lunes, 8 de junio de 2020

La cirugía urológica en Galicia durante el siglo XIX

              
Siglo XIX
         El siglo XIX será un siglo de decadencia para España con inestabilidad política, guerras civiles, declive económico, pérdida de las colonias americanas y decadencia económica que van a tener una proyección negativa en todos los ámbitos de la sociedad. La descoordinación y continuos cambios en las políticas sanitarias serán un obstáculo para que se llevan a cabo las reformas que España necesita. En medio de este panorama, otros países europeos occidentales progresan y lideran el desarrollo del conocimiento médico. La cirugía, de forma particular, va a experimentar un avance espectacular con la aparición de la anestesia a mitad del siglo y, un poco más adelante, de la antisepsia. La desaparición del dolor y el menor número de complicaciones infecciosas, que eran causa de una notable morbimortalidad, va a posibilitar un mayor número de indicaciones para la cirugía, serán posible realizar abordajes de mayor grado de complejidad y van a mejorar los resultados. En este siglo, la cirugía va a experimentar un extraordinario crecimiento como especialidad y rápidamente va a alcanzar una relevancia hasta entonces desconocida. Se va a dignificar definitivamente la figura del cirujano, que debe obtener el correspondiente título en las Facultades de Medicina o Colegios de Cirugía para la homologación de su ejercicio profesional, y con ello irán desapareciendo a lo largo del siglo los cirujanos practicantes y sangradores que carecen de esta formación universitaria.

               En Galicia, será la ciudad de Santiago de Compostela la que lidere, de forma casi exclusiva, estos profundos cambios en el progreso de la cirugía. Durante buena parte del siglo XIX, Santiago es probablemente la más importante ciudad de la región galaica por su alto número de población y por ser centro administrativo, eclesiástico, universitario y cultural de toda Galicia. La existencia de una Facultad de Medicina, compuesta por prestigiosos profesores de cirugía, y del Hospital Real, con unas magníficas instalaciones y dotación, posibilitarán el desarrollo que la cirugía precisa en ese momento. Fuera de Santiago, solamente Ferrol y A Coruña pueden tener alguna actividad quirúrgica de cierta relevancia por existir en estas ciudades hospitales militares destinados a atender las demandas de la Armada y del Ejército, y que cuentan con recursos económicos y cirujanos bien formados, muchos de ellos en alguno de los prestigiosos Reales Colegios de Cirugía de Madrid, Barcelona o Cádiz.


La asistencia médica en Galicia durante el siglo XIX


               En Galicia se irá adoptando a lo largo del siglo una red de hospitales públicos municipales y provinciales en todas las provincias, establecidos al amparo de las nuevas políticas sanitarias de beneficencia pública que obligan al Estado a satisfacer las necesidades de la población enferma sin recursos económicos. En todas las capitales más pobladas van a establecerse estos hospitales llamados de caridad, beneficencia y a veces simplemente asilos u hospitalillos, como ocurre con los creados en A Coruña, Santiago, Ferrol, Noia, Muros, Ortigueira, Ourense, Pontevedra, Vigo, Baiona, Cuntis, Lugo, Mondoñedo, Monforte de Lemos, Viveiro, Ribadeo y Sarria. La mayoría de estos centros asumirán funciones de asilo de ancianos, casa de maternidad, inclusa, hospicio y acogida de expósitos. Muchos de ellos dispondrán de camas reservadas para el ingreso de pacientes pobres que por su condición o gravedad de su enfermedad no pueden ser atendidos en su propio domicilio. Los hospitales más importantes estarán dotados con médicos, cirujanos y personal auxiliar. Los cirujanos titulares son preferentemente latinos, con formación en las Facultades de Medicina o Colegios de Cirugía, y que con frecuencia están asistidos por practicantes. Muchos de estos cirujanos desarrollaron un excelente trabajo para los limitados recursos con los que contaban.


Siglo XIX
Hospital de Caridad de A Coruña construido por iniciativa de Teresa Herrera a finales del siglo XVIII sirvió para la prestación de beneficencia municipal (arriba). Santo Hospital de Caridad de Ferrol de la beneficencia municipal comenzó a funcionar desde el año 1786 (abajo).






















siglo XIX
Hospital de Caridad de Vigo constituido en las instalaciones que ocupaba el convento franciscano de Santa María comenzó a funcionar en 1839 como beneficencia municipal (arriba). Hospital de San Bartolomé de Lugo fundado en 1621 sirvió para la beneficencia municipal hasta 1860 (abajo).


               En Galicia, no obstante, será Santiago la ciudad donde la cirugía alcance un desarrollo mayor al contar con una Facultad de Medicina dotada de cátedras de cirugía y de un hospital adscrito para la docencia, el Hospital Real, que dispone de unos servicios y recursos que no están al alcance de otros centros hospitalarios de la región. En Santiago, los catedráticos de especialidades quirúrgicas serán muy receptivos para incorporar inmediatamente todos los avances que se van produciendo en la cirugía, tanto en España como el resto del mundo, y como prueba de ello serán de los primeros en España en emplear la anestesia tanto etérea como clorofórmica inmediatamente después de los primeros ensayos con éxito en el extranjero.


siglo XIX
Hospital Real de Santiago que durante el siglo XIX presta servicios para la beneficencia provincial y además como hospital adscrito para la docencia de la Facultad de Medicina (Fotos de Charles Thurston Thompson tomadas en 1866).


               Durante buena parte del siglo, los cirujanos de Santiago, normalmente vinculados a la Universidad, realizarán la mayoría de las intervenciones en el Hospital Real, pero también, debido al prestigio que alcanzan, serán requeridos con frecuencia por otras ciudades de la región debiéndose desplazar hasta el lugar para practicar las intervenciones solicitadas, muchas veces asistidos por cirujanos locales. Los pacientes adinerados seguirán solicitando la asistencia en sus propios domicilios, a veces en hoteles cuando proceden de otra ciudad, ya que los hospitales suelen ser rechazados al estar ocupados por pacientes indigentes y, con frecuencia, manteniendo unas discutibles condiciones de higiene. El desarrollo que pronto va alcanzar la cirugía hará inviable esta asistencia domiciliaria por lo que van a aparecer sanatorios privados en toda Galicia en los primeros años del siglo XX para satisfacer esta la demanda, el primero de los cuales es fundado en 1902 por José Rodríguez Martínez en A Coruña.


