El
siglo XIX será un siglo de decadencia para España con inestabilidad política,
guerras civiles, declive económico, pérdida de las colonias americanas y
decadencia económica que van a tener una proyección negativa en todos los
ámbitos de la sociedad. La descoordinación y continuos cambios en las políticas
sanitarias serán un obstáculo para que se llevan a cabo las reformas que España
necesita. En medio de este panorama, otros países europeos occidentales
progresan y lideran el desarrollo del conocimiento médico. La cirugía, de forma
particular, va a experimentar un avance espectacular con la aparición de la
anestesia a mitad del siglo y, un poco más adelante, de la antisepsia. La
desaparición del dolor y el menor número de complicaciones infecciosas, que
eran causa de una notable morbimortalidad, va a posibilitar un mayor número de
indicaciones para la cirugía, serán posible realizar abordajes de mayor grado
de complejidad y van a mejorar los resultados. En este siglo, la cirugía va a experimentar
un extraordinario crecimiento como especialidad y rápidamente va a alcanzar una
relevancia hasta entonces desconocida. Se va a dignificar definitivamente la
figura del cirujano, que debe obtener el correspondiente título en las
Facultades de Medicina o Colegios de Cirugía para la homologación de su
ejercicio profesional, y con ello irán desapareciendo a lo largo del siglo los
cirujanos practicantes y sangradores que carecen de esta formación
universitaria.
En
Galicia, será la ciudad de Santiago de Compostela la que lidere, de forma casi
exclusiva, estos profundos cambios en el progreso de la cirugía. Durante buena
parte del siglo XIX, Santiago es probablemente la más importante ciudad de la
región galaica por su alto número de población y por ser centro administrativo,
eclesiástico, universitario y cultural de toda Galicia. La existencia de una
Facultad de Medicina, compuesta por prestigiosos profesores de cirugía, y del
Hospital Real, con unas magníficas instalaciones y dotación, posibilitarán el
desarrollo que la cirugía precisa en ese momento. Fuera de Santiago, solamente Ferrol
y A Coruña pueden tener alguna actividad quirúrgica de cierta relevancia por
existir en estas ciudades hospitales militares destinados a atender las
demandas de la Armada y del Ejército, y que cuentan con recursos económicos y cirujanos
bien formados, muchos de ellos en alguno de los prestigiosos Reales Colegios de
Cirugía de Madrid, Barcelona o Cádiz.
La asistencia médica en Galicia durante el siglo XIX
En
Galicia se irá adoptando a lo largo del siglo una red de hospitales públicos municipales
y provinciales en todas las provincias, establecidos al amparo de las nuevas
políticas sanitarias de beneficencia pública que obligan al Estado a satisfacer
las necesidades de la población enferma sin recursos económicos. En todas las
capitales más pobladas van a establecerse estos hospitales llamados de caridad,
beneficencia y a veces simplemente asilos u hospitalillos, como ocurre con los
creados en A Coruña, Santiago, Ferrol, Noia, Muros, Ortigueira, Ourense,
Pontevedra, Vigo, Baiona, Cuntis, Lugo, Mondoñedo, Monforte de Lemos, Viveiro,
Ribadeo y Sarria. La mayoría de estos centros asumirán funciones de asilo de
ancianos, casa de maternidad, inclusa, hospicio y acogida de expósitos. Muchos
de ellos dispondrán de camas reservadas para el ingreso de pacientes pobres que
por su condición o gravedad de su enfermedad no pueden ser atendidos en su
propio domicilio. Los hospitales más importantes estarán dotados con médicos,
cirujanos y personal auxiliar. Los cirujanos titulares son preferentemente
latinos, con formación en las Facultades de Medicina o Colegios de Cirugía, y
que con frecuencia están asistidos por practicantes. Muchos de estos cirujanos
desarrollaron un excelente trabajo para los limitados recursos con los que
contaban.
En
Galicia, no obstante, será Santiago la ciudad donde la cirugía alcance un desarrollo
mayor al contar con una Facultad de Medicina dotada de cátedras de cirugía y de
un hospital adscrito para la docencia, el Hospital Real, que dispone de unos
servicios y recursos que no están al alcance de otros centros hospitalarios de
la región. En Santiago, los catedráticos de especialidades quirúrgicas serán
muy receptivos para incorporar inmediatamente todos los avances que se van
produciendo en la cirugía, tanto en España como el resto del mundo, y como prueba
de ello serán de los primeros en España en emplear la anestesia tanto etérea como
clorofórmica inmediatamente después de los primeros ensayos con éxito en el
extranjero.
Durante
buena parte del siglo, los cirujanos de Santiago, normalmente vinculados a la
Universidad, realizarán la mayoría de las intervenciones en el Hospital Real,
pero también, debido al prestigio que alcanzan, serán requeridos con frecuencia
por otras ciudades de la región debiéndose desplazar hasta el lugar para
practicar las intervenciones solicitadas, muchas veces asistidos por cirujanos
locales. Los pacientes adinerados seguirán solicitando la asistencia en sus propios
domicilios, a veces en hoteles cuando proceden de otra ciudad, ya que los
hospitales suelen ser rechazados al estar ocupados por pacientes indigentes y, con
frecuencia, manteniendo unas discutibles condiciones de higiene. El desarrollo
que pronto va alcanzar la cirugía hará inviable esta asistencia domiciliaria
por lo que van a aparecer sanatorios privados en toda Galicia en los primeros
años del siglo XX para satisfacer esta la demanda, el primero de los cuales es
fundado en 1902 por José Rodríguez Martínez en A Coruña.
Quirófano del Hospital Real de
Santiago a principios del siglo XX (arriba). Sala de hospitalización del
Hospital Provincial de Ourense a principios del siglo XX (abajo).
