salud de los niños. Se procedía a cambiar la paja de los jergones y lavar la ropa de las camas de los expósitos infestados por sarna. Se les afeitaba la cabeza y se adquirieron unas pinzas de hierro para quitar las raíces de la tiña. Cuando enfermaban se le mejoraba la alimentación proporcionándoles pan blanco, ración extra de carne, chocolate y vino. Otras veces se recurría a levantarles la paletilla, darles friegas de aguardiente o vino con paños calientes y también al remedio tradicional de llevar a los niños “a tomar aires”. A pesar de los cuidados recibidos la mortalidad de los niños era alta, sobre todo en los tres primeros años de vida.


Expedición Balmis

Hospital de Caridad de A Coruña. Entidad benéfica fundada por la filántropa coruñesa Teresa Herrera en 1791. Dentro del hospital se encontraba ubicada la Casa de Expósitos de donde fue rectora Isabel Zendal de marzo de 1800 a noviembre de 1803. Archivo Municipal de A Coruña

    En la Casa de Expósitos de A Coruña -una ciudad con una población cercana a los quince mil habitantes y su área de influencia unos cinco mil más- por aquel entonces cada semana eran acogidos unos dos niños, la inmensa mayoría recogidos del torno, lo que supone unos cien bebés al año. La primera parada en el hospicio no se prolongaba más allá de 72 horas. Los expósitos, tras la inspección médica y el bautizo preceptivo, en su mayoría se distribuían en familias de acogida o eran trasladados a la inclusa del Hospital Real de Santiago de Compostela. El hospicio coruñés se encargaba del cuidado directo de un número de niños que no superaba los 30, pues contaban con muy escasos recursos financieros. Los niños que se entregaban a familias eran amamantados por las madres a cambio de unos 20 a 30 reales al mes. Estos niños podían retornar al hospicio con 3 años, pero habitualmente lo hacían al cumplir 7 años con el objeto de recibir formación profesional y educación religiosa. A los niños varones les enseñaban a leer, escribir y la aritmética elemental, y las niñas debían aprender a hilar y a coser. La intención era que tanto unos como otras aprendiesen los cimientos de un oficio y no quedasen expuestos a la calle y a la mendicidad cuando abandonaran la inclusa. Al llegar a la edad de 13 o 14 años salían del hospicio y pasaban a ser adoptados por familias pudientes; en otros casos los niños eran colocados como aprendices en talleres de artesanos -carpinteros, canteros o sastres- y otros se enrolaban como tambores del Ejército; algunas niñas entraban como criadas en el servicio doméstico y otras se incorporaban a la Escuela de Hilado.


Expedición Balmis

Contabilidad de la Casa de Expósitos del Hospital de Caridad de A Coruña (fragmentos) en marzo de 1800 mostrando el salario recibido por Isabel Zendal como rectora así como los alimentos en especie. Archivo Municipal de A Coruña

    Por su función de rectora, Isabel percibiría un salario mensual de 50 reales y el pago en especie de una libra diaria de pan elaborado con harina fina, de primera criba. En abril de 1801, Isabel cae enferma estando de baja durante nueve días. Al reincorporarse al trabajo, la Junta de Gobierno del Hospital de Caridad decide que, a partir de mayo, reciba otra media libra diaria de pan para su hijo y, desde agosto, media libra de carne al día. Aunque el cuidado y repaso de la ropa de los hospicianos ya era una de sus responsabilidades, por su habilidad como costurera recibirá en diciembre de 1802 un extra de 8 reales “por hechura de unas sábanas”, en febrero de 1803 también cobró 18 reales “por hechura de camisitas de los niños de la lactancia”, y justo a partir de esta fecha tendrá un extra fijo mensual de 16 reales por "la composición de la ropa de uso de los niños" tal como hacer camisas y pañales de sábanas viejas, remendar pantalones y chaquetas, reponer cordones y botones en los calzones o confeccionar sábanas y batas. En mayo de 1803 tendría otro extra de 14 reales por hacer “camisas para las niñas”. También recibía un aguinaldo de frutas y dulces en Nochebuena y la bula para poder comer carne en Cuaresma. Más que su salario propiamente, eran estas gratificaciones las que mejoraban sus condiciones de vida. El salario de Isabel era bajo si lo comparamos con otros trabajadores del hospital, más aún teniendo en cuenta sus obligaciones y dedicación exclusiva a los expósitos, y solamente superaba a los 24 reales que cobraba la cocinera y los 40 reales que cobraba la tornera. Pero su salario era inferior al de la maestra de hilado y calceta, y el maestro de primeras letras que recibían 4 reales por cada niño atendido. El aguador se retribuía con 80 reales y la lavandera con 100. Mayor cantidad se llevaba el encargado de compras, 120 reales, o el capellán del hospital, 150 reales.


Expedición Balmis

Acta bautismal de la niña expósita María Isabel Claudia del 30 de octubre de 1800 actuando como madrina Isabel Zendal. Como rectora de la Casa de Expósitos tenía la función de apadrinar a los niños que eran recogidos en la institución benéfica. Archivo Provincial de A Coruña




Su incorporación a la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna

    En el proyecto inicial de la REFV el cuidado de los niños estaba reservado a los enfermeros seleccionados, pero en el último momento Balmis vio la necesidad de incorporar para esta función a una enfermera con experiencia en el cuidado de niños expósitos que pudiera ofrecerle la confianza y el cariño que necesitaban en una expedición de tal complejidad. Cuando Balmis conoce a Isabel durante la selección de los niños en el hospicio coruñés, tras llegar a A Coruña el 21 de septiembre de 1803, quedó totalmente convencido de su valía e idoneidad para tal empresa al observar en la rectora una gran fortaleza de carácter para aceptar tamaña responsabilidad e intuir que una mujer de su experiencia en el trato de estos niños garantizaría su mejor atención. La aceptación por parte de Isabel para incorporarse a la expedición estuvo facilitada por su condición de madre soltera que vivía sin arraigo familiar en A Coruña y sin ninguna motivación especial de retornar a su aldea natal que poco o nada podría ofrecerle. La posibilidad de seguir teniendo a su hijo a su lado, como uno más de los niños vacuníferos de la expedición, era otro elemento favorable para decidir su incorporación. No menos atractivo le resultaba la mejoría de su estatus económico-social por los elevados salarios que le ofrecían. También es muy probable que tuviera el deseo de arraigarse en tierras americanas, donde podría iniciar una nueva vida con mayores oportunidades como madre soltera y poder ofrecerle un futuro mejor a su hijo.