Siglo XIX
Quirófano del Hospital Real de Santiago a principios del siglo XX (arriba). Sala de hospitalización del Hospital Provincial de Ourense a principios del siglo XX (abajo).


               La Facultad de Medicina de Santiago se creó en 1648, y la primera cátedra de Cirugía en 1751 por iniciativa de Pedro Bedoya y Paredes, pero la Facultad no alcanzó su pleno derecho hasta el año de 1845 con la implantación del plan del ministro Pedro José Pidal. El cambio de modelo de este plan, de carácter más práctico para la enseñanza de la Medicina, convirtió al Hospital Real en centro de referencia de la Facultad de Medicina para la docencia a cabecera de los pacientes hospitalizados. Esta reforma permitió la dotación de nuevas cátedras en el área quirúrgica que atrajo a cirujanos con buena formación de fuera de Galicia y que contribuyeron decisivamente al avance y mayor nivel de la cirugía en Galicia.

               Además de Santiago, solamente los hospitales militares de Ferrol y A Coruña podían ofrecer alguna actividad quirúrgica de cierta calidad por contar con buenos cirujanos e instalaciones adecuadas, no obstante quedaban lejos de la actividad desarrollada en el Hospital Real por los profesores cirujanos de la Facultad de Medicina que, además, tenían una mayor implicación docente e investigadora.

           El Hospital de la Marina de Ferrol inicia su actividad en 1792 con el nombre inicial de Hospital de Nuestra Señora de los Dolores. Destinado a oficiales de Marina y sus familiares, tenía permitido también el acceso a los obreros de los arsenales “La Maestranza”, pero sólo en caso de accidente laboral. Constaba de 13 salas con una capacidad total para 500 pacientes y estaba dotado de un anfiteatro donde se daban clases de Anatomía. La creación de este anfiteatro obedecía al criterio docente que se había establecido para los hospitales de la Armada en toda España. Este plan docente incluía, entre las obligaciones del cirujano mayor del hospital, la realización anual de un curso de cirugía y otro de disecciones anatómicas en cadáveres para que pudieran ejercitarse los cirujanos desembarcados en Ferrol. Según el Reglamento de 1869, una de las iniciativas de mayor trascendencia en la promoción de los médicos de la Armada fue la obligación de celebrar, una vez al mes, sesiones científicas en todos los Departamentos, al objeto de presentar casos clínicos y debatir temas de higiene naval. El contenido de las mismas era además recogido en una “memoria reglamentaria”, que se presentaba al Almirantazgo del Ministerio de Marina sirviendo a posteriori para la evaluación de los ponentes. En 1894 se produce una importante ampliación del hospital con la construcción de varios pabellones separados, y llegó a ser considerado por entonces como unos de los mejores hospitales de España por su arquitectura. Un pabellón estaba dedicado exclusivamente a cirugía y constaba de dos plantas divididas cada una en dos salas.

             El Hospital Militar de A Coruña se construye en 1626 con el nombre de Hospital del Rey para prestar asistencia a las tropas militares asentadas en la ciudad. En 1762 se establecen cursos de demostraciones prácticas de Anatomía dirigidos a los cirujanos practicantes que debían superar un examen ante los tribunales del Protomedicato para regularizar su ejercicio. En 1857 se acomete una amplia reforma demoliendo el hospital y construyendo uno nuevo que pasa a denominarse Hospital Militar del Buen Suceso. Este nuevo hospital constaba de 15 salas, organizadas entorno a un espacioso patio, y podía acoger a 300 enfermos.


Siglo XIX
Hospital de Marina de Ferrol se inicia en 1792 para satisfacer las necesidades de la Armada y estaba dotado de un anfiteatro donde se daban clases de Anatomía (arriba). Hospital Militar de A Coruña se construye en 1626 para prestar asistencia a las tropas militares y donde se realizaban cursos de demostraciones prácticas de Anatomía (abajo).



               Uno de los grandes problemas a los que nos enfrentamos para conocer la actividad quirúrgica que se desarrolló en los hospitales de Galicia durante el siglo XIX es la poca información de la que se dispone, ya que los cirujanos publican muy raramente en revistas médicas la actividad que desarrollan. Esto supone una gran limitación para conocer el tipo de cirugía que realizaban, las técnicas quirúrgicas que empleaban, las indicaciones sobre las que fundamentaban el tratamiento quirúrgico y los resultados de estas intervenciones. Por ello, se debe recurrir con frecuencia a otras fuentes documentales como las notas de prensa en diarios generalistas, notas laudatorias o necrológicas, discursos o presentaciones en foros médicos, memorias académicas o tesis doctorales, que también son escasas, y todo ello aunque sea una documentación valiosa en muchas ocasiones será insuficiente para una correcta evaluación.


La cirugía urológica en Galicia durante el siglo XIX


               Se puede dividir históricamente la cirugía urológica desarrollada en Galicia durante el siglo XIX en tres periodos correspondientes a cada tercio.

               Primer tercio de la cirugía urológica en Galicia

               Esta etapa se va a coincidir con un período especialmente trágico para la historia de España, comenzando con la guerra de la Independencia contra la invasión de las tropas napoleónicas y seguido por el reinado de Fernando VII que instauró un régimen absolutista con una férrea persecución de las ideas liberales, lo que se tradujo en el exilio de muchos médicos y la escasa publicación, incluso de temas médicos, por la dura censura de prensa.