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La
Facultad de Medicina de Santiago se creó en 1648, y la primera cátedra de
Cirugía en 1751 por iniciativa de Pedro Bedoya y Paredes, pero la Facultad no
alcanzó su pleno derecho hasta el año de 1845 con la implantación del plan del
ministro Pedro José Pidal. El cambio de modelo de este plan, de carácter más práctico
para la enseñanza de la Medicina, convirtió al Hospital Real en centro de
referencia de la Facultad de Medicina para la docencia a cabecera de los
pacientes hospitalizados. Esta reforma permitió la dotación de nuevas cátedras
en el área quirúrgica que atrajo a cirujanos con buena formación de fuera de
Galicia y que contribuyeron decisivamente al avance y mayor nivel de la cirugía
en Galicia.
Además de Santiago, solamente los hospitales militares de
Ferrol y A Coruña podían ofrecer alguna actividad quirúrgica de cierta calidad
por contar con buenos cirujanos e instalaciones adecuadas, no obstante quedaban
lejos de la actividad desarrollada en el Hospital Real por los profesores
cirujanos de la Facultad de Medicina que, además, tenían una mayor implicación
docente e investigadora.
El Hospital de la Marina de
Ferrol inicia su actividad en 1792 con el nombre inicial de Hospital de Nuestra
Señora de los Dolores. Destinado a oficiales de Marina y sus familiares, tenía
permitido también el acceso a los obreros de los arsenales “La Maestranza”,
pero sólo en caso de accidente laboral. Constaba de 13 salas con una capacidad
total para 500 pacientes y estaba dotado de un anfiteatro donde se daban clases
de Anatomía. La creación de este anfiteatro obedecía al criterio docente que se
había establecido para los hospitales de la Armada en toda España. Este plan
docente incluía, entre las obligaciones del cirujano mayor del hospital, la
realización anual de un curso de cirugía y otro de disecciones anatómicas en
cadáveres para que pudieran ejercitarse los cirujanos desembarcados en Ferrol. Según
el Reglamento de 1869, una de las iniciativas de mayor trascendencia en la
promoción de los médicos de la Armada fue la obligación de celebrar, una vez al
mes, sesiones científicas en todos los Departamentos, al objeto de presentar
casos clínicos y debatir temas de higiene naval. El contenido de las mismas era
además recogido en una “memoria reglamentaria”, que se presentaba al
Almirantazgo del Ministerio de Marina sirviendo a posteriori para la
evaluación de los ponentes. En 1894 se produce una importante ampliación del hospital
con la construcción de varios pabellones separados, y llegó a ser considerado
por entonces como unos de los mejores hospitales de España por su arquitectura.
Un pabellón estaba dedicado exclusivamente a cirugía y constaba de dos plantas
divididas cada una en dos salas.
El Hospital Militar de A Coruña
se construye en 1626 con el nombre de Hospital del Rey para prestar asistencia
a las tropas militares asentadas en la ciudad. En 1762 se establecen cursos de
demostraciones prácticas de Anatomía dirigidos a los cirujanos practicantes que
debían superar un examen ante los tribunales del Protomedicato para regularizar
su ejercicio. En 1857 se acomete una amplia reforma demoliendo el hospital y
construyendo uno nuevo que pasa a denominarse Hospital Militar del Buen Suceso.
Este nuevo hospital constaba de 15 salas, organizadas entorno a un espacioso
patio, y podía acoger a 300 enfermos.
Uno
de los grandes problemas a los que nos enfrentamos para conocer la actividad
quirúrgica que se desarrolló en los hospitales de Galicia durante el siglo XIX
es la poca información de la que se dispone, ya que los cirujanos publican muy raramente
en revistas médicas la actividad que desarrollan. Esto supone una gran
limitación para conocer el tipo de cirugía que realizaban, las técnicas
quirúrgicas que empleaban, las indicaciones sobre las que fundamentaban el
tratamiento quirúrgico y los resultados de estas intervenciones. Por ello, se
debe recurrir con frecuencia a otras fuentes documentales como las notas de
prensa en diarios generalistas, notas laudatorias o necrológicas, discursos o
presentaciones en foros médicos, memorias académicas o tesis doctorales, que
también son escasas, y todo ello aunque sea una documentación valiosa en muchas
ocasiones será insuficiente para una correcta evaluación.
La cirugía urológica en Galicia durante el siglo XIX
Se
puede dividir históricamente la cirugía urológica desarrollada en Galicia durante
el siglo XIX en tres periodos correspondientes a cada tercio.
Primer tercio de la cirugía urológica en Galicia
Esta
etapa se va a coincidir con un período especialmente trágico para la historia
de España, comenzando con la guerra de la Independencia contra la invasión de
las tropas napoleónicas y seguido por el reinado de Fernando VII que instauró
un régimen absolutista con una férrea persecución de las ideas liberales, lo
que se tradujo en el exilio de muchos médicos y la escasa publicación, incluso
de temas médicos, por la dura censura de prensa.
El
siglo va a comenzar con un hecho trascendental para Galicia como es la creación
del Colegio de Cirugía en Santiago en 1799 como continuación a los previamente
creados en Cádiz, Barcelona y Madrid. Estos Colegios tenían como finalidad una
docencia con sentido práctico y moderno para la formación de profesionales
competentes frente a la escasa formación que ofrecían las Facultades de
Medicina tradicionales. En el período previo a la constitución de los Colegios
era muy preocupante la deficiente calidad de la actividad quirúrgica que se
realizaba, en que predominaban los cirujanos romancistas, sin formación
académica, limitados al aprendizaje artesanal y la práctica empírica de su
actividad, y los cirujanos latinos, formados en el seno de la Universidad, pero
muy especulativos y sin experiencia.