Expedición Balmis

Puerto de A Coruña, ciudad de donde partió Isabel Zendal con la Real Expedición rumbo a América el día 30 de noviembre de 1803. Pintura de Mariano Ramón Sánchez (ca. 1795). Patrimonio Nacional de España. Palacio Real de El Pardo de Madrid


Expedición Bamis

Lista del personal sanitario de la Real Expedición elaborada por Francisco Xavier Balmis el 24 de agosto de 1803. En esta lista, considerada como definitiva, aparece por primera vez Isabel Zendal. Archivo General de la Nación de México


    En un documento elaborado por Balmis en Madrid, con fecha del día 24 de agosto de 1803, donde enumera el personal sanitario que va a formar parte de la expedición, se incluye por primera vez el nombre de Isabel Zendal en calidad de enfermera. Resulta llamativo que Balmis tuviese conocimiento previo de Isabel en fecha anterior a su traslado de Madrid hacia A Coruña un mes más tarde a esta fecha. Una posible explicación sería la intermediación de Ignacio Carrillo Niebla, vicepresidente de la Junta de Gobierno del Hospital de Caridad de A Coruña y a la vez Juez de Arribadas, quien recomendaría a Balmis a la rectora del hospicio. Carrillo pudo tener una relación previa con Balmis en relación a anteriores viajes realizados por éste a América. En respuesta a la propuesta de incorporación de Isabel a la REFV que realizan conjuntamente, el 14 de octubre de 1803, Francisco Xavier Balmis e Ignacio Carrillo, el ministro de Gracia y Justicia del Reino, Joseph Antonio Caballero, les dirigió una Real Orden que manifestaba la conformidad del rey Carlos IV para que Isabel fuera incluida en calidad de enfermera “con el sueldo y aiuda de costa señalada a los enfermeros, para que cuide durante la navegación de la asistencia y asio de los niños que haian de embarcarse (…) con el alivio de una muger de providad”. Isabel, por tanto, es contratada como enfermera con un sueldo igual al que disfrutaban los varones de su formación y funciones, cifrado en tres mil reales con destino a su habilitación y un salario en Indias de quinientos pesos anuales y la mitad a su regreso a cuenta del erario público. Su presencia en la corbeta no fue inicialmente bien acogida por su condición de mujer. Una vieja tradición marina decía que para tener una buena travesía “no debían entrar en los barcos ni sombrillas, ni sotanas, ni mujeres”. Isabel, en consecuencia, tuvo el desafío sobreañadido de tener que embarcarse como única mujer de la tripulación, una situación inédita para aquella época.


Expedición Balmis

Real Orden del 20 de octubre de 1803 firmada por el ministro Joseph Caballero por la que se acepta la incorporación de Isabel Zendal a la Real Expedición como enfermera con salario igual al resto de enfermeros varones. Archivo Municipal de A Coruña



Expedición Balmis

Autorización Real a Balmis del 23 de septiembre de 1803 para la selección de niños expósitos de la Inclusa del Real Hospital de Santiago para incluir en la Real Expedición. Archivo Histórico Universitario de Santiago de Compostela


    Cuando Balmis redacta el proyecto de derrotero que ha de seguir la expedición menciona las obligaciones específicas de los enfermeros señalando que “han de ser personas de juicio y prudencia, que cuiden del aseo y asistencia de los niños, acompañándoles quando salten en tierra y que deberán entenderse en quanto ocurra con el Director o con sus Ayudantes en falta de aquel”. Isabel queda incorporada para las funciones específicas de cuidar, acompañar, entretener, tranquilizar y asear a los niños durante el viaje, tanto en las travesías por mar como en los desplazamientos por tierra, La tarea encomendada a Isabel no era nada fácil porque era la responsable de mantener el orden y la compostura de un grupo numeroso de niños, de baja edad y que estaban confinados en el pequeño espacio de un navío durante un largo periodo de tiempo de navegación. Por otra parte, estaban los problemas generados del propio viaje como la aparición de mareos, vómitos, gastroenteritis, parásitos, accidentes ordinarios en las navegaciones y otros. Las condiciones climáticas cambiantes durante la navegación también influían marcadamente en su salud y grado de bienestar. A esto hay que añadir la extrema atención que requería la vigilancia de las sucesivas inoculaciones que se iban practicando, observar que no se mezclaran los inoculados con el resto para que no se contagiaran, evitar que se manipularan las pústulas y conseguir una buena transmisión del fluido vacunal. Se debe subrayar el buen hacer de Isabel en todas las responsabilidades que le fueron asignadas produciéndose una escasa siniestralidad y morbilidad en los niños durante los diversos trayectos seguidos. Solamente fue registrada la muerte de un niño mexicano en alta mar en el viaje de regreso de Filipinas a Acapulco, un hecho que Balmis responsabilizó de forma personalizada a Gutiérrez Robredo, quien en el ese momento ejercía la dirección delegada de los expedicionarios.


Su participación en la expedición a América (de noviembre de 1803 a agosto de 1804)

    Isabel parte con el resto de la comisión expedicionaria en la corbeta María Pita desde el puerto de A Coruña el 30 de noviembre de 1803 hasta llegar a Ciudad de México el 9 de agosto del año siguiente. Durante este trayecto seguirá la ruta marítima haciendo escalas en Santa Cruz de Tenerife, Puerto Rico, Caracas, La Habana, Mérida y Veracruz, para dirigirse desde aquí hasta Ciudad de México por vía terrestre. Durante toda esta travesía queda al cargo del cuidado de 21 niños expósitos, todos ellos varones con edades comprendidas entre 2 y 9 años, que sirven como portadores del virus vacuno. Entre estos niños, cuatro provienen del Colegio de los Desamparados de Madrid, cinco de la Inclusa del Hospital Real de Santiago de Compostela y otros doce de la Casa de Expósitos del Hospital de Caridad de A Coruña. La vacuna necesariamente debía ser transmitida por inoculación en el brazo de niños que no hubieran padecido previamente la enfermedad y debía ser traspasada secuencialmente de dos en dos niños -por si alguno fallecía que no se rompiera la cadena- y en periodos de cada 10 días, el tiempo que tardaba en formarse una pústula de donde se extraía el nuevo fluido para vacunar a otros dos niños, y así sucesivamente para servir a modo de cadena humana para la transmisión del virus activo. Los niños que formaron parte de la expedición fueron Clemente de la Caridad de 9 años; Francisco Antonio y Andrés Naya de 8 años; Vicente Ferrer, Antonio Veredia, Manuel María y Benito, éste último hijo de Isabel Zendal, de 7 años; Cándido de la Caridad, Juan Antonio, Jacinto, Gerónimo María y Domingo Naya, hermano de Andrés, todos ellos de 6 años; Martín de 5 años; Florencio y Juan Francisco de 4 años; Joseph Manuel María, Vicente María Salee y Vellido, Tomás Melitón, Joseph y Pasqual Aniceto de 3 años; y el más pequeño, Joseph Jorge Nicolás de los Dolores, de tan solo 2 años. Un niño más, Ignacio Joseph, de 3 años y residente en la Casa de Expósitos de A Coruña, que en principio formaba parte de los niños vacuníferos seleccionados, enfermó unos días previos de la partida de la corbeta quedando en tierra por lo que finalmente el número se redujo a 21 de los 22 niños previstos inicialmente.