          El siglo va a comenzar con un hecho trascendental para Galicia como es la creación del Colegio de Cirugía en Santiago en 1799 como continuación a los previamente creados en Cádiz, Barcelona y Madrid. Estos Colegios tenían como finalidad una docencia con sentido práctico y moderno para la formación de profesionales competentes frente a la escasa formación que ofrecían las Facultades de Medicina tradicionales. En el período previo a la constitución de los Colegios era muy preocupante la deficiente calidad de la actividad quirúrgica que se realizaba, en que predominaban los cirujanos romancistas, sin formación académica, limitados al aprendizaje artesanal y la práctica empírica de su actividad, y los cirujanos latinos, formados en el seno de la Universidad, pero muy especulativos y sin experiencia.

              Debido al gran éxito que se consigue con la creación por Pedro Virgili del primer Colegio de Cirugía en Cádiz en 1748, seguirá la fundación de nuevos Colegios en Barcelona en 1760 y en Madrid en 1787. Inicialmente el objetivo de estos Colegios era preparar cirujanos capacitados para atender las necesidades de la milicia pero, debido a su éxito, se extendió también a la sociedad civil. A estos Colegios existentes, seguirá la creación de otros tres en Santiago, Burgos y Salamanca en 1799. Los planes de estudios de todos estos Colegios tenían una duración de cinco años y seguían los mismos libros de texto, que en su mayoría eran realizados por el propio profesorado y gozaban de una excelente aceptación por su calidad docente.

              La creación de estos Colegios producirá un enfrentamiento inmediato con el Protomedicato y las Universidades, hasta entonces únicos responsables de la formación oficial de médicos en España. La supervivencia de los Reales Colegios recién formados fue muy difícil. El de Cádiz, Madrid y Barcelona continuaron con sus enseñanzas y consolidándose, aunque no sin dificultades. Sin embargo, más difícil fue la continuidad en los restantes, el de Salamanca pudo sobrevivir durante solamente cuatro años y el de Burgos se extinguió en 1824 sin catedráticos de plantilla ni alumnos. Por el contrario, el Colegio de Santiago constituyó un intento más serio para establecer un importante centro de enseñanza en Galicia, pero que fue frustrado por la falta de apoyos económicos e institucionales, y mantenido por la constancia de José Francisco Vendrell de Pedralbes y de Eusebio Bueno Martínez, sus dos grandes valedores, que no pudieron impedir el cierre definitivo del Colegio en 1833.

               El 18 de octubre de 1799, la Junta Superior Gubernativa de la Facultad Reunida comunica al Hospital Real la decisión de establecer, en él mismo, el nuevo Real Colegio de la Facultad Reunida, y que debe permitirse a los estudiantes la asistencia a las salas de Cirugía y Medicina, para hacer observaciones y cuidado de algún enfermo. Desde el principio el Colegio de Santiago va a tener un duro enfrentamiento con el Hospital Real, que era necesario para poder llevar a cabo los planes docentes del Colegio por su carácter fundamentalmente práctico, negando el Administrador del Hospital toda colaboración con la disculpa de una supuesta escasez de espacio para las aulas e impidiendo las prácticas con los enfermos hospitalizados.


Siglo XIX
Tesis doctoral del cirujano Ramón Herrera presentada al Real Colegio de Cirugía de Santiago en 1821 (arriba). Discurso Inaugural del cirujano Eusebio Bueno por la apertura de Química en el Real Colegio de Cirugía de Santiago en 1800 (abajo).


               Durante los años de existencia del Colegio tuvieron participación docente varios profesores cirujanos como Eusebio Bueno, Marcos Marín, Ramón Herrera, Ramón Angelet, José Ridecós y Bruno Roig, alguno de ellos con un paso fugaz por el Colegio. Eusebio Bueno, formado en el Colegio de San Carlos de Madrid, fue una de las figuras claves y profesor de varias materias en el Colegio de Santiago, asumiendo la enseñanza de la cirugía. También fue cirujano titular del Hospital Real. Escribió un extenso informe que presentó a la “Real Junta del Grande y Real Hospital de Santiago” sobre la provisión de material de curas y vendajes y su modo de empleo. Marcos Marín era responsable de la cátedra de Cirugía de la Facultad de Medicina, una vez que se separó de la de Anatomía en 1792, y también ejercía como cirujano mayor del Hospital Real. Una vez iniciado el Colegio es nombrado catedrático supernumerario y bibliotecario. De él se conserva una memoria sobre fístulas fechada en 1802 y otra de 1805 sobre “Medios contra el contagio y construcción de hospitales y lazaretos”. Ramón Herrera, formado en el Real Colegio de Cádiz, figura como vinculado a la Universidad y asimismo ejerce como cirujano titular del Hospital Real. Ya incorporado al Colegio, en 1821 defiende una tesis doctoral, a la vez que lee una comunicación sobre el escorbuto venéreo. Ramón Angelet, graduado en el Colegio de Cirugía de Barcelona, presenta en 1801 una memoria en el Colegio de Santiago titulada “La simplificación y curación de las fístulas”. Como disector anatómico, seguramente impartía la docencia en Anatomía alternándose con José Ridecós. Bruno Roig, graduado en Barcelona como cirujano latino, se le cita en 1818 como vicedirector del Colegio de Santiago y cirujano honorario de Cámara.

           En el momento que se funda el Colegio, la asistencia quirúrgica en Santiago se limitaba prácticamente a la que se llevaba a cabo en el Hospital Real por los cirujanos titulares que eran contratados, pero desvinculados de la docencia lo que limitaba mucho su progresión y las posibilidades de formación de nuevos cirujanos debidamente instruidos. Por este motivo, Galicia no se pudo beneficiar del avance que hubiese supuesto para la cirugía si el Colegio hubiese contado con los debidos apoyos.

