El
siglo XIX será un siglo de decadencia para España con inestabilidad política,
guerras civiles, declive económico, pérdida de las colonias americanas y
decadencia económica que van a tener una proyección negativa en todos los
ámbitos de la sociedad. La descoordinación y continuos cambios en las políticas
sanitarias serán un obstáculo para que se llevan a cabo las reformas que España
necesita. En medio de este panorama, otros países europeos occidentales
progresan y lideran el desarrollo del conocimiento médico. La cirugía, de forma
particular, va a experimentar un avance espectacular con la aparición de la
anestesia a mitad del siglo y, un poco más adelante, de la antisepsia. La
desaparición del dolor y el menor número de complicaciones infecciosas, que
eran causa de una notable morbimortalidad, va a posibilitar un mayor número de
indicaciones para la cirugía, serán posible realizar abordajes de mayor grado
de complejidad y van a mejorar los resultados. En este siglo, la cirugía va a experimentar
un extraordinario crecimiento como especialidad y rápidamente va a alcanzar una
relevancia hasta entonces desconocida. Se va a dignificar definitivamente la
figura del cirujano, que debe obtener el correspondiente título en las
Facultades de Medicina o Colegios de Cirugía para la homologación de su
ejercicio profesional, y con ello irán desapareciendo a lo largo del siglo los
cirujanos practicantes y sangradores que carecen de esta formación
universitaria.
En
Galicia, será la ciudad de Santiago de Compostela la que lidere, de forma casi
exclusiva, estos profundos cambios en el progreso de la cirugía. Durante buena
parte del siglo XIX, Santiago es probablemente la más importante ciudad de la
región galaica por su alto número de población y por ser centro administrativo,
eclesiástico, universitario y cultural de toda Galicia. La existencia de una
Facultad de Medicina, compuesta por prestigiosos profesores de cirugía, y del
Hospital Real, con unas magníficas instalaciones y dotación, posibilitarán el
desarrollo que la cirugía precisa en ese momento. Fuera de Santiago, solamente Ferrol
y A Coruña pueden tener alguna actividad quirúrgica de cierta relevancia por
existir en estas ciudades hospitales militares destinados a atender las
demandas de la Armada y del Ejército, y que cuentan con recursos económicos y cirujanos
bien formados, muchos de ellos en alguno de los prestigiosos Reales Colegios de
Cirugía de Madrid, Barcelona o Cádiz.