Debido
al gran éxito que se consigue con la creación por Pedro Virgili del primer Colegio
de Cirugía en Cádiz en 1748, seguirá la fundación de nuevos Colegios en
Barcelona en 1760 y en Madrid en 1787. Inicialmente el objetivo de estos
Colegios era preparar cirujanos capacitados para atender las necesidades de la
milicia pero, debido a su éxito, se extendió también a la sociedad civil. A estos
Colegios existentes, seguirá la creación de otros tres en Santiago, Burgos y
Salamanca en 1799. Los planes de estudios de todos estos Colegios tenían una
duración de cinco años y seguían los mismos libros de texto, que en su mayoría
eran realizados por el propio profesorado y gozaban de una excelente aceptación
por su calidad docente.
La
creación de estos Colegios producirá un enfrentamiento inmediato con el
Protomedicato y las Universidades, hasta entonces únicos responsables de la
formación oficial de médicos en España. La supervivencia de los Reales Colegios
recién formados fue muy difícil. El de Cádiz, Madrid y Barcelona continuaron
con sus enseñanzas y consolidándose, aunque no sin dificultades. Sin embargo,
más difícil fue la continuidad en los restantes, el de Salamanca pudo
sobrevivir durante solamente cuatro años y el de Burgos se extinguió en 1824
sin catedráticos de plantilla ni alumnos. Por el contrario, el Colegio de
Santiago constituyó un intento más serio para establecer un importante centro
de enseñanza en Galicia, pero que fue frustrado por la falta de apoyos
económicos e institucionales, y mantenido por la constancia de José Francisco Vendrell
de Pedralbes y de Eusebio Bueno Martínez, sus dos grandes valedores, que no pudieron
impedir el cierre definitivo del Colegio en 1833.
El
18 de octubre de 1799, la Junta Superior Gubernativa de la Facultad Reunida
comunica al Hospital Real la decisión de establecer, en él mismo, el nuevo Real
Colegio de la Facultad Reunida, y que debe permitirse a los estudiantes la
asistencia a las salas de Cirugía y Medicina, para hacer observaciones y
cuidado de algún enfermo. Desde el principio el Colegio de Santiago va a tener
un duro enfrentamiento con el Hospital Real, que era necesario para poder
llevar a cabo los planes docentes del Colegio por su carácter fundamentalmente
práctico, negando el Administrador del Hospital toda colaboración con la
disculpa de una supuesta escasez de espacio para las aulas e impidiendo las
prácticas con los enfermos hospitalizados.
Durante
los años de existencia del Colegio tuvieron participación docente varios
profesores cirujanos como Eusebio Bueno, Marcos Marín, Ramón Herrera, Ramón
Angelet, José Ridecós y Bruno Roig, alguno de ellos con un paso fugaz por el
Colegio. Eusebio Bueno, formado en el Colegio de San Carlos de Madrid, fue una
de las figuras claves y profesor de varias materias en el Colegio de Santiago,
asumiendo la enseñanza de la cirugía. También fue cirujano titular del Hospital
Real. Escribió un extenso informe que presentó a la “Real Junta del Grande y
Real Hospital de Santiago” sobre la provisión de material de curas y
vendajes y su modo de empleo. Marcos Marín era responsable de la cátedra de
Cirugía de la Facultad de Medicina, una vez que se separó de la de Anatomía en 1792,
y también ejercía como cirujano mayor del Hospital Real. Una vez iniciado el
Colegio es nombrado catedrático supernumerario y bibliotecario. De él se
conserva una memoria sobre fístulas fechada en 1802 y otra de 1805 sobre “Medios
contra el contagio y construcción de hospitales y lazaretos”. Ramón
Herrera, formado en el Real Colegio de Cádiz, figura como vinculado a la
Universidad y asimismo ejerce como cirujano titular del Hospital Real. Ya
incorporado al Colegio, en 1821 defiende una tesis doctoral, a la vez que lee
una comunicación sobre el escorbuto venéreo. Ramón Angelet, graduado en el Colegio
de Cirugía de Barcelona, presenta en 1801 una memoria en el Colegio de Santiago
titulada “La simplificación y curación de las fístulas”. Como disector
anatómico, seguramente impartía la docencia en Anatomía alternándose con José Ridecós.
Bruno Roig, graduado en Barcelona como cirujano latino, se le cita en 1818 como
vicedirector del Colegio de Santiago y cirujano honorario de Cámara.
En
el momento que se funda el Colegio, la asistencia quirúrgica en Santiago se
limitaba prácticamente a la que se llevaba a cabo en el Hospital Real por los
cirujanos titulares que eran contratados, pero desvinculados de la docencia lo
que limitaba mucho su progresión y las posibilidades de formación de nuevos
cirujanos debidamente instruidos. Por este motivo, Galicia no se pudo
beneficiar del avance que hubiese supuesto para la cirugía si el Colegio hubiese
contado con los debidos apoyos.
En
esta etapa los procedimientos urológicos que se tratan son muy limitados. No
existen aportaciones españolas originales teniendo plena vigencia las
propuestas en el siglo precedente. Destaca la litiasis vesical y la operación
de litotomía, sin aportes destacables a los métodos tradicionales, que son
exclusivamente perineales en el hombre y vaginales en la mujer. El avance que
supuso la litotricia, propuesta por Civiale en Francia, aún no va a tener
reflejo en el tratamiento de la litiasis vesical durante este período. Aparte
de la talla, no se practican más intervenciones en vejiga que la punción
vesical en caso de retención urinaria y ocasionalmente la corrección de
fístulas vesicales. Abunda mucho los procedimientos de cateterismo uretral en
caso de retención de orina y para dilatación de estenosis de uretra. En área
genital destaca la orquiectomía en pacientes con sarcocele o tumores, el
drenaje de abscesos y los distintos tratamientos para el hidrocele. Para
tumores de pene se propone la amputación y la circuncisión para la estenosis
prepucial.