          En esta etapa los procedimientos urológicos que se tratan son muy limitados. No existen aportaciones españolas originales teniendo plena vigencia las propuestas en el siglo precedente. Destaca la litiasis vesical y la operación de litotomía, sin aportes destacables a los métodos tradicionales, que son exclusivamente perineales en el hombre y vaginales en la mujer. El avance que supuso la litotricia, propuesta por Civiale en Francia, aún no va a tener reflejo en el tratamiento de la litiasis vesical durante este período. Aparte de la talla, no se practican más intervenciones en vejiga que la punción vesical en caso de retención urinaria y ocasionalmente la corrección de fístulas vesicales. Abunda mucho los procedimientos de cateterismo uretral en caso de retención de orina y para dilatación de estenosis de uretra. En área genital destaca la orquiectomía en pacientes con sarcocele o tumores, el drenaje de abscesos y los distintos tratamientos para el hidrocele. Para tumores de pene se propone la amputación y la circuncisión para la estenosis prepucial.

 En Galicia no hay constancia documental en este período de publicaciones ni comunicaciones académicas sobre procedimientos quirúrgicos en relación con la patología génitourinaria. Tampoco se publica ninguna revista de carácter médico. Resulta anecdótico y curioso el caso clínico presentado en 1832 por Gregorio Mon y Pardo, médico ejerciente en Mondoñedo, correspondiente a un paciente varón de 21 años que presenta una uretritis crónica de posible origen venéreo y que siguió de una orquiepididimitis aguda y posterior atrofia testicular bilateral. Esta comunicación fue presentada a la Real Academia de Medicina y Cirugía de Madrid. Con posterioridad, este trabajo fue publicado en la revista Gaceta Médica en 1849. Mon realizó los estudios de medicina en el Real Colegio de San Carlos en Madrid, dejando testimonio de agradecimiento a los catedráticos del Colegio por la formación recibida.

               Segundo tercio de la cirugía urológica en Galicia

                   En este período es cuando se va a dar un salto muy grande en la progresión de la cirugía con la aparición de la anestesia a partir del año 1846. Para Galicia va a ser muy significativo que la Facultad de Medicina alcance el pleno derecho a partir del año 1845. Desde entonces se dotarán nuevas cátedras de cirugía y se aumentarán los recursos docentes quedando el Hospital Real adscrito a la Universidad para las prácticas de estudiantes de Medicina. Por otra parte, comenzarán a ocupar estas cátedras cirujanos provenientes de fuera de Galicia con formación en universidades de prestigio que van a dar un impulso definitivo al progreso de la cirugía. Este momento histórico de la Facultad de Medicina, que va a reunir prestigiosos profesores bajo el estímulo favorable de José Varela de Montes como decano, va a suponer una etapa de brillantez, desconocida hasta entonces, y que algunos han venido a denominar la Escuela Médica Compostelana.
           En este período se publica en 1848 Revista Médica, la primera revista con carácter exclusivamente médico en Galicia, editada por la Academia Médica de Emulación de Santiago y dirigida por José Varela de Montes. Durante sus tres años de existencia los profesores de la Facultad van a publicar de forma intensiva sus experiencias en esta publicación. Otras revistas que aparecen son Boletín del Cólera en 1854 y Revista de Ciencias Médicas en 1856, también editadas en Santiago y dirigidas por Varela de Montes, todas ellas de efímera duración.

               Entre los cirujanos que por aquel momento están vinculados a la Facultad de Medicina se encuentran José González Olivares, Vicente Guarnerio Gómez, Andrés Laorden López, José García Baeza, Francisco Barreiro Freire, Ramón Otero Acuña y José Andrey Sierra. Otros cirujanos que ejercen en la ciudad sin actividad docente son Alejandro Lanzós Rodríguez, Juan Gutiérrez de la Cruz y Francisco Javier Fernández González. Con toda posibilidad todos estos cirujanos realizaban intervenciones por patología urogenital que, por aquel entonces, consistían en la realización de cateterismos por retención de orina, circuncisión, exéresis de tumores de pene y de testículo, resolución de hidroceles, corrección de fístulas vesicales y uretrales, dilataciones y uretrotomías por estenosis de uretra, drenaje de abscesos escrotales o curas de lesiones sifilíticas y también la talla y la litotricia para el tratamiento de la litiasis vesical. A pesar de la limitada información que tenemos de la actividad quirúrgica desarrollada por cada uno de estos cirujanos, la lectura de memorias publicadas de Clínica Quirúrgica y, más raramente, de comunicaciones y publicaciones en revistas médicas nos puede dar algunas pistas. Destacan por el número de intervenciones urológicas que realizan González Olivares, Guarnerio, Laorden y Andrey.

José González Olivares (1802-¿?)

              Natural de Oviedo. Realiza estudios de Medicina en el Real Colegio de San Carlos de Madrid. Llega a Santiago en 1838 y acaba siendo nombrado catedrático de Enfermedades de las Mujeres y los Niños en la Facultad de Medicina que más adelante permuta por Clínica Quirúrgica. Además, es cirujano titular del Hospital Real. En 1858 se traslada a la Universidad de Valladolid.

               Como miembro de la Academia Médica de Emulación de Santiago, entidad fundada por Varela de Montes en 1846, participó de forma activa exponiendo en la sesión del 2 de abril de 1848 el tema de “Gangrena espontánea”. En 1855 le correspondió dar la lección inaugural del curso académico 1855-6 en la Universidad de Santiago, que tuvo como tema “Progresos de la cirugía”, donde hace un repaso, muy sucinto, de los avances quirúrgicos del momento como la introducción de la anestesia general, el éxito de los vendajes inamovibles y de la ortopedia, las novedades en el tratamiento del estrabismo, miopía y tartamudez, mejoras en la curación de las heridas y contribuciones a la cirugía vascular y de las vías urinarias.