Expedición Balmis

El día 30 de noviembre de 1803 partió desde A Coruña la corbeta María Pita rumbo a América para difundir la vacuna de la viruela. Isabel Zendal quedó al cuidado de los 21 niños vacuníferos seleccionados entre los expósitos. Grabado idealizado de un niño vacunífero de la Real Expedición


Expedición Balmis

Mapa de la ruta de la Real Expedición seguida por Isabel Zendal desde A Coruña en dirección a América con llegada a Caracas (de noviembre de 1803 a mayo de 1804). Fuente https://balmis.org/



    El erario público se comprometía a hospedar y cuidar a todos los niños expedicionarios, debiendo formales en una profesión que les garantizase y les permitiera integrarse laboralmente en la sociedad una vez finalizada la misión. En una circular para la propagación de la vacuna, fechada en San Ildefonso el 1 de septiembre de 1803, se indicaba claramente el tipo de cuidados que los niños debían recibir, de manera que "serán bien tratados, mantenidos y educados, hasta que tengan ocupación o destino con que vivir, conforme a su clase y devueltos a los pueblos de su naturaleza, los que se hubiesen sacado con esa condición". Como dote, al inicio del viaje cada niño recibió un hatillo que contenía dos pares de zapatos, seis camisas, un sombrero, tres pantalones con sus respectivas chaquetas de lienzo y otro pantalón más de paño para los días más fríos. Para el aseo personal recibieron tres pañuelos para el cuello, otros tres para la nariz y un peine; y para comer, un vaso, un plato y un juego completo de cubiertos. Todo ello iba numerado con el número asignado a cada niño.


Expedición Balmis

Mapa de la ruta de la Real Expedición seguida por Isabel Zendal desde Caracas hasta Ciudad de México y posterior de Acapulco a Manila en las Islas Filipinas (de mayo de 1804 a agosto de 1807). Fuente https://balmis.org/


Expedición Balmis

Folleto del obispo Manuel Ignacio González del Campillo (Puebla, Virreinato de Nueva España) del 2 de agosto de 1804 destinada a los feligreses en apoyo de la vacunación. El obispo de Puebla quedará al cuidado del hijo de Isabel Zendal mientras continúa su expedición a Filipinas. Wellcome Library


    Al llegar a Ciudad de México, Isabel y el total de los niños expedicionarios que partieron desde A Coruña quedaron instalados en el Real Hospicio de Pobres de la capital mexicana.


Su participación en la expedición a Filipinas (de febrero de 1805 a agosto de 1807)

    Nuevamente Isabel acompañará a Balmis en una nueva expedición, esta vez con destino a Filipinas. Salen de Acapulco el 7 de febrero de 1805 a bordo de la fragata Magallanes cruzando el océano Pacífico hasta llegar a Manila el 15 de abril del mismo año. Después de más de tres años en el archipiélago filipino regresarán a Nueva España. La expedición parte de Acapulco con un grupo de 26 niños vacuníferos mexicanos quienes —excepto dos expósitos— eran hijos de familias estructuradas. Todos los niños eran varones con edades comprendidas entre 4 y 9 años, a excepción de un niño que tenía 14 años; 19 niños son de familias de origen español y 7 de origen mestizo. El hijo de Isabel no va a participar en esta nueva misión quedando en la ciudad mexicana de Puebla de los Ángeles a cargo del obispo González del Campillo durante un periodo que se extendió hasta los 38 meses. Los niños que viajan en la expedición son los expósitos Joseph María Lorechaga y Joseph Francisco. Los niños de padres conocidos son Juan Napomuceno Torrescano, Juan Joseph Santa María, Joseph Antonio Marmolejo, Joseph Silverio Ortiz, Laureano Reyes, Joseph Agapito Yllan, Joseph Feliciano Gómez, Joseph Lino Velázquez, Joseph Mauricio Macías, Juan Ignacio Nájera, Joseph María Úrsula, Teófilo Romero, Félix Bazarra, Joseph Mariano Portillo, Martín Marqués, Joseph Antonio Salazar, Pedro Nolasco Mesa, Joseph Castillo Moreno, Juan Amador Castañeda, Joseph Felipe Osorio Moreno, Joseph Catalino Rivera, Buenaventura Safiro, Joseph Teodoro Olivas y Guillermo Toledo Pino.


Expedición Balmis

Relación de los 26 niños vacuníferos mexicanos seleccionados por Balmis el 9 de febrero de 1805 para el viaje con la Real Expedición de Acapulco a Filipinas. Archivo General de Indias de Sevilla


    La selección de los niños mexicanos se llevó a cabo con ciertas dificultades, ya que la población era consciente del trato impropio que se estaba dando a los niños vacuníferos que llegaron con Balmis desde España, situación de la que él mismo se quejó en varias ocasiones manifestando que “a mi arribo a esta capital (…), mandó el virrey colocar los veinte y un niños galleguitos en el hospicio de pobres confundiéndolos en la miseria y asquerosidad de los mendigos, y ocupando los de mayor edad en concurrir alumbrando en los entierros. Y como este hecho escandalizó a todo el reino, me hubiera sido imposible llevar la vacuna a Filipinas por falta de niños, cuyos padres se resistían a prestarme sus hijos alegando, que si a los gachupines los había puesto el virrey en el hospicio, qué podían esperar ellos. En este estado, no me quedó otro recurso (…) que dar cuenta a S.M. y al mismo tiempo exhortar a los ayuntamientos, curas e intendentes del reino y al ilustrísimo señor obispo de Guadalajara para que asegurasen a los padres, prestasen sus hijos, afirmando por mi parte que verían cumplidas las reales promesas de S.M.”. Finalmente, el modo de reclutar a los niños fue muy variado, unos a cambio de dinero y otros gracias a la participación de las autoridades civiles y siempre bajo el amparo de la Corona. En la mayor parte de los casos, los padres fueron gratificados con 16 pesos por prestar a sus hijos. Balmis llegó a lamentarse “del carácter desconfiado de los naturales, que estimaban más una gratificación pecuniaria que la gran recompensa que el rey ofrecía de mantenerlos y tomarlos después hasta la edad de darles acomodo”.


Expedición Balmis

Puerto de Acapulco (Nueva España). De este puerto partió Isabel Zendal con la Real Expedición en dirección a Filipinas el 7 de febrero de 1805 regresando al mismo puerto el 14 de agosto de 1807. Grabado de Thomas Wallis (1807)


    Balmis, además de seleccionar personalmente a los niños, participó en la elaboración de una lista de ropas, utensilios de higiene y descanso destinados a la travesía según informe realizado en Ciudad de México el 30 de diciembre de 1804. Del análisis de las prendas se desprende la intención de proporcionar una uniformidad que identificara la expedición y reforzara la cohesión del grupo, presentándose éste como un bloque compacto y disciplinado. La dote estaba compuesta por “zapatos, medias botas, medias de hilo, pantalones de Mahón, camisa, chalecos de Mahón, chaquetas de Mahón, pañuelos de cuello, y pañuelo de faldriquera, sombrero y guantes para que no se rasquen la vacuna”. El uniforme llevaba bordado un escudo con la inscripción “sirvo a la serenísima de Asturias única en su Albergue”, dedicada a la reina de España.