En Galicia no
hay constancia documental en este período de publicaciones ni comunicaciones
académicas sobre procedimientos quirúrgicos en relación con la patología
génitourinaria. Tampoco se publica ninguna revista de carácter médico. Resulta
anecdótico y curioso el caso clínico presentado en 1832 por Gregorio Mon y
Pardo, médico ejerciente en Mondoñedo, correspondiente a un paciente varón de
21 años que presenta una uretritis crónica de posible origen venéreo y que
siguió de una orquiepididimitis aguda y posterior atrofia testicular bilateral.
Esta comunicación fue presentada a la Real Academia de Medicina y Cirugía de
Madrid. Con posterioridad, este trabajo fue publicado en la revista Gaceta
Médica en 1849. Mon realizó los estudios de medicina en el Real Colegio de San
Carlos en Madrid, dejando testimonio de agradecimiento a los catedráticos del
Colegio por la formación recibida.
Segundo tercio de la cirugía urológica en Galicia
En este período es cuando se va a dar un salto muy grande en la progresión de la cirugía con la aparición de la anestesia a partir del año 1846. Para Galicia va a ser muy significativo que la Facultad de Medicina alcance el pleno derecho a partir del año 1845. Desde entonces se dotarán nuevas cátedras de cirugía y se aumentarán los recursos docentes quedando el Hospital Real adscrito a la Universidad para las prácticas de estudiantes de Medicina. Por otra parte, comenzarán a ocupar estas cátedras cirujanos provenientes de fuera de Galicia con formación en universidades de prestigio que van a dar un impulso definitivo al progreso de la cirugía. Este momento histórico de la Facultad de Medicina, que va a reunir prestigiosos profesores bajo el estímulo favorable de José Varela de Montes como decano, va a suponer una etapa de brillantez, desconocida hasta entonces, y que algunos han venido a denominar la Escuela Médica Compostelana.
En
este período se publica en 1848 Revista Médica, la primera revista con
carácter exclusivamente médico en Galicia, editada por la Academia Médica de
Emulación de Santiago y dirigida por José Varela de Montes. Durante sus tres
años de existencia los profesores de la Facultad van a publicar de forma
intensiva sus experiencias en esta publicación. Otras revistas que aparecen son
Boletín del Cólera en 1854 y Revista de Ciencias Médicas en 1856,
también editadas en Santiago y dirigidas por Varela de Montes, todas ellas de
efímera duración.
Entre
los cirujanos que por aquel momento están vinculados a la Facultad de Medicina se
encuentran José González Olivares, Vicente Guarnerio Gómez, Andrés Laorden
López, José García Baeza, Francisco Barreiro Freire, Ramón Otero Acuña y José
Andrey Sierra. Otros cirujanos que ejercen en la ciudad sin actividad docente
son Alejandro Lanzós Rodríguez, Juan Gutiérrez de la Cruz y Francisco Javier
Fernández González. Con toda posibilidad todos estos cirujanos realizaban
intervenciones por patología urogenital que, por aquel entonces, consistían en
la realización de cateterismos por retención de orina, circuncisión, exéresis
de tumores de pene y de testículo, resolución de hidroceles, corrección de
fístulas vesicales y uretrales, dilataciones y uretrotomías por estenosis de
uretra, drenaje de abscesos escrotales o curas de lesiones sifilíticas y
también la talla y la litotricia para el tratamiento de la litiasis vesical. A
pesar de la limitada información que tenemos de la actividad quirúrgica
desarrollada por cada uno de estos cirujanos, la lectura de memorias publicadas
de Clínica Quirúrgica y, más raramente, de comunicaciones y publicaciones en
revistas médicas nos puede dar algunas pistas. Destacan por el número de
intervenciones urológicas que realizan González Olivares, Guarnerio, Laorden y
Andrey.
José González Olivares (1802-¿?)
Natural
de Oviedo. Realiza estudios de Medicina en el Real Colegio de San Carlos de
Madrid. Llega a Santiago en 1838 y acaba siendo nombrado catedrático de
Enfermedades de las Mujeres y los Niños en la Facultad de Medicina que más
adelante permuta por Clínica Quirúrgica. Además, es cirujano titular del
Hospital Real. En 1858 se traslada a la Universidad de Valladolid.
Como
miembro de la Academia Médica de Emulación de Santiago, entidad fundada por
Varela de Montes en 1846, participó de forma activa exponiendo en la sesión del
2 de abril de 1848 el tema de “Gangrena espontánea”. En 1855 le
correspondió dar la lección inaugural del curso académico 1855-6 en la
Universidad de Santiago, que tuvo como tema “Progresos de la cirugía”,
donde hace un repaso, muy sucinto, de los avances quirúrgicos del momento como
la introducción de la anestesia general, el éxito de los vendajes inamovibles y
de la ortopedia, las novedades en el tratamiento del estrabismo, miopía y
tartamudez, mejoras en la curación de las heridas y contribuciones a la cirugía
vascular y de las vías urinarias.
Fue
un prolífico publicista, en contraposición con el resto de sus colegas de
Facultad, publicando más de veinte artículos científicos entre revistas de
carácter local y nacional. Colaboró asiduamente en la prensa médica editada en
Santiago como la Revista Médica. En 1854 funda, junto a Varela de Montes
y Vicente Martínez de la Riva, el Boletín del Cólera como consecuencia
de la aparición del cólera morbo que en 1854 se extendió por la provincia de
Pontevedra. También colabora en la Revista de Ciencias Médicas de
Santiago.