              Fue un prolífico publicista, en contraposición con el resto de sus colegas de Facultad, publicando más de veinte artículos científicos entre revistas de carácter local y nacional. Colaboró asiduamente en la prensa médica editada en Santiago como la Revista Médica. En 1854 funda, junto a Varela de Montes y Vicente Martínez de la Riva, el Boletín del Cólera como consecuencia de la aparición del cólera morbo que en 1854 se extendió por la provincia de Pontevedra. También colabora en la Revista de Ciencias Médicas de Santiago.


Siglo XIX
José González Olivares catedrático de Enfermedades de las Mujeres y los Niños en la Facultad de Medicina de Santiago. Su firma (izquierda arriba) y grabado de un cálculo vesical extraído por su método de talla hipogástrica transvesical en 1847 (izquierda abajo). Programa de Obstetricia para el curso 1851-2 (derecha).


                Su inquietud investigadora le llevó a participar, de forma destacada, en uno de los episodios más apasionantes a mitad del siglo XIX como fue la introducción de la anestesia general. Olivares, con la imprescindible ayuda de Antonio Casares Rodrigo, catedrático de Química, publica en el Boletín de Medicina, Cirugía y Farmacia una serie de 14 casos realizados empleando éter sulfúrico para anestesia hasta el 22 de febrero de 1847. Como no se tiene noticia de la fecha del primer caso que realiza Olivares, no se puede estimar la prioridad de sus ensayos pero, de cualquier forma, están muy próximos a los primeros realizados por Diego de Argumosa en Madrid. Olivares no manifiesta un excesivo entusiasmo con estas primeras experiencias, posiblemente por seguir una técnica inadecuada o un manejo de dosis insuficientes. Inmediatamente después de la aparición del éter, se empieza a utilizar con éxito el cloroformo. También en Santiago se va a iniciar una actividad investigadora, sin parangón en el resto de España, con este nuevo agente anestésico. Después del éxito inicial de Vicente Guarnerio, catedrático de Clínica Quirúrgica, Olivares realiza sus primeros casos entre los días 20 y 25 de diciembre de 1847 en un caso de escisión de tumor mama y otro de una amputación de pene con resultados satisfactorios.

             Se considera a Olivares como el introductor en España de la talla hipogástrica en el año 1847, incluso aportando modificaciones personales, y lo hace en un momento que este abordaje estaba sometido a grandes críticas en Europa por las complicaciones severas que podía ocasionar. Su experiencia es publicada en el Boletín de Medicina, Cirugía y Farmacia en 1847, aunque él mismo menciona que esta intervención ya lo había llevado a cabo con anterioridad. Las buenas experiencias iniciales obtenidas por Olivares, y que fueron continuadas y ratificadas por Diego de Argumosa y Alejando San Martín en Madrid, consiguieron que el abordaje hipogástrico fuese aceptado plenamente desde entonces en España. No ocurrió de igual manera en Santiago por los malos resultados obtenidos lo que hizo que esta técnica quedase en el olvido hasta que es recuperada en Galicia nuevamente por Enrique Lanzós más de 30 años después.

             Olivares también practica intervenciones para la corrección del hidrocele, de la cual tenía una amplia casuística según él mismo confiesa, publicando sus experiencias en varias revistas como Anales de Cirugía en 1846, Archivos de la Medicina Española en 1846, Telégrafo Médico en 1849 y Revista Médica de Santiago en 1849. Defiende la técnica de inyección de sal común intravaginal por encima del vino caliente y el yodo. Se muestra poco partidario del método de los bordones propuesto por Diego de Argumosa debido a la alta posibilidad de complicaciones infectivas.

Vicente Guarnerio Gómez (1818-1880)

              Natural de Albacete. Realiza estudios de Medicina en la Universidad de Montpellier alcanzando el título de doctor con la tesis doctoral “De l´incontinence d´urine”. En 1845 recala en la Universidad de Santiago siendo nombrado catedrático de Clínica Quirúrgica. En 1850 se traslada a la Universidad de Granada.

                      El mismo año de su llegada a Santiago se habilita en el Hospital Real una sala, conocida con el nombre de Santa Rosa, para que pudiera impartir las lecciones a sus alumnos, y también se le asigna una clínica especial para las intervenciones quirúrgicas y hospitalización de sus pacientes. En 1846 existe la constatación de que intervino en varias sesiones científicas de la Academia Médica de Emulación. En la sesión del 2 de abril de 1848 interviene en un debate sobre “Fiebres” y en la sesión del día 14 de mayo de 1848 interviene en la discusión sobre la memoria leída por González Olivares sobre “Gangrena espontánea”, donde al parecer existió un fuerte enfrentamiento entre ambos por mantener criterios muy distintos.

                   En el año 1847 participó en las primeras intervenciones quirúrgicas con anestesia general clorofórmica que se realizaron en España junto a los profesores Antonio Casares Rodrigo, José González Olivares y Andrés Laorden López, logrando alcanzar una gran difusión en la prensa médica y de información general. El día 20 de diciembre de 1847, Guarnerio usó por primera vez en España el cloroformo con resultados satisfactorios para practicar una amputación parcial de pene a un paciente de 62 años, publicando esta experiencia de forma inmediata en la Gaceta Médica.


Siglo XIX
Vicente Guarnerio Gómez catedrático de Clínica Quirúrgica en la Facultad de Medicina de Santiago (izquierda). Su trabajo “Cálculo vesical. Litotricia. Curación. Reflexiones. Valor de la talla y Litotricia” publicado en la Revista Médica de Santiago en 1850 (derecha).


               Conocemos datos de su actividad quirúrgica a través de su colaborador Juan García Baeza quien publica dicha actividad en la Revista Médica en 1848. Entre los casos que se describen incluyen dos casos de hidroceles tratados con inyección de yodo y un caso de fístula en uretra peno-escrotal tratada con cateterización uretral. Entre sus aportaciones quirúrgicas personales destaca la modificación de la técnica de sonda-erina, que había sido descrita por su maestro M. Lallemand de la Universidad de Montpellier, para el tratamiento de las fístulas vésico-vaginales.