    Durante el viaje de Acapulco a Manila, Balmis trasladó múltiples quejas al capitán de la fragata por el trato dispensado a los niños ya que “fueron colocados de montón en un peaje lleno de inmundicias y de grandes ratas, tirados en el suelo, expuestos a los vaivenes, rodando y golpeándose unos con otros, de los que resultó haberse vacunado accidentalmente hasta siete de una vez. El alimento de los niños era miserable, reduciéndose a carne de vacas muertas de enfermedad, por la mayor parte; frijoles, lentejas y un poco de dulce, en el que tampoco fueron más felices el director e individuos de la expedición, que hubieren perecido de necesidad a no ser por los socorros recíprocos que se hacían los pasajeros de lo que cada uno llevaba”.


Expedición Balmis

Puerto de Manila (Filipinas). Durante la expedición, Isabel Zendal permaneció al cuidado de los niños vacuníferos mexicanos en el Hospicio de Manila del 15 de abril de 1805 hasta el 19 de abril de 1807. Grabado de 1885


    Al igual de lo ocurrido en México, Isabel se instaló en el hospicio de Manila a su llegada a Filipinas y allí estuvo al cuidado de los niños mexicanos participantes en la misión. Los anhelos del cuidado que precisaban estos niños son transmitidos por Isabel a Balmis quien informa desde Manila en junio de 1805 que “La Rectora de esta Real Expedición me ha hecho presente que en atención a la dilatada navegación, que se debe emprender para nuestro regreso, necesitan los 26 jovenes que han servido para trasmitir la Vacuna a estas Yslas de algunas ropas y utensilios para mantenerlos con el aseo y limpieza correspondiente; lo que pongo en consideración de V.m. para que de cuenta de la Real Hacienda se les habilite de todo lo que fuere de absoluta necesidad conforme a la soberana voluntad de su Majestad”.


Expedición Balmis

Mapa de las rutas de la Real Expedición en el Archipiélago de las Islas Filipinas (de abril de 1805 a abril de 1807). Fuente Balaguer E y Ballester R. Monografías de la Asociación Española de Pediatría, 2003


    La estancia en Filipinas se prolonga durante más de tres años por las especiales dificultades geográficas de llevar la vacuna por el archipiélago. La expedición regresaría a Acapulco el día 14 de agosto de 1807, ahora dirigida en delegación por Gutiérrez Robredo debido al adelantado regreso de Balmis a España por encontrarse enfermo con disentería crónica. Los niños Juan Nepomuceno Torrescano y Félix Barraza fallecen, uno durante el viaje de vuelta de Manila a Acapulco y otro en Ciudad de México. Con la devolución al hogar familiar del resto de los niños mexicanos finalizaba, en octubre de 1807, la tarea de Isabel como enfermera expedicionaria de la REFV.


Destino de Isabel Zendal y de los niños vacuníferos al finalizar la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna

    Los problemas políticos surgidos en la sucesión de la Corona del Reino de España, el conflicto bélico con motivo de la invasión napoleónica y el inicio de los movimientos de segregación de los territorios en América dificultaron el regreso de los miembros de la REFV.

Niños vacuníferos de la expedición a América

    Balmis siempre mostró un desmedido interés para que los niños vacuníferos fueran bien tratados tras cumplir su cometido. En una carta dirigida al ministro Caballero, poco antes de la salida de los primeros expedicionarios desde Madrid, Balmis sugiere que “en cuanto al destino de los niños españoles a su arribo a América y concluidas sus vacunaciones, me parece más preferible regresarles a España en el primer buque que se presente de la Real Armada y podrán ser más felices si la piedad del rey les señala cinco o seis reales diarios hasta que lleguen a ser aptos para ser empleados, que no el dejarlos en América al cuidado de los virreyes para que les facilite su educación y mantenimiento a expensas de S.M., porque además de costarle cuatro veces más no lograrían jamás buena educación, en unos países tan abundantes de vicios y en donde la incauta juventud se pierde con mucha facilidad”.


Expedición Balmis

El niño vacunífero coruñés Francisco Antonio llegaría a ser catedrático del Real Colegio de San Juan de Letrán de México. (A la izquierda) Ficha de Francisco Antonio en la Casa de Expósitos de A Coruña. Archivo Diputación de A Coruña. (A la derecha) Pedro Marcos Gutiérrez y su familia, quienes adoptaron a Francisco Antonio. Retrato de anónimo novohispano (1814). Museo Soumaya. Fundación Carlos Slim, México


    Los niños expósitos españoles del primer viaje nunca regresaron a España como deseaba Balmis y, una vez finalizada la expedición en agosto de 1804, quedaron ingresados en el Real Hospicio de Pobres de Ciudad de México en condiciones poco apropiadas. Balmis escribe repetidas quejas sobre esta situación recordando de forma reiterada “el incumplimiento de órdenes concernientes a los niños empleados en la expedición, solicitando que se extraigan del hospicio de pobres de la ciudad de México a los que fueron del reino de Galicia, y que se les proporcione una ocupación, carrera o destino según los talentos, cuya gracia y protección sea extensiva a todos los niños que de este virreinato fueron a Filipinas”. En enero de 1805, Balmis protestaba ante la Corona por el mísero estipendio asignado a estos niños y por haber sido alojados en la multitudinaria compañía de golfillos recogidos de la calle.

    El estado de abandono en el que se encontraban los niños vacuníferos era patente. En 1806, atendiendo a las reclamaciones de Balmis, el rey encarga al arzobispo de México y a la Audiencia que asuman la responsabilidad de la crianza y educación de estos niños debiendo abandonar el Hospicio e ingresar en la Escuela Patriótica para su capacitación profesional como se había dispuesto. Esta Escuela se había fundado a expensas del legado del propietario de minas Francisco Zúñiga. Más adelante, Balmis vuelve a lamentarse de la falta de cumplimiento de este mandato expresando que “enterada la Suprema Junta Central de todo lo expuesto, se dignó mandar en nombre de nuestro soberano el señor D. Fernando 7.º la Real Orden para que inmediatamente sacase del hospicio de pobres a los jóvenes galleguitos, y todo lo demás consta en ella, de que acompaño copia; y sin embargo, de que ha pasado más de un año que se expidió, nada se ha cumplido, los galleguitos, parte existen aún en el hospicio, y los del reino nada han disfrutado de lo mandado por S.M., según he visto con harto dolor mío a mi arribo a esta capital. En este estado, no puedo menos de acudir a V.A. y suplicarle se digne dar cumplimiento a la última Real Orden del 17 de marzo del año próximo pasado que obra en la secretaría de este superior gobierno, a favor de los jóvenes de este reino”. Balmis mostraba así su responsabilidad, manifestándose como un director reivindicativo en defensa de los miembros esenciales de la expedición. Finalmente consigue que se cumpla la Real Orden para que los niños sean educados en la Escuela Patriótica.