Su
inquietud investigadora le llevó a participar, de forma destacada, en uno de
los episodios más apasionantes a mitad del siglo XIX como fue la introducción
de la anestesia general. Olivares, con la imprescindible ayuda de Antonio
Casares Rodrigo, catedrático de Química, publica en el Boletín de Medicina,
Cirugía y Farmacia una serie de 14 casos realizados empleando éter
sulfúrico para anestesia hasta el 22 de febrero de 1847. Como no se tiene noticia
de la fecha del primer caso que realiza Olivares, no se puede estimar la
prioridad de sus ensayos pero, de cualquier forma, están muy próximos a los
primeros realizados por Diego de Argumosa en Madrid. Olivares no manifiesta un
excesivo entusiasmo con estas primeras experiencias, posiblemente por seguir
una técnica inadecuada o un manejo de dosis insuficientes. Inmediatamente
después de la aparición del éter, se empieza a utilizar con éxito el
cloroformo. También en Santiago se va a iniciar una actividad investigadora,
sin parangón en el resto de España, con este nuevo agente anestésico. Después
del éxito inicial de Vicente Guarnerio, catedrático de Clínica Quirúrgica,
Olivares realiza sus primeros casos entre los días 20 y 25 de diciembre de 1847
en un caso de escisión de tumor mama y otro de una amputación de pene con
resultados satisfactorios.
Se
considera a Olivares como el introductor en España de la talla hipogástrica en
el año 1847, incluso aportando modificaciones personales, y lo hace en un
momento que este abordaje estaba sometido a grandes críticas en Europa por las
complicaciones severas que podía ocasionar. Su experiencia es publicada en el Boletín
de Medicina, Cirugía y Farmacia en 1847, aunque él mismo menciona que esta intervención
ya lo había llevado a cabo con anterioridad. Las buenas experiencias iniciales
obtenidas por Olivares, y que fueron continuadas y ratificadas por Diego de
Argumosa y Alejando San Martín en Madrid, consiguieron que el abordaje
hipogástrico fuese aceptado plenamente desde entonces en España. No ocurrió de
igual manera en Santiago por los malos resultados obtenidos lo que hizo que
esta técnica quedase en el olvido hasta que es recuperada en Galicia nuevamente
por Enrique Lanzós más de 30 años después.
Olivares
también practica intervenciones para la corrección del hidrocele, de la cual
tenía una amplia casuística según él mismo confiesa, publicando sus
experiencias en varias revistas como Anales de Cirugía en 1846, Archivos
de la Medicina Española en 1846, Telégrafo Médico en 1849 y Revista
Médica de Santiago en 1849. Defiende la técnica de inyección de sal común
intravaginal por encima del vino caliente y el yodo. Se muestra poco partidario
del método de los bordones propuesto por Diego de Argumosa debido a la alta
posibilidad de complicaciones infectivas.
Vicente Guarnerio Gómez (1818-1880)
Natural
de Albacete. Realiza estudios de Medicina en la Universidad de Montpellier
alcanzando el título de doctor con la tesis doctoral “De l´incontinence d´urine”.
En 1845 recala en la Universidad de Santiago siendo nombrado catedrático de
Clínica Quirúrgica. En 1850 se traslada a la Universidad de Granada.
El
mismo año de su llegada a Santiago se habilita en el Hospital Real una sala,
conocida con el nombre de Santa Rosa, para que pudiera impartir las lecciones a
sus alumnos, y también se le asigna una clínica especial para las
intervenciones quirúrgicas y hospitalización de sus pacientes. En 1846 existe
la constatación de que intervino en varias sesiones científicas de la Academia
Médica de Emulación. En la sesión del 2 de abril de 1848 interviene en un
debate sobre “Fiebres” y en la sesión del día 14 de mayo de 1848
interviene en la discusión sobre la memoria leída por González Olivares sobre “Gangrena
espontánea”, donde al parecer existió un fuerte enfrentamiento entre ambos
por mantener criterios muy distintos.
En
el año 1847 participó en las primeras intervenciones quirúrgicas con anestesia
general clorofórmica que se realizaron en España junto a los profesores Antonio
Casares Rodrigo, José González Olivares y Andrés Laorden López, logrando
alcanzar una gran difusión en la prensa médica y de información general. El día
20 de diciembre de 1847, Guarnerio usó por primera vez en España el cloroformo
con resultados satisfactorios para practicar una amputación parcial de pene a
un paciente de 62 años, publicando esta experiencia de forma inmediata en la Gaceta
Médica.
Conocemos
datos de su actividad quirúrgica a través de su colaborador Juan García Baeza
quien publica dicha actividad en la Revista Médica en 1848. Entre los
casos que se describen incluyen dos casos de hidroceles tratados con inyección
de yodo y un caso de fístula en uretra peno-escrotal tratada con cateterización
uretral. Entre sus aportaciones quirúrgicas personales destaca la modificación
de la técnica de sonda-erina, que había sido descrita por su maestro M.
Lallemand de la Universidad de Montpellier, para el tratamiento de las fístulas
vésico-vaginales.
Es
muy notable su publicación titulada “Cálculo vesical. Litotricia. Curación.