               Es muy notable su publicación titulada “Cálculo vesical. Litotricia. Curación. Reflexiones. Valor de la talla y litotricia”. Este extensísimo trabajo sobre la litiasis vesical fue publicado en la Revista Médica de Santiago sucesivamente en los números 54, 55, 56, 57 y 60 del mismo año de 1850. El trabajo ocupa un total de 20 páginas, lo que más bien pudiera ser considerado como una monografía más que un simple artículo de revista. El objetivo de Guarnerio con este trabajo es hacer una serie de reflexiones sobre la forma como tratar la litiasis vesical a través de la minuciosa descripción que hace de un caso clínico de un paciente de 25 años al que practica litotricia transuretral en el Hospital Real de Santiago, y que él mismo manifiesta ser la primera vez que se realiza en Galicia. Efectivamente era una técnica no muy practicada por aquel entonces en España, debido a las dificultades técnicas que entrañaba y la poca experiencia que se tenía, a pesar de la amplia difusión que ya había alcanzado en Francia desde hacía unos años antes favorecida por los trabajos de Jean Civiale y Leroy d’Etiolles. Guarnerio señala que la elección entre la talla y la litotricia muchas veces no es fácil. Se deberá tener en cuenta la dureza y el volumen de los cálculos, la capacidad y estado de la vejiga, la existencia o no de adherencia del cálculo a la mucosa vesical y la posibilidad de acceso por la uretra. Se muestra defensor de la nueva técnica y finaliza concluyendo que la introducción de la litotricia consigue prestigiar un procedimiento quirúrgico, la extracción de los cálculos vesicales, que durante muchos siglos estuvo muy desconsiderado con la práctica de la talla perineal.

               Andrés Laorden López (1813-1902)

                   Natural de Seseña (Toledo). Cursó estudios de Medicina en el Real Colegio de San Carlos de Madrid, teniendo como profesores a Diego de Argumosa, Melchor Sánchez de Toca y Joaquín Hysern. Fue catedrático de Anatomía Quirúrgica, Operaciones, Vendajes y Apósitos en la Facultad de Medicina en Santiago con nombramiento en 1846. Se traslada en 1853 a la Universidad de Salamanca.

                Laorden tuvo una participación muy activa en los primeros ensayos que se hicieron con anestesia clorofórmica en la Facultad de Medicina de Santiago en diciembre de 1847, y acabó publicando sus experiencias personales en la Revista Médica de Santiago en 1848.

                Se tiene información sobre intervenciones quirúrgicas por patología urológica realizadas por Laorden durante su estancia en Santiago, según se describe en la Memoria de la Clínica Quirúrgica de los cursos 1846-7 y 1848-9, y entre éstas figuran casos de circuncisión, amputación de pene, cura radical del hidrocele, uretroplastia y corrección de fístula uretral.


Siglo XIX
Andrés Laorden López catedrático de Anatomía Quirúrgica, Operaciones, Vendajes y Apósitos en la Facultad de Medicina de Santiago (izquierda). José Andrey Sierra catedrático de Embriología y Clínica de Obstetricia y Enfermedades propias de la Mujer y de los Niños en la Facultad de Medicina de Santiago (derecha).


               José Andrey Sierra (1821-1900)

               Natural de Chiclana (Cádiz). Realizó estudios de medicina en el Real Colegio de Cirugía de Cádiz. Fue catedrático en Santiago de Embriología y Clínica de Obstetricia y Enfermedades propias de la Mujer y de los Niños. Se describe como un habilísimo obstetra y cirujano, que practicaba gran número de intervenciones toco-ginecológicas y también la corrección de fístulas vésico-vaginales.

               Fue cofundador, en 1856, de la Revista de Ciencias Médicas de Santiago, que dirigía José Varela de Montes, y que contaba también en la redacción con Antonio Casares Rodrigo y José González Olivares, catedráticos en dicha Facultad.

              Fue gran publicista, poco habitual en los profesores de la Facultad de Medicina de aquel tiempo. Tenemos constancia de la existencia de un documento escrito por él sin datar con el título de “Ventajas e inconvenientes de la curación de las fístulas y de los medios empleados para ello”.


               Tercer tercio de la cirugía urológica en Galicia

               Este período marcará la consolidación y el desarrollo de la cirugía debido a la generalización de la anestesia y la aparición de los métodos antisépticos que conseguirán aumentar el número de procedimientos quirúrgicos con una menor tasa de complicaciones infecciosas. En este periodo se producirá también el nacimiento de las distintas especialidades quirúrgicas debido a la magnitud y extensión que alcanza la cirugía. En España, el primer servicio especializado de enfermedades génitourinarias se establecerá en 1885 en el Instituto de Terapéutica Operatoria en el Hospital de la Princesa de Madrid y que va a estar dirigido por Enrique Suender, al que se considera propiamente como el primer urólogo en España. En Galicia durante todo este período la cirugía urológica será realizada por los cirujanos generales, pues no será hasta el año 1911 cuando Manuel Villar Iglesias, con su nombramiento de profesor especial de las Enfermedades de las Vías Urinarias en la Facultad de Medicina de Santiago, marcará el inicio de la especialidad de Urología en Galicia.

                      Esta etapa será muy fecunda en la edición de revistas médicas, lo que permitirá conocer mejor la actividad quirúrgica que se está realizando en Galicia. Se fundan la Revista de la Academia Médico-Quirúrgica de Compostela en 1895, dirigida por Alfonso Cerdeira Fernández, y el Boletín de Medicina y Cirugía en 1899, también editada en Santiago y dirigida por J. Eleizegui López, ambas revistas de brevísima duración. Otras revistas editadas de las que no ha podido encontrarse ningún ejemplar son la Revista General de los Progresos de la Medicina en Europa y América, comenzando su publicación en 1877 en Santiago y dirigida por Ramón Varela Iglesia, La Crónica, publicada en Santiago en 1880 y dirigida por J. Barcia Caballero y Santiago L. Mosquera, Galicia Médica, fundada por José Rodríguez Martínez en A Coruña en 1886, El Eco del Practicante, publicada en 1888 y dirigida por Manuel Rodríguez Abella, y La Temporada de Mondaríz, una revista que comenzó su publicación en 1887 y que contiene información científica relativa a los tratamientos termales de su establecimiento.

