viernes, 25 de marzo de 2022

Santos patronos de la Medicina y la Cirugía en la iglesia cristiana: San Lucas. San Cosme y San Damián. San Pantaleón

Santos Patronos Iglesia Cristiana
                En tiempos pretéritos donde las posibilidades de curación de las enfermedades por asistencia médica estaban limitadas por la falta de conocimiento suficiente acerca de los mecanismos que estaban implicados en el desarrollo de las dolencias y, por tanto, también de cuáles deberían ser los remedios apropiados para su tratamiento, las creencias religiosas adquieren un especial protagonismo y el enfermo creyente va a recurrir a la mediación de poderes sobrenaturales para buscar su curación. De hecho, tanto las principales causas de enfermedad como los tratamientos exitosos más celebrados van a ser atribuidos a actuaciones divinas. En este contexto, van a surgir en la Iglesia cristiana los santos intermediadores entre Dios y los hombres para la concesión de una sanación milagrosa. Esta intercesión podía ser realizada mediante una oración, una ofrenda o una peregrinación, pero también mediante la devoción de una imagen o la adquisición de una reliquia. En algunos casos, se consideraba ya suficiente una declaración firme del creyente en su intención de curar. Así surgieron los santos patronos que se especializaron en distintas enfermedades o dolencias concretas.

               La iglesia cristiana declara a un santo como patrono cuando actúa como defensor, protector o amparador de un pueblo o una congregación religiosa o civil. En el campo de la medicina, existen varios santos y santas que tienen este rol y cuyo conocimiento es de interés no solamente religioso sino también médico y cultural. Si bien quedan definidos unos santos específicos como protectores de alguna determinada enfermedad o dolencia, en el credo cristiano se considera que cualquiera que sea el santo de devoción del creyente, éste puede igualmente interceder para protegerle de cualquier enfermedad. El poder curativo atribuido a los santos patronos podía ser solicitado en cualquier lugar dentro de la iglesia, pero en algunas regiones determinados santos eran particularmente venerados, sobre todo por su vinculación histórica a la localidad o porque en estos lugares se encontraban algunas de sus reliquias. De los primeros santos del cristianismo sólo se conocen algunos datos por la historia y sobre todo a través de la leyenda y, por lo tanto, es difícil determinar qué hay de cierto y fabulación en el relato. No obstante, en la actualidad se ha reducido mucho el ritual de la invocación de los santos para su intercesión en la cura de enfermedades debido al gran desarrollo que ha experimentado la medicina y la cirugía en los últimos siglos lo que ha posibilitado un tratamiento racional y efectivo de las enfermedades basado en el conocimiento científico.


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Los "Catorce Santos Auxiliadores" son un grupo de santos venerados de forma colectiva por los cristianos por creer particularmente eficaz su intercesión contra varias enfermedades. Su devoción surgió a mediados del siglo XIV en Alemania para rogarles la protección contra la temida peste negra. Santa Bárbara con los catorce santos auxiliadores (ca. 1500). Pintura atribuida a Nicolaus Schit. Museo de Historia de Frankfurt am Main


           Desde los mismos inicios del cristianismo ya se invocaba a santos y beatos para que intercedieran por la protección de la salud y la cura de enfermedades de sus feligreses. Una fecha muy relevante para el encumbramiento de estos santos fue a mediados del siglo XIV en Alemania cuando una congregación de cristianos comenzó a venerar a un grupo de santos para que, con su intervención milagrosa, los libraran de la temida enfermedad de la peste negra que asolaba las ciudades y campos de toda Europa. Este colectivo de santos, conocidos como los Catorce Santos Auxiliadores, fueron escogidos por su gran poder espiritual teniendo cada uno de ellos una acción protectora específica: San Jorge contra la peste y enfermedades venéreas, San Blas contra los males de garganta y enfermedades respiratorias, San Erasmo de Formio contra las enfermedades gastrointestinales, San Pantaleón contra los dolores de cabeza y la tisis, San Vito de Lucania contra las enfermedades neurológicas, San Cristóbal de Licia contra la peste bubónica y el hambre, San Dionisio de París contra los dolores de cabeza y epilepsia, San Ciriaco de Roma contra la epilepsia y las tentaciones, San Acacio de Armenia contra los dolores de cabeza, San Eustaquio contra las quemaduras e infecciones, San Gil contra la peste y enfermedades mentales, Santa Margarita de Antioquía contra enfermedades del embarazo y el parto, Santa Catalina de Alejandría contra enfermedades cerebrales y de la boca, y Santa Bárbara contra la fiebre y muerte súbita. La devoción a este grupo particular de santos se extendió rápidamente por toda Europa y muchos santuarios e iglesias fueron consagrados en su honor. Incluso, hoy en día, estos santos siguen siendo altamente valorados por su poder de intercesión. La festividad de cada uno se celebra en días separados a lo largo del año cristiano, pero el 8 de agosto se celebra en una fiesta común.