Reflexiones. Valor de la talla y litotricia”. Este extensísimo trabajo
sobre la litiasis vesical fue publicado en la Revista Médica de Santiago
sucesivamente en los números 54, 55, 56, 57 y 60 del mismo año de 1850. El
trabajo ocupa un total de 20 páginas, lo que más bien pudiera ser considerado
como una monografía más que un simple artículo de revista. El objetivo de Guarnerio
con este trabajo es hacer una serie de reflexiones sobre la forma como tratar
la litiasis vesical a través de la minuciosa descripción que hace de un caso
clínico de un paciente de 25 años al que practica litotricia transuretral en el
Hospital Real de Santiago, y que él mismo manifiesta ser la primera vez que se
realiza en Galicia. Efectivamente era una técnica no muy practicada por aquel
entonces en España, debido a las dificultades técnicas que entrañaba y la poca
experiencia que se tenía, a pesar de la amplia difusión que ya había alcanzado
en Francia desde hacía unos años antes favorecida por los trabajos de Jean
Civiale y Leroy d’Etiolles. Guarnerio señala que la elección entre la talla y
la litotricia muchas veces no es fácil. Se deberá tener en cuenta la dureza y
el volumen de los cálculos, la capacidad y estado de la vejiga, la existencia o
no de adherencia del cálculo a la mucosa vesical y la posibilidad de acceso por
la uretra. Se muestra defensor de la nueva técnica y finaliza concluyendo que
la introducción de la litotricia consigue prestigiar un procedimiento
quirúrgico, la extracción de los cálculos vesicales, que durante muchos siglos
estuvo muy desconsiderado con la práctica de la talla perineal.
Andrés
Laorden López (1813-1902)
Natural
de Seseña (Toledo). Cursó estudios de Medicina en el Real Colegio de San Carlos
de Madrid, teniendo como profesores a Diego de Argumosa, Melchor Sánchez de Toca
y Joaquín Hysern. Fue catedrático de Anatomía Quirúrgica, Operaciones, Vendajes
y Apósitos en la Facultad de Medicina en Santiago con nombramiento en 1846. Se
traslada en 1853 a la Universidad de Salamanca.
Laorden
tuvo una participación muy activa en los primeros ensayos que se hicieron con
anestesia clorofórmica en la Facultad de Medicina de Santiago en diciembre de
1847, y acabó publicando sus experiencias personales en la Revista Médica
de Santiago en 1848.
Se
tiene información sobre intervenciones quirúrgicas por patología urológica
realizadas por Laorden durante su estancia en Santiago, según se describe en la
Memoria de la Clínica Quirúrgica de los cursos 1846-7 y 1848-9, y entre éstas
figuran casos de circuncisión, amputación de pene, cura radical del hidrocele, uretroplastia
y corrección de fístula uretral.
José
Andrey Sierra (1821-1900)
Natural
de Chiclana (Cádiz). Realizó estudios de medicina en el Real Colegio de Cirugía
de Cádiz. Fue catedrático en Santiago de Embriología y Clínica de Obstetricia y
Enfermedades propias de la Mujer y de los Niños. Se describe como un habilísimo
obstetra y cirujano, que practicaba gran número de intervenciones
toco-ginecológicas y también la corrección de fístulas vésico-vaginales.
Fue
cofundador, en 1856, de la Revista de Ciencias Médicas de Santiago, que
dirigía José Varela de Montes, y que contaba también en la redacción con Antonio
Casares Rodrigo y José González Olivares, catedráticos en dicha Facultad.
Fue
gran publicista, poco habitual en los profesores de la Facultad de Medicina de
aquel tiempo. Tenemos constancia de la existencia de un documento escrito por
él sin datar con el título de “Ventajas e inconvenientes de la curación de
las fístulas y de los medios empleados para ello”.
Tercer tercio de la cirugía urológica en Galicia
Este
período marcará la consolidación y el desarrollo de la cirugía debido a la generalización
de la anestesia y la aparición de los métodos antisépticos que conseguirán
aumentar el número de procedimientos quirúrgicos con una menor tasa de
complicaciones infecciosas. En este periodo se producirá también el nacimiento
de las distintas especialidades quirúrgicas debido a la magnitud y extensión
que alcanza la cirugía. En España, el primer servicio especializado de enfermedades
génitourinarias se establecerá en 1885 en el Instituto de Terapéutica Operatoria
en el Hospital de la Princesa de Madrid y que va a estar dirigido por Enrique
Suender, al que se considera propiamente como el primer urólogo en España. En
Galicia durante todo este período la cirugía urológica será realizada por los
cirujanos generales, pues no será hasta el año 1911 cuando Manuel Villar
Iglesias, con su nombramiento de profesor especial de las Enfermedades de las
Vías Urinarias en la Facultad de Medicina de Santiago, marcará el inicio de la
especialidad de Urología en Galicia.
Esta
etapa será muy fecunda en la edición de revistas médicas, lo que permitirá
conocer mejor la actividad quirúrgica que se está realizando en Galicia. Se
fundan la Revista de la Academia Médico-Quirúrgica de Compostela en
1895, dirigida por Alfonso Cerdeira Fernández, y el Boletín de Medicina y
Cirugía en 1899, también editada en Santiago y dirigida por J. Eleizegui
López, ambas revistas de brevísima duración. Otras revistas editadas de las que
no ha podido encontrarse ningún ejemplar son la Revista General de los
Progresos de la Medicina en Europa y América, comenzando su publicación en
1877 en Santiago y dirigida por Ramón Varela Iglesia, La Crónica, publicada
en Santiago en 1880 y dirigida por J. Barcia Caballero y Santiago L. Mosquera, Galicia
Médica, fundada por José Rodríguez Martínez en A Coruña en 1886, El Eco
del Practicante, publicada en 1888 y dirigida por Manuel Rodríguez Abella,
y La Temporada de Mondaríz, una revista que comenzó su publicación en
1887 y que contiene información científica relativa a los tratamientos termales
de su establecimiento.