                Santiago sigue siendo, alrededor de los profesores de la Universidad, la referencia principal de la cirugía que se practica en toda Galicia. Los profesores quirúrgicos del momento en la Facultad de Medicina son Timoteo Sánchez Freire, Maximino Teijeiro Fernández, Gerardo Francisco Jeremías Devesa, Manuel Andrade Núñez, Ángel Martínez de la Riva y Vilar, Braulio Félix Reino Gómez y Francisco Piñeiro Pérez. Otros cirujanos ejercientes en Santiago sin actividad docente son Pablo González Munín y Jacobo Caldelas. Entre los citados, tenemos referencia de ejecución de buen número de intervenciones en patología génitourinaria a Sánchez Freire, Teijeiro, Jeremías y Andrade. Las intervenciones que entonces se practicaban era la talla, litotricia, cateterismos de vejiga, uretrotomías, dilataciones de uretra, uretroplastias, fimosis, orquiectomías, hidrocelectomías o penectomías. No tenemos ninguna referencia de que comenzasen a ser intervenidos pacientes con cáncer de vejiga. La primera nefrectomía en Galicia que se tenga noticia fue realizada por Ángel Baltar Cortés en 1907.

               Fuera de Santiago podemos destacar a Enrique Lanzós Sánchez, con ejercicio en Vigo y al que se considera como el reintroductor de la talla hipogástrica en Galicia después de más de 30 años de abandono. Otra figura destacable es José Rodríguez Martínez, fundador en A Coruña el primer sanatorio privado de Galicia en 1902, en donde se ofrecen tratamientos quirúrgicos para enfermedades urogenitales. Otros episodios aislados de que se tenga noticia son la realización de una talla en Vilagarcía de Arousa en 1875, y también otra talla en Pontevedra en 1900 practicada por Felipe Isla Gómez ayudado por Poza y Ballina.

               Timoteo Sánchez Freire (1838-1912)

              Natural de Sobrado dos Monxes (A Coruña). Catedrático de Clínica Quirúrgica de la Facultad de Medicina de Santiago, fue cirujano de reconocido prestigio que mostró un gran interés en el estudio de la fisiopatología y anatomía patológica de las enfermedades quirúrgicas. Fue un gran revitalizador de la cirugía urológica desde los tiempos de Olivares y Guarnerio realizando, con modificaciones técnicas personales, la talla perineal y la suprapúbica, y también uretrotomías por estenosis de uretra, refiriendo tener buenos resultados.

        En 1880 se daba la noticia en prensa de la realización por Sánchez Freire de una talla perineal, una técnica que había sido abandonada en Santiago desde hacía varios años debido al riesgo de infección postoperatoria pero que ahora se afrontaba con más seguridad por la aplicación de los métodos de antisepsia quirúrgica que empezaron a ponerse en práctica en Santiago a partir de 1879. Se vuelven a notificar nuevos casos de talla perineal practicados por Sánchez Freire en 1882, 1883 y 1889, con buenos resultados y contando con la colaboración ocasional de Teijeiro y Andrade. En estas intervenciones incorpora modificaciones técnicas para evitar en lo posible la hemorragia, posiblemente recurriendo a la vía lateralizada.

        Tuvo una gran resonancia en la prensa una intervención que practicó en 1897 al delegado de Hacienda de León consistente en una uretrotomía externa por estenosis de uretra de larga evolución, intervención que era considerada de dificultad en aquellos momentos. Contó con la ayuda de Pondal y Pimentel para esta cirugía y, al parecer, fue seguida de buenos resultados. También se refiere en prensa la realización en 1901 de una evacuación de hematoma posiblemente perirrenal. En otra ocasión se desplazó hasta Vigo en 1900 para intervenir al conocido empresario José García Barbón que estaba afecto de una litiasis vesical para practicarle una litotricia, operación que hizo ayudado por Daniel Pimentel y Enrique Lanzós, éste último antiguo alumno de Freire y que ya llevaba varios años establecido en Vigo ejerciendo la cirugía.


Siglo XIX
Timoteo Sánchez Freire catedrático de Clínica Quirúrgica en la Facultad de Medicina de Santiago (izquierda). Maximino Teijeiro Fernández catedrático de Patología Quirúrgica en la Facultad de Medicina de Santiago (derecha).


               Maximino Teijeiro Fernández (1827-1900)

               Natural de Monforte de Lemos (Lugo). Fue catedrático de Patología Quirúrgica en la Facultad de Medicina de Santiago. Destaca su tarea como investigador centrada en el estudio de las enfermedades de transmisión sexual. Aunque era fundamentalmente médico clínico, Teijeiro realizó importantes contribuciones a la cirugía.

                  En 1885 llamó a consulta a Enrique Suender sobre un enfermo, alto representante de la milicia, que padecía una patología vesical al que finalmente el reconocido urólogo madrileño no recomendó la intervención quirúrgica.

                     Teijeiro figura como interviniente en operaciones de talla, litotricia, amputación de pene, dilatación de uretra y uretroplastia, datadas todas ellas en las dos últimas décadas del siglo. En una operación de talla perineal realizada en 1883 figura como ayudante de Sánchez Timoteo.

               Gerardo Francisco Jeremías Devesa (1847-1890)

               Natural de Santiago. Catedrático de Patología Quirúrgica en la Facultad de Medicina de Santiago, fue un hábil cirujano pionero en la cirugía abdominal. En 1879 realizó la primera ovariectomía en Santiago bajo condiciones de asepsia. Fue uno de los primeros en realizar la talla hipogástrica después de que la hubiese reintroducido Enrique Lanzós en Santiago en 1879. Se tienen noticia de al menos tres operaciones de talla realizadas por Jeremías, dos casos de talla perineal están fechados en 1882 y una amputación de pene en 1880.