               Los estudios hagiográficos estiman que, a lo largo del tiempo, cerca de trescientos santos de la iglesia cristiana han sido asociados con la protección y cura de ciertas enfermedades, ya sea por analogía directa con el tipo de martirio sufrido por el santo en cuestión o por su situación personal en la actividad evangelizadora. Otras veces, el santo da su nombre a una enfermedad como sucede con el llamado “mal de San Juan” para la epilepsia, en referencia a la leyenda de que una furiosa agitación se apoderó de todos los que asistían a la fiesta de San Juan en Aquisgrán, en el año 1347, extendiéndose el fenómeno enseguida por toda la región renana. También se denominó “fuego de San Antonio” a la enfermedad producida por la intoxicación por el cornezuelo de centeno, un hongo parásito de este cereal, que produce un alcaloide, la ergotamina, que puede conducir a la necrosis de los tejidos y la aparición de gangrena en las extremidades debido a su acción vasoconstrictora sobre las arterias. El “mal o baile de San Vito” se corresponde con la corea de Huntington, una enfermedad neurológica hereditaria que causa trastornos motores, cognitivos y psiquiátricos. Esta enfermedad se catalogó como tal en 1518, dado que se creía que San Vito era el causante y al mismo tiempo quien también podía curarla, y que se caracterizaba por constantes movimientos del paciente que podían llegar a hacerle desfallecer.

               Los santos patronos por excelencia de la Medicina son San Lucas Evangelista, San Pantaleón de Nicomedia y los hermanos San Cosme y San Damián, todos ellos cristianos martirizados que ejercían la profesión de médico. Otros santos médicos fueron San Blas, San Talaleo de Egea, San Sansón de Constantinopla y también ejercieron la medicina de forma altruista Santa Hermione y las hermanas Santa Filonila y Santa Zenaida.

 

San Lucas Evangelista, patrono de los médicos en general

               Lucas, uno de los cuatro evangelistas, nació en el siglo I en Antioquía, ciudad que actualmente pertenece a Turquía y está muy próxima a Siria. Algunos teólogos lo consideran descendiente de los judíos de la diáspora, aquellos que se asentaron por todo el Mediterráneo después del exilio asirio. Fue médico de profesión, pero además fue escritor, historiador y pintor. Se convirtió al cristianismo hacia el año 40 d.C. inducido por su posible pariente el apóstol San Pablo, de quien fue su discípulo y compañero inseparable. Lucas acompañaba a Pablo en sus expediciones y viajes apostólicos por tierras griegas e italianas, en torno a los años 50 y 51, y era quien, probablemente, se encargaba de los cuidados de su quebradiza salud. El apóstol manifiesta el afecto que le tiene refiriéndose a él como “Lucas, el médico muy amado” en su Epístola a los Colosenses. Lucas, como médico, no sólo siguió a su maestro para el cuidado de los enfermos, sino que cooperó activamente para atraer al cristianismo a las comunidades reacias de judíos de la dispersión y a los paganos politeístas de las grandes ciudades. Su lealtad a Pablo le llevó a acompañarle en los peores momentos que sufrió prisión y martirio.