Expedición Balmis

Disposición del virrey de Nueva España dada el 8 de abril de 1808 para que Isabel Zendal pueda residir en Puebla y reciba los 500 pesos anuales asignados como enfermera de la Real Expedición. Archivo General de la Nación de México


    Sobre el destino final de estos niños poco se sabe y la mayoría de la información que se tiene es gracias al estudio de investigación realizado por el historiador norteamericano Michael M. Smith. El responsable de la Escuela Patriótica de la capital mexicana, en donde estaban siendo educados los niños de mayor edad, señala que “catorce niños mayores, los que tenían seis años o más, asistían regularmente a clases, de mañana y tarde. Todos estuvieron recibiendo instrucción religiosa, ya que ninguno era capaz de hacerse siquiera la Señal de la Cruz. Cinco de los 14 niños fueron cualificados como estudiantes con gran dedicación y los otros nueve como cortos de inteligencia, Los seis más pequeños eran atendidos en una guardería que funcionaba en el Departamento de la Mujer del Real Hospicio. El comportamiento de todos los niños, sin excepción, fue descrito como insatisfactorio y los instructores tenían dificultades para apartarlos de los juramentos blasfemos que habían aprendido de los marineros durante el viaje hasta América”.

    En un informe de julio de 1809 elaborado por el presidente del Consejo Mexicano de Beneficencia informa que dos niños habían muerto; cuatro estudiaban en la Escuela Patriótica, y catorce habían sido adoptados. Efectivamente, los niños Tomás Melitón y Juan Antonio habían fallecido en 1807. Vicente Ferrer, Pasqual Aniceto, Martín y Juan Francisco continuaban internos en la Escuela en 1809. Joseph Jorge Nicolás de los Dolores fue adoptado en 1806 por el cirujano de la Escuela. Antonio Veredia fue acogido en 1807 por el rector del Colegio de San Pedro. Francisco Antonio, Clemente de la Caridad y Manuel María fueron adoptados en noviembre de 1807 por un rico comerciante de la capital mexicana y militar realista, Pedro Marcos Gutiérrez, comprometido a facilitarles crianza y educación. El niño Francisco Antonio, natural de Santa María de Sada (A Coruña), estudiaría en la Universidad Real Pontificia y llegaría a ser catedrático propietario de Mínimos y Menores, Filosofía y Artes en el Real y Primitivo Colegio de San Juan de Letrán y, ya conseguida la independencia de México, fundador de una de las primeras escuelas de la ciudad de San Luis de Potosí. Los niños Joseph Manuel María y Domingo Naya fueron acogidos en 1808 por el rector del Hospicio de San Nicolás. Vicente María Salee y Florencio fueron adoptados en 1808 por el rector del Hospicio de San Jacinto. Andrés Naya, que había sido acogido por un sacerdote en 1808, se dio a la fuga escapando de su custodia. Cándido de la Caridad, Gerónimo María y Jacinto se trasladaron en 1808 a Ixmiquilpan, en el estado de Hidalgo, después de haber sido adoptados por un comerciante local. Cándido trató de seguir la carrera militar, aunque finalmente acabó realizando estudios eclesiásticos por lo que solicitó una beca. Benito, el hijo de Isabel Zendal que estaba al cuidado del obispo de Puebla, fue recogido por su madre en abril de 1808, una vez que finalizó su labor expedicionaria.


Expedición Balmis

Puebla de los Ángeles (Nueva España). En esta ciudad mexicana fijó su residencia Isabel Zendal junto a su hijo Benito. Grabado de Robert Brown (1876)



Niños vacuníferos de la expedición a Filipinas

    Balmis había encomendado a Gutiérrez Robredo la dirección del final de los trabajos de vacunación en Filipinas y también del regreso a Acapulco del grupo expedicionario con los niños vacuníferos mexicanos, a los que se les había garantizado su “manutención, se vistiese y educase a cuenta del Erario, hasta que tuviesen la edad correspondiente para poder ser colocados según su aptitud y circunstancias”. Los niños que regresaron de Filipinas, al contrario que los niños españoles, casi todos tenían padres o al menos madre conocidos, lo que constituye una sensible diferencia. A los padres de estos niños se les hicieron promesas y se les había ofrecido una compensación económica para que dieran su consentimiento, pero no se cumplieron enteramente las expectativas y las familias fueron defraudadas. Una vez que los niños llegaron a México, el virrey Joseph de Iturrigaray dictó una orden, fechada el 31 de octubre de 1807, para que los niños fueran devueltos a sus hogares, encargando dicha tarea a “D. Rafael Gómez, conductor de los niños que transmitieron el fluido vacuno a Filipinas haciendo entrega a sus padres junto con toda la ropa de su uso”. Este cometido se desarrolló entre los meses de noviembre y diciembre de ese año sin que se cumpliese la promesa de que recibieran una formación educativa.

    Balmis reaccionó sistemáticamente contra esta dejación, durante y después de la expedición. Como muestra sirva que en un escrito que presentó el 30 de junio de 1810 a la Real Audiencia Gobernativa Mexicana manifiesta que “vivía tranquilo en la corte, creyendo se verificaría lo mandado, cuando recibo las quejas de los ayuntamientos y curas, así como las representaciones de los padres y de los niños mismos, haciéndome las justas reconvenciones de que nada se había cumplido de mis promesas, y que el virrey, desde el siguiente día de su arribo a México, los había devuelto a sus padres sin darles nada de lo prometido”.


Expedición Balmis

Documento del 17 de marzo de 1809, emitido en Sevilla por la Suprema Junta de Gobierno de España e Indias, que reconoce el derecho a Isabel para que perciba con efecto retroactivo las cantidades que corresponden a su hijo por haber participado en la expedición como niño vacunífero


    Los niños vacuníferos de las distintas expediciones fueron elevados a la categoría de héroes anónimos en reconocimiento a su papel principal en la propagación de la vacuna. En palabras de Michael M. Smith estos niños “conformaban el más vital elemento de la más ambiciosa empresa médica que jamás gobierno alguno haya emprendido”. Tuvieron la garantía de los cuidados y desvelos por parte de Isabel Zendal y, además, la constante defensa de su dignidad y derechos por Balmis. Sin embargo, la respuesta del Reino y sus representantes no estuvo a la altura de los compromisos adquiridos, dejando algunas de sus biografías estigmatizadas por la situación de abandono.


Isabel Zendal

    El virrey de Nueva España, Joseph de Iturrigaray, en noviembre de 1807 notificó a los cinco expedicionarios que habían regresado de Filipinas que debían abandonar la amplia residencia donde estaban alojados y buscar un nuevo alojamiento por su cuenta, una vez que había concluido la misión de la REFV, y para lo cual les fue asignada una subvención mensual de 12 pesos. En abril de 1808, Isabel solicita al virrey autorización para trasladarse a Puebla de los Ángeles para reunirse con su hijo, que había quedado al cargo de los cuidados del obispo de la ciudad durante su expedición a Filipinas, decidiendo establecer su residencia en este lugar. Asimismo, el virrey da instrucciones el día 8 de abril para que, por cuenta de las Reales Cajas, el intendente de Puebla le continúe abonando los 500 pesos anuales a que tenía derecho como enfermera participante en la REFV.