Siglo XIX
Gerardo Francisco Jeremías Devesa catedrático de Patología Quirúrgica en la Facultad de Medicina de Santiago (izquierda). Tesis doctoral de Manuel Andrade Núñez catedrático de Clínica de Obstetricia en la Facultad de Medicina de Santiago presentada el 12 de junio de 1879 (derecha).


               Manuel Andrade Núñez (1857-1901)

               Natural de Santiago. Catedrático de Clínica de Obstetricia en la Facultad de Medicina de Santiago en 1896 por permuta con José Andrey de la cátedra de Patología Médica. Fue discípulo y ayudante de Sánchez Freire. Tenemos noticia de que intervenía fístulas vésicovaginales, de las que parece llegó a ser un experto a tenor de un informe de prensa de abril de 1900 donde se comenta de sus buenos resultados a pesar de las dificultades que entrañan este tipo de intervenciones. También se conoce la realización de una talla por cálculo vesical gigante en 1893, contando con la ayuda de Francisco Piñeiro.

               Enrique Lanzós Sánchez (1858-1930)

               Natural de Santiago. Se le considera el reintroductor en Santiago de la talla hipogástrica para la extracción de cálculos vesicales en 1879, después de que treinta y dos años antes fuese introducida por José González Olivares en el Hospital Real. A partir de entonces, y como consecuencia de sus buenos resultados, esta técnica no tardaría en ser realizada por otros cirujanos compostelanos.

             Las razones para que esta técnica estuviera en el olvido durante tantos años habría que buscarlas es las dificultades propias que tenía este abordaje, con riesgo de lesiones de asas intestinales por apertura del peritoneo y otras graves complicaciones como las infecciosas y la fístula urinaria vesicocutánea. También debe tenerse en cuenta el desfavorable perfil de estos pacientes, a menudo de edades avanzadas, con importantes comorbilidades, disfunción renal, malnutridos, con trastornos metabólicos y patologías cardiacas y pulmonares, además de ser portadores de infecciones urinarias crónicas. La introducción de la antisepsia basada en el método de Lister y el progreso en la técnica anestésica animó a los cirujanos a realizar nuevamente esta intervención en base al menor número de complicaciones.

               Desde su licenciatura se dedicó preferentemente a la práctica de la cirugía en el Hospital Real de Santiago consiguiendo una sólida formación quirúrgica, primeramente por su padre Alejandro Lanzós Rodríguez y a través del mismo por su relación con otros cirujanos compostelanos, llegando a convertirse en discípulo predilecto de Timoteo Sánchez Freire. Enrique Lanzós fue uno de los primeros es adoptar el método antiséptico propuesto por Lister, y que había sido introducido en Santiago por Maximino Teijeiro, Gerardo Jeremías y González Munín en junio de 1879. Ya en el año 1879 y 1880 se notifica en la prensa operaciones de talla perineal, hipogástrica y litotricia realizadas por Lanzós en Santiago.

                Poco después, Lanzós se traslada a la ciudad de Vigo para continuar su ejercicio profesional donde continuó realizando la talla. Por prensa se notifican intervenciones de talla practicadas por él en 1881, 1884, 1889 y 1900. Suele contar con la ayuda de su hermano Luis y también de Felipe Iglesias Ramos para realizar estas cirugías.


Siglo XIX
Enrique Lanzós Sánchez cirujano ejerciente en Vigo (izquierda). José Rodríguez Martínez ejerciente en A Coruña y fundador del primer sanatorio privado en Galicia (derecha).

Siglo XIX
Casa de Cirugía Higia primer sanatorio privado en Galicia fundado por José Rodríguez Martínez. Despacho de consulta (arriba) y Sala de operaciones (abajo).


               José Rodríguez Martínez (1856-1921)

               Nacido en A Coruña. No fue propiamente un cirujano al uso, pero recibió formación por inminentes cirujanos y realizó intervenciones quirúrgicas, entre ellas por patología génitourinaria. Fue el fundador en A Coruña del primer sanatorio privado en Galicia en 1902, llamado Casa de Cirugía Higia, al que seguiría el sanatorio fundado por Ángel Baltar Cortés y Manuel Varela Radío en Santiago en 1908, el Sanatorio Quirúrgico de Santiago, que servirá como modelo a buena parte de hospitales privados que se fundaron en Galicia con posterioridad.

               Rodríguez basa la fundación del sanatorio en la necesidad de que los pacientes puedan ser intervenidos con las máximas garantías de seguridad y para evitar complicaciones infecciosas pues ya que por aquel entonces se hacía insostenible la asistencia en domicilios particulares que aún seguían demandando los pacientes con mayores recursos económicos. Entre los servicios que ofrece en su sanatorio se incluyen pacientes con patologías urológicas de baja magnitud.

           Los conocimientos en el tratamiento de las enfermedades génitourinarias derivan de sus estancias en las clínicas de Enrique Suender en Madrid y Víctor Azcárreta en Barcelona, dos de los urólogos más prestigiosos del momento en España. También se declara discípulo de Federico Rubio y Galí y de los profesores compostelanos Sánchez Freire y Teijeiro, que bien pudieron servirle como referencia para su aprendizaje quirúrgico. Fue fundador de las revistas Galicia Médica en 1886 y Revista Médico-Social en 1905.



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Cómo citar este artículo:
Lancina Martín JA. La cirugía urológica en Galicia durante el siglo XIX [Internet]. Doctor Alberto Lancina Martín. Urología e Historia de la Medicina. 2020 [citado el]. Disponible en: http://drlancina.blogspot.com/2020/06/la-cirugia-urologica-en-galicia-durante.html

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