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San Lucas Evangelista es considerado el patrono de los médicos en general. Aunque no fue discípulo directo de Jesús, conoció personalmente a muchos testigos que tuvieron relación con él. San Lucas operando (1401-35). Pintura de Juan de Sevilla. Museo Nacional del Prado de Madrid


               Aunque no fue discípulo directo de Jesús, conoció personalmente a muchos testigos que tuvieron relación con él. Durante su estancia en Roma escribe dos destacados libros bíblicos, el tercer Evangelio de Jesucristo y los Hechos de los Apóstoles. Obras que, según algunos autores, fueron escritas poco antes de 64 ó 65 d.C. Lucas hizo una profunda investigación para escribir estos libros sagrados dedicando mucho tiempo a recoger testimonios entre los apóstoles y otros cristianos que estuvieron en contacto con Jesús. Su evangelio es el más largo y mejor redactado por el uso elegante y equilibrado del griego, lengua que dominaba perfectamente. Lucas es el autor bíblico quien recoge más exhaustivamente la infancia y los pasajes de la vida de Cristo y de su entorno, de lo cual los exégetas han deducido que conoció y trató personalmente a la misma Virgen María. En el libro de los Hechos de los Apóstoles, Lucas usa dos estilos narrativos diferentes, en una parte describe los hechos en primera persona como si fuese testigo presencial, que parece que lo fue, y en otra parte relata en tercera persona como si la información hubiese sido recibida de otros testigos.

               Lucas realizó los estudios de medicina en su localidad natal y amplió su formación en viajes efectuados a Grecia y Egipto, lugares por aquel entonces muy reputados en la práctica de la medicina por su dilatada tradición secular. San Jerónimo asegura que Lucas era muy competente en el ejercicio de su profesión. El evangelista recibió educación griega, propia de su entorno, y fue persona erudita, culta, de elevada formación académica y gran estudioso de la literatura. Estaba muy preparado en el saber de su tiempo y conocía muy bien la lengua griega. Era escritor consumado con un estilo muy depurado y una buena capacidad de descripción. Además, como pintor se le atribuyen las pinturas más antiguas de la Virgen María que se conservan en la basílica de Santa María la Mayor de Roma, primer templo cristiano dedicado a la madre de Jesús. Por ello, también se le considera patrono de los artistas.


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San Lucas fue médico de profesión, pero además escritor, historiador y pintor. Escribió dos destacados libros bíblicos, el tercer "Evangelio" y los "Hechos de los Apóstoles". San Lucas médico atendiendo a un enfermo. Detalle de pintura sobre tabla del artista Virxilio Fernández (1925-2011). Colexio Oficial de Médicos de Ourense


               Después de la ejecución de San Pablo y de haber escrito sus dos obras predicó el evangelio en Macedonia, Acaya y Galacia. Según algunas tradiciones sufrió martirio y muerte por crucifixión en Patras (provincia romana de Acaya), junto al apóstol San Andrés, pero otras señalan que murió en Beocia de muerte natural cerca del año 84. Quiso que le enterraran junto a la imagen tallada de la Virgen María que él mismo había confeccionado. El año 357 sus reliquias fueron llevadas de Tebas, en Beocia, a Constantinopla y después a Padua, en tiempos de las Cruzadas, siendo conservadas en la iglesia de Santa Justina. El cráneo fue trasladado en 1354 de Padua a la catedral de San Vito de Praga por voluntad del emperador Carlos IV.

               Desde los primeros años del cristianismo, Lucas fue considerado un santo. La iglesia cristiana lo venera como patrono de los médicos en general. Varias asociaciones médicas en el mundo llevan su nombre. Se le representa simbólicamente en la iconografía como un toro alado, inspirado en el Libro de Ezequiel, y también como pintor retratando a María. Su fiesta se celebra el 18 de octubre y varios países han adoptado ese día como Día del Médico.

 

San Cosme y San Damián, patronos de los médicos y de los cirujanos

               Cosme y Damián eran hermanos gemelos que nacieron en Arabia hacia el año 270 d.C. Quedaron