Expedición Balmis

Certificados solicitados por Isabel Zendal, firmados por el notario poblano Antonio Palacios el día 23 de junio de 1810 (a la izquierda) y el 10 de diciembre de 1811 (a la derecha), donde se hace constar la condición de viuda para Isabel y de hijo legítimo de Esteban Vales para su hijo Benito


    En documento del 17 de marzo de 1809, emitido por la Suprema Junta de Gobierno de España e Indias, se le reconoce el derecho de que perciba con efecto retroactivo las cantidades que correspondían a su hijo por haber participado en la expedición como niño vacunífero, de manera “que al hijo de la Rectora de la Expedición Dª Isabel Cendalla y Gómez se le pase y abone en esas Casas Reales desde 1º de agosto de 1804 aquella cantidad que hubiere tenido de costo en el Hospicio de Pobres uno de los destinados a él, respecto a no haber disfrutado auxilio alguno en ese tiempo del Real Erario, y que se le continúe por ahora y hasta tanto que se halle con la colocación o destino a que su inclinación le llame y quiera su madre, cuyo zelo y extraordinarios servicios contraídos en la Expedición han sido muy satisfactorios a S.M.”.


Expedición Balmis
Documento del 15 de diciembre de 1811 donde Isabel Zendal solicita la cantidad de tres reales diarios para su hijo Benito que le correspondían por haber sido niño vacunífero de la REFV. Es de notar que en esta solicitud figura como firmante un tal José María Texada en nombre de Isabel “por no saber firmar”, lo que pone de manifiesto su condición de analfabeta

    Fue precisamente en México donde aparece documentalmente, por primera vez, su hijo Benito reflejado con el apellido de Vales por considerarse hijo legítimo de Esteban Vales. En unos documentos recientemente desvelados por el profesor José Tuells, consistentes en certificaciones datadas del 23 de junio de 1810 y el 10 de diciembre de 1811 que están firmadas por Antonio Palacios, escribano real y notario de Puebla de los Ángeles, se hace constar “que Don Benito Vales y Cendal, familiar de Su Excelencia Ilustrísima, el Obispo, mi Señor, es hijo legítimo de Don Estevan de Vales, difunto, y de Doña Isabel Sendal y Gómez”. Sobre estas certificaciones queda bastante margen de duda sobre su veracidad al mostrar a Isabel como esposa viuda y al legitimar la paternidad de su hijo pues en los documentos existentes en España se alude constantemente a la condición de Isabel como madre soltera desde la misma partida de nacimiento de Benito. Podría interpretarse que Isabel tuviera interés en certificar indebidamente la legitimidad de la paternidad de su hijo para hacer desaparecer para siempre cualquier lastre que podía suponer su condición de madre soltera.


Expedición Balmis

Documento del 19 de diciembre de 1811 donde Isabel Zendal solicita que se le transfiera a Puebla el importe asignado de tres reales diarios para su hijo por tener dificultades para su cobro en Ciudad de México


    De su vida posterior se tiene poco conocimiento. Parece que tuvo relación epistolar con Antonio Gutiérrez Robredo y Ángel Crespo, los otros dos expedicionarios que también decidieron permanecer en México. La última referencia que se tiene de ella deriva de dos documentos de 1811, cuando contaba con unos 40 años de edad, en donde reclamaba el día 15 de diciembre la cantidad de tres reales diarios para su hijo Benito que le correspondían por haber sido niño vacunífero de la REFV. Es de notar que en esta solicitud figura como firmante un tal José María Texada en nombre de Isabel “por no saber firmar”, lo que pone de manifiesto su condición de analfabeta. En el otro documento, del 19 de diciembre, Isabel solicita que se le transfiera a Puebla la posibilidad de cobrar el importe de 3 reales diarios como ayuda económica para la crianza y formación a la que tenía derecho su hijo, entonces con 15 años, en virtud de “estar los caminos llenos de vandidos y no tener en el día persona de confianza que pueda cobrarla en esta capital (de Ciudad de México)”. Justamente la persona de confianza mediadora hasta entonces había sido Ángel Crespo, uno de los enfermeros que formaron parte de la REFV. Se ha especulado que Isabel podría haber trabajado como enfermera o cuidadora en alguno de los hospitales o centros asistenciales de Puebla, lo cual entraría en buena lógica, pero al día de hoy no se tiene ninguna referencia documental que lo confirme. Se desconoce la fecha y el lugar de su fallecimiento, aunque parece casi seguro que nunca regresó a España. Respecto a su hijo Benito se marchó a California de donde se sabe que tuvo un hijo.


Reconocimientos a su papel histórico en la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna

    Isabel puede considerarse como uno de los pilares fundamentales que contribuyeron al éxito de la expedición. Estuvo al total cuidado de los niños españoles desde su salida de A Coruña hasta la capital novohispana y después de los niños mexicanos que partieron desde Acapulco rumbo a Filipinas. Permaneció junto a ellos en todo momento cuando fueron internados en los hospicios de Ciudad de México y de Manila respectivamente mientras los sanitarios expedicionarios proseguían el proceso de vacunación por los territorios. De nuevo, volvió a acompañar a los niños mexicanos desde el archipiélago filipino hasta su regreso a Nueva España. Su participación en la REFV supuso para Isabel un reconocimiento social a su trabajo y le posibilitó salir de un entorno más limitado, permitiéndole conocer nuevos mundos y tener nuevas experiencias. No menos importante fue el poder rehacer su propia vida personal sin el lastre que suponía ser señalada en su localidad como madre soltera. Posiblemente también, Isabel aceptase este reto como un acto puramente vocacional creyendo tener capacidad y motivación suficiente para cumplir las funciones que se le encomendaban, sin obviar las oportunidades que se le abrían de mejorar considerablemente su condición económica y social. Lo que sí parece estar bastante claro es que no pretendía ningún honor ni reconocimiento público.


Expedición Balmis

Reconocimientos de Isabel Zendal en México. (A la izquierda) Medalla de Mérito en Enfermería “Enfermera Isabel Cendala y Gómez” que otorga anualmente la Presidencia de la República Mexicana desde 1975. (A la derecha) Escuela de Enfermería “Isabel Cendala y Gómez” de San Martín de Texmelucan en el estado de Puebla que lleva su nombre desde 1983


    La participación de Isabel en la REFV fue ejemplar, mostrando en todo momento un control absoluto en todo lo relacionado con el cuidado y grado de bienestar de los niños sin mostrar signos de fatiga ni sufrimiento y, a su vez, ofreciéndoles el cariño de la más sensible madre. Fue una auténtica proeza conseguir que los niños pudieran cumplir el cometido de transmitir el virus vacuno inoculado en sus brazos sin que se produjeran incidencias de destacar teniendo en cuenta las duras condiciones que suponía un viaje de esas características. En la Gazeta de Madrid del 14 de octubre de 1806, en donde se hace referencia de la reciente llegada a España de Balmis procedente de Filipinas, se ensalza la labor realizada por Isabel Zendal en la expedición al archipiélago filipino “sacando veinte y seis niños de Nueva España para vacunarlos sucesivamente como en las anteriores; y por ser párvulos muchos de ellos, fueron al cargo de la Rectora de la Casa de Expósitos de La Coruña, que así en este, como en las anteriores navegaciones, cuidó de su aseo con el mayor esmero”.