Santiago
sigue siendo, alrededor de los profesores de la Universidad, la referencia
principal de la cirugía que se practica en toda Galicia. Los profesores
quirúrgicos del momento en la Facultad de Medicina son Timoteo Sánchez Freire,
Maximino Teijeiro Fernández, Gerardo Francisco Jeremías Devesa, Manuel Andrade
Núñez, Ángel Martínez de la Riva y Vilar, Braulio Félix Reino Gómez y Francisco
Piñeiro Pérez. Otros cirujanos ejercientes en Santiago sin actividad docente son
Pablo González Munín y Jacobo Caldelas. Entre los citados, tenemos referencia
de ejecución de buen número de intervenciones en patología génitourinaria a
Sánchez Freire, Teijeiro, Jeremías y Andrade. Las intervenciones que entonces
se practicaban era la talla, litotricia, cateterismos de vejiga, uretrotomías,
dilataciones de uretra, uretroplastias, fimosis, orquiectomías, hidrocelectomías
o penectomías. No tenemos ninguna referencia de que comenzasen a ser
intervenidos pacientes con cáncer de vejiga. La primera nefrectomía en Galicia
que se tenga noticia fue realizada por Ángel Baltar Cortés en 1907.
Fuera
de Santiago podemos destacar a Enrique Lanzós Sánchez, con ejercicio en Vigo y
al que se considera como el reintroductor de la talla hipogástrica en Galicia
después de más de 30 años de abandono. Otra figura destacable es José Rodríguez
Martínez, fundador en A Coruña el primer sanatorio privado de Galicia en 1902,
en donde se ofrecen tratamientos quirúrgicos para enfermedades urogenitales.
Otros episodios aislados de que se tenga noticia son la realización de una talla
en Vilagarcía de Arousa en 1875, y también otra talla en Pontevedra en 1900
practicada por Felipe Isla Gómez ayudado por Poza y Ballina.
Timoteo Sánchez Freire (1838-1912)
Natural de Sobrado dos Monxes (A Coruña). Catedrático de Clínica Quirúrgica de la Facultad de Medicina de Santiago, fue cirujano de reconocido prestigio que mostró un gran interés en el estudio de la fisiopatología y anatomía patológica de las enfermedades quirúrgicas. Fue un gran revitalizador de la cirugía urológica desde los tiempos de Olivares y Guarnerio realizando, con modificaciones técnicas personales, la talla perineal y la suprapúbica, y también uretrotomías por estenosis de uretra, refiriendo tener buenos resultados.
En 1880 se
daba la noticia en prensa de la realización por Sánchez Freire de una talla
perineal, una técnica que había sido abandonada en Santiago desde hacía varios
años debido al riesgo de infección postoperatoria pero que ahora se afrontaba
con más seguridad por la aplicación de los métodos de antisepsia quirúrgica que
empezaron a ponerse en práctica en Santiago a partir de 1879. Se vuelven a
notificar nuevos casos de talla perineal practicados por Sánchez Freire en
1882, 1883 y 1889, con buenos resultados y contando con la colaboración ocasional
de Teijeiro y Andrade. En estas intervenciones incorpora modificaciones
técnicas para evitar en lo posible la hemorragia, posiblemente recurriendo a la
vía lateralizada.
Tuvo una gran
resonancia en la prensa una intervención que practicó en 1897 al delegado de
Hacienda de León consistente en una uretrotomía externa por estenosis de uretra
de larga evolución, intervención que era considerada de dificultad en aquellos
momentos. Contó con la ayuda de Pondal y Pimentel para esta cirugía y, al
parecer, fue seguida de buenos resultados. También se refiere en prensa la
realización en 1901 de una evacuación de hematoma posiblemente perirrenal. En
otra ocasión se desplazó hasta Vigo en 1900 para intervenir al conocido
empresario José García Barbón que estaba afecto de una litiasis vesical para
practicarle una litotricia, operación que hizo ayudado por Daniel Pimentel y
Enrique Lanzós, éste último antiguo alumno de Freire y que ya llevaba varios
años establecido en Vigo ejerciendo la cirugía.
Maximino
Teijeiro Fernández (1827-1900)
Natural
de Monforte de Lemos (Lugo). Fue catedrático de Patología Quirúrgica en la
Facultad de Medicina de Santiago. Destaca su tarea como investigador centrada
en el estudio de las enfermedades de transmisión sexual. Aunque era
fundamentalmente médico clínico, Teijeiro realizó importantes contribuciones a
la cirugía.
En
1885 llamó a consulta a Enrique Suender sobre un enfermo, alto representante de
la milicia, que padecía una patología vesical al que finalmente el reconocido
urólogo madrileño no recomendó la intervención quirúrgica.
Teijeiro figura como interviniente en operaciones de talla, litotricia, amputación de pene, dilatación de uretra y uretroplastia, datadas todas ellas en las dos últimas décadas del siglo. En una operación de talla perineal realizada en 1883 figura como ayudante de Sánchez Timoteo.
Gerardo
Francisco Jeremías Devesa (1847-1890)
Natural
de Santiago. Catedrático de Patología Quirúrgica en
la Facultad de Medicina de Santiago, fue un hábil cirujano pionero en la
cirugía abdominal. En 1879 realizó la primera ovariectomía en Santiago bajo
condiciones de asepsia. Fue uno de los primeros en realizar la talla
hipogástrica después de que la hubiese reintroducido Enrique Lanzós en Santiago
en 1879. Se tienen noticia de al menos tres operaciones de talla realizadas por
Jeremías, dos casos de talla perineal están fechados en 1882 y una amputación
de pene en 1880.
Manuel
Andrade Núñez (1857-1901)
Natural
de Santiago. Catedrático de Clínica de Obstetricia en la Facultad de Medicina
de Santiago en 1896 por permuta con José Andrey de la cátedra de Patología
Médica. Fue discípulo y ayudante de Sánchez Freire. Tenemos noticia de que
intervenía fístulas vésicovaginales, de las que parece llegó a ser un experto a
tenor de un informe de prensa de abril de 1900 donde se comenta de sus buenos
resultados a pesar de las dificultades que entrañan este tipo de intervenciones.