Expedición Balmis

Reconocimientos de Isabel Zendal en A Coruña. (A la izquierda) Escultura de Acisclo Manzano en el puerto de donde partió la Real Expedición inaugurada en 2003. (A la derecha) Escultura de Francisco Escudero en el lugar donde se encontraba la Casa de Expósitos inaugurada en 2020


    La profesionalidad y buen hacer de Isabel en todo momento le valió recibir los elogios de cronistas e historiadores que la han calificado como una “mujer de probidad”, “madre de los niños”, “enfermera abnegada y patriota”, “primera enfermera de la historia”, “primera enfermera de la historia de la medicina hispana” o “primera enfermera de la historia de la salud pública”. Para los profesores Susana María Ramírez Martín y José Tuells esta mujer “es un ejemplo pionero en la historia de la enfermería pediátrica española” destacando que ha sido una total desconocida para la historia hasta hace bien poco. Seguramente el primer reconocimiento a su labor lo realice la Congregación de los Dolores de A Coruña, la institución laica que gestionaba la Casa de Expósitos donde era rectora Isabel, cuando decide aceptar a su hermana María Antonia como cofrade de dicha Congregación el 18 de noviembre de 1826, solamente dos décadas después de concluida la REFV. Esta proposición la recibían exclusivamente personas de distinguida posición social, condición que no tenía María Antonia ya que era una humilde trabajadora, de lo que se deduce como un gesto indirecto de consideración hacia Isabel Zendal, ausente en la distancia.


Expedición Balmis

Hospital de Emergencias “Enfermera Isabel Zendal” de Madrid inaugurado en 2020, en plena pandemia por Covid-19, que fue especialmente diseñado para gestionar pandemias


    Habrá que esperar hasta mediados del siglo XX cuando empiecen a manifestarse los primeros reconocimientos históricos sobre su figura y su labor. Miguel Enrique Bustamante, un relevante impulsor de la medicina preventiva y social de México, reivindicó ya en el lejano año de 1948 el relevante papel desempeñado por Isabel Zendal en la REFV considerándola como “la primera enfermera sanitaria que vio la América y quizá el mundo en una misión internacional”. Gracias a la mediación de Bustamante, la Presidencia de la República mexicana otorga anualmente, desde 1975, la Medalla de Mérito en Enfermería “Enfermera Isabel Cendala y Gómez”, en las modalidades de oro, plata y bronce. Con esta Medalla se pretende reconocer el mérito por la actividad profesional en enfermería, particularmente en el ámbito de la salud pública. Asimismo, la Escuela de Enfermería de San Martín de Texmelucan, en el estado de Puebla (México), lleva su nombre desde 1983. El lema de esta Escuela “Sacrificio sin esperar gloria” está muy en consonancia con el talante que siempre mostró Isabel. En España, este reconocimiento también ha llegado aunque un poco más tarde. Uno de los primeros en reivindicar su figura fue el médico Pastor Nieto Antúnez quien, en un artículo publicado en 1966, considera a Isabel como “la primera enfermera internacional” denunciando su olvido y lamentándose de que ningún centro sanitario lleve su nombre. Por lo menos, bajo su influencia, consiguió que el Ayuntamiento de A Coruña dedicase una calle a su nombre en 1971.



Expedición Balmis

Sello dedicado a Isabel Zendal, editado por Correos de España en 2022, con diseño de la ilustradora Isa Muguruza


    Desde entonces, los actos en su reconocimiento han ido en aumento. En 2003, con motivo de la celebración de los 200 años de la REFV, el Museo “Casa del Hombre” de A Coruña le dedicó un monumento con el nombre de los 21 niños que participaron en la expedición. El 30 de noviembre de 2003 fue inaugurada una escultura de Acisclo Manzano en el puerto de A Coruña en recuerdo de la salida de la expedición. En 2015 fue creado el Premio Nacional de Enfermería “Isabel Zendal y Gómez” por La Asociación de Enfermería Comunitaria y la Cátedra Balmis de Vacunología de la Universidad de Alicante según un convenio específico firmado entre ambas instituciones. Este premio pretende reconocer el mérito y trayectoria desarrollado por una enfermera en su actividad profesional, docente y/o investigadora en el ámbito de la enfermería comunitaria. En sesión celebrada el 30 de noviembre de 2016, Isabel Zendal fue nombrada hija predilecta del ayuntamiento de Ordes. También en 2016 fue creada en A Coruña la Asociación Isabel Zendal con el claro objetivo de recordar su figura y de investigar, difundir y promover, en los ámbitos local, nacional e internacional, el protagonismo de Galicia en la REFV. En ese mismo año de 2016, la Fundación para el Desarrollo de la Enfermería le concedió el premio especial de “Enfermería en Desarrollo” por ser la primera enfermera de la historia en misión internacional reconocida por la OMS. En 2017, el Sindicato de Enfermería en Galicia renombró los premios que entrega en su “Encuentro Científico Gallego de Enfermería y Fisioterapia” bajo el nombre de Premios Isabel Zendal. Asimismo, en 2016, el Ministerio de Defensa, como homenaje a su trabajo, puso el nombre de CENDALA al sistema informático de gestión de vacunas y actividades sanitarias que utilizan las Fuerzas Armadas españolas. En 2018, Isabel Zendal fue incluida en la “Tabla Periódica de las Científicas” para conmemorar en el 2019 el Año Internacional de la Tabla Periódica de los Elementos Químicos. En 2018, la Universidad de A Coruña y el Círculo Escéptico crearon los Premios Isabel Zendal para el fomento del pensamiento crítico. En 2019, el SUMMA 112 entrega los galardones Isabel Zendal de Enfermería al CODEM, el PAL 24 y la ORCAM. El 30 de noviembre de 2020 se inauguró en A Coruña una escultura dedicada a Isabel Zendal y los niños vacuníferos, obra del escultor Francisco Escudero, que quedó ubicada cerca del lugar donde se encontraba la Casa de Expósitos. El 1 de diciembre de 2020, durante la pandemia de la Covid-19, se inauguró en Valdebebas el hospital de emergencias de Madrid con el nombre de "Hospital Enfermera Isabel Zendal", un centro diseñado para gestionar pandemias. En 2020 se creó la Academia de Enfermería Militar Isabel Zendal. En el año 2022, Correos de España emitió un sello dedicado a la insigne enfermera.


Expedición Balmis

Fragmento del informe de Francisco X. Balmis dirigido al ministro Joseph A. Caballero, datada en Macao el 30 de enero de 1806, donde hace un excelso elogio de la labor desarrollada en la REFV por Isabel Zendal “que con el excesivo trabajo…perdió enteramente su salud”. Archivo General de Indias de Sevilla


    La importante labor realizada por Isabel Zendal en la REFV fue resaltada por el mismo Francisco Xavier Balmis, un hombre de rígida conducta y muy poco dado a las alabanzas sino, más bien, propenso a censurar la labor de sus colaboradores y en particular contra todos aquellos que obstaculizaban sus designios. En pleno viaje de regreso a España desde Filipinas, Balmis elabora un informe el 30 de enero de 1806, mientras se encontraba en Macao, que ensalza sobremanera el trabajo realizado por Isabel afirmando que “se distingue en el cumplimiento de sus deberes y el amor y cariño que les prodiga a todos (los niños), adoptándolos como hijos, y con ánimo varonil, va con la Expedición a Filipinas para no perderlos de vista, y poder continuar con su aseo y limpieza en que tanto se esmera …. que con el excesivo trabajo y rigor de los diferentes climas que hemos recorrido, perdió enteramente su salud, infatigable noche y día ha derramado todas las ternuras de la más sensible madre sobre los 26 angelitos que tiene a su cuidado, del mismo modo que lo hizo desde La Coruña y en todos los viajes y los ha asistido enteramente en sus continuadas enfermedades”.


Isabel Zendal en la literatura

    El magno acontecimiento que supuso el proyecto de la REFV por su carácter humanitario, heroico y de dimensión internacional hizo que se prestase mucho a ser fabulado en la literatura. La vida personal de Balmis, llena de contrastes y medio envuelta en el misterio, y no menos interesante la figura de Isabel, aunque más desconocida y enigmática, ha despertado el interés de varios escritores para situar a ambos personajes en la ficción otorgándoles atributos e imaginándoles en distintos escenarios. Existen varias versiones noveladas escritas sobre la expedición que, en la mayoría de los casos, se centran en el personaje de Isabel confiriéndole un protagonismo mayor que el habitualmente se le atribuye en los documentos y crónicas históricas.


Expedición Balmis

La figura de Isabel Zendal ha sido tratada en varias recreaciones literarias. (A la izquierda) En 2016 se estrenó la película 22 Ángeles, dirigida por Miguel Bardem e interpretada por María Castro en el papel de Isabel. (A la derecha) La novela Ángeles custodios de Almudena de Arteaga publicada en 2010 da especial protagonismo a la labor desempeñada por Isabel


    Enrique Alfonso inicia en 1950 las novelas publicadas con su obra “…Y llegó la vida” donde Isabel ejerce su rol de enfermera y es presentada como una atenta colaboradora de Balmis. Enrique V. García publica en 2005 la novela “La soledad de Balmis: la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna de la Viruela (1803-1806)” donde presenta a un Balmis romancero enamorado de Isabel Zendal. En 2006, la novelista dominicano-estadounidense Julia Álvarez escribió “Para salvar el mundo”, un relato de ficción sobre la expedición Balmis desde la perspectiva de Isabel Zendal, con un fuerte lanzamiento publicitario incluyendo una reseña en la revista JAMA. Ese mismo año de 2006, Luis Blanco Laserna publica “Balmis y los niños de la vacuna”, una novela dirigida al lector infantil y juvenil. En 2010, la expedición fue recreada también por la escritora madrileña Almudena de Arteaga en su novela “Ángeles custodios” con el papel protagonista de Isabel. Basándose en esta última novela, en 2016 se estrena la película “22 ángeles”, dirigida por Miguel Bardem y producida por RTVE. En 2011, la expedición es el tema central de la novela “Los héroes olvidados” de Antonio Villanueva Edo y de la novela “Los hijos del cielo” de Luis Miguel Ariza. En 2013, el escritor zaragozano Javier Neveo publica la novela “Los niños de la vacuna”, donde uno de los niños vacuníferos va narrando el relato. En 2015, el escritor y periodista Javier Moro escribe “A flor de piel”, una novela llena de aventuras sobre la REFV y donde la figura principal es ocupada por Isabel Zendal. En 2016 se estrenó el documental “Isabel Zendal, la enfermera que cambió el rumbo del mundo”, obra de Ana Fernández, Enrique Sierra y Javier González, y promovido por el Sindicato de Enfermería (SATSE) y la Fundación para el Desarrollo de la Enfermería (FUDEN). En 2017, la escritora gallega María Solar escribió la novela juvenil “Los niños de la viruela” que relata la historia de Isabel Zendal como rectora de la Casa de Expósitos y de cómo pasó a formar parte de la expedición. En 2018 se publicó el cómic “Nuevo Mundo. Isabel Zendal en la expedición de la vacuna”, dirigido al público infantil y juvenil, cuyos autores son Borja López Cotelo y María Olmo Béjar. Finalmente, en 2021 Javier de Isusi publicó una novela gráfica “El mar recordará nuestros nombres” donde Benito, el hijo de Isabel, ocupa un gran protagonismo.


Bibliografía recomendada
-Ávila Olivares JA, Martín Barrigós J. Isabel Zendal: La enfermera que fue clave para erradicar la viruela en medio mundo. Compañía Seqirus Spain, 2020.

-Balaguer Perigüell E, Ballester Añón R. En el nombre de los niños: La Real Expedición Filantrópica de la Vacuna (1803-1806). Madrid: Monografías de la Asociación Española de Pediatría nº 2, 2003.

-Blanco Laserna L. Balmis y los niños de la vacuna. Ediciones El Rompecabezas, 2006.

-Bustamante ME. La primera enfermera de la historia de la salud pública. Salud Pública de México 1975; 17(3):353-363.

-Gómez Vicente MA. Isabel Zendal Gómez. Primera enfermera de la historia en misión internacional. En VV. AA., Mujeres emprendedoras entre los siglos XVI y XIX, Madrid: Ministerio de Economía, Industria y Competitividad, Instituto de la Mujer y para la Igualdad de Oportunidades, Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, 2017.

-González Guitián C, Pazos MC, Pichel Guerrero MJ, Prieto Díaz A, García Sánchez M. Expósitos y sala de partos secretos. Hospital de La Caridad de A Coruña. Revista Rol de Enfermería 2000; 23(6):451-456.

-Ibáñez V, Navarro O, Bofill I. Enfermeras invisibles. Inventoras, invencibles, increíbles. Plan B, 2021.

-López Mariño A. Isabel Zendal Gómez, la enfermera de la primera vacuna. Temperamentvm 2018, 14(e12229):1-14.

-López Mariño A. Isabel Zendal Gómez en los Archivos de Galicia. Santiago de Compostela (A Coruña): Servicio de Publicaciones del Parlamento de Galicia, 2018.

-López Mariño A. Isabel Zendal. La madre de todas las vacunas. Santiago de Compostela (A Coruña): Teófilo Edicións, 2022.

-Nieto Antúnez P. La rectora de la Casa de Expósitos de La Coruña, excepcional y olvidada enfermera en la Expedición Balmis. A Coruña: Instituto José Cornide de Estudios Coruñeses, 1981.

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Como citar este artículo:

Lancina Martín JA. Isabel Zendal Gómez: Primera enfermera de la historia en misión internacional. Su papel en la Expedición Balmis para extender la vacuna contra la viruela en los territorios españoles de Ultramar [Internet]. Urología e Historia de la Medicina. 2023 [citado el día/mes/año]. Disponible en: https://drlancina.blogspot.com/2023/03/isabel-zendal-expedicion-balmis.html


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