También se conoce la realización de una talla por cálculo vesical gigante en
1893, contando con la ayuda de Francisco Piñeiro.
Enrique
Lanzós Sánchez (1858-1930)
Natural
de Santiago. Se le considera el reintroductor en Santiago de la talla
hipogástrica para la extracción de cálculos vesicales en 1879, después de que
treinta y dos años antes fuese introducida por José González Olivares en el
Hospital Real. A partir de entonces, y como consecuencia de sus buenos
resultados, esta técnica no tardaría en ser realizada por otros cirujanos
compostelanos.
Las
razones para que esta técnica estuviera en el olvido durante tantos años habría
que buscarlas es las dificultades propias que tenía este abordaje, con riesgo
de lesiones de asas intestinales por apertura del peritoneo y otras graves
complicaciones como las infecciosas y la fístula urinaria vesicocutánea.
También debe tenerse en cuenta el desfavorable perfil de estos pacientes, a
menudo de edades avanzadas, con importantes comorbilidades, disfunción renal,
malnutridos, con trastornos metabólicos y patologías cardiacas y pulmonares, además
de ser portadores de infecciones urinarias crónicas. La introducción de la
antisepsia basada en el método de Lister y el progreso en la técnica anestésica
animó a los cirujanos a realizar nuevamente esta intervención en base al menor
número de complicaciones.
Desde
su licenciatura se dedicó preferentemente a la práctica de la cirugía en el
Hospital Real de Santiago consiguiendo una sólida formación quirúrgica,
primeramente por su padre Alejandro Lanzós Rodríguez y a través del mismo por
su relación con otros cirujanos compostelanos, llegando a convertirse en
discípulo predilecto de Timoteo Sánchez Freire. Enrique Lanzós fue uno de los
primeros es adoptar el método antiséptico propuesto por Lister, y que había
sido introducido en Santiago por Maximino Teijeiro, Gerardo Jeremías y González
Munín en junio de 1879. Ya en el año 1879 y 1880 se notifica en la prensa
operaciones de talla perineal, hipogástrica y litotricia realizadas por Lanzós en
Santiago.
Poco
después, Lanzós se traslada a la ciudad de Vigo para continuar su ejercicio
profesional donde continuó realizando la talla. Por prensa se notifican
intervenciones de talla practicadas por él en 1881, 1884, 1889 y 1900. Suele
contar con la ayuda de su hermano Luis y también de Felipe Iglesias Ramos para
realizar estas cirugías.
Enrique Lanzós Sánchez cirujano
ejerciente en Vigo (izquierda). José Rodríguez Martínez ejerciente en A
Coruña y fundador del primer sanatorio privado en Galicia (derecha).
|
Casa de Cirugía Higia primer
sanatorio privado en Galicia fundado por José Rodríguez Martínez. Despacho de consulta
(arriba) y Sala de operaciones (abajo).
|
José Rodríguez Martínez (1856-1921)
Nacido
en A Coruña. No fue propiamente un cirujano al uso, pero recibió formación por
inminentes cirujanos y realizó intervenciones quirúrgicas, entre ellas por patología
génitourinaria. Fue el fundador en A Coruña del primer sanatorio privado en Galicia
en 1902, llamado Casa de Cirugía Higia, al que seguiría el sanatorio fundado
por Ángel Baltar Cortés y Manuel Varela Radío en Santiago en 1908, el Sanatorio
Quirúrgico de Santiago, que servirá como modelo a buena parte de hospitales
privados que se fundaron en Galicia con posterioridad.
Rodríguez
basa la fundación del sanatorio en la necesidad de que los pacientes puedan ser
intervenidos con las máximas garantías de seguridad y para evitar
complicaciones infecciosas pues ya que por aquel entonces se hacía insostenible
la asistencia en domicilios particulares que aún seguían demandando los
pacientes con mayores recursos económicos. Entre los servicios que ofrece en su
sanatorio se incluyen pacientes con patologías urológicas de baja magnitud.
Los
conocimientos en el tratamiento de las enfermedades génitourinarias derivan de
sus estancias en las clínicas de Enrique Suender en Madrid y Víctor Azcárreta
en Barcelona, dos de los urólogos más prestigiosos del momento en España. También
se declara discípulo de Federico Rubio y Galí y de los profesores compostelanos
Sánchez Freire y Teijeiro, que bien pudieron servirle como referencia para su
aprendizaje quirúrgico. Fue fundador de las revistas Galicia Médica en 1886
y Revista Médico-Social en 1905.
Bibliografía recomendada
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Escuela Médica Compostelana con motivo del centenario de la muerte del Dr.
Varela de Montes. Instituto Padre Sarmiento de Estudios Gallegos, Santiago
de Compostela ,1968.
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compostelana (1847-1950). Retazos históricos. Adavira Editora, Santiago de
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-García Guerra, D. La Facultad
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antiguo Hospital de Esteiro. Campus Universitario de Ferrol. Universidade
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limosna y el bienestar?. Origen, desarrollo y consecuencias de las políticas
sociales en Galicia (1890-1935). Cuadernos de Historia Contemporánea, 29:173-197,
2007.
Cómo citar este artículo:
Lancina Martín JA. La cirugía urológica en Galicia durante el siglo XIX [Internet]. Doctor Alberto Lancina Martín. Urología e Historia de la Medicina. 2020 [citado el]. Disponible en: http://drlancina.blogspot.com/2020/06/la-cirugia-urologica-en-galicia-durante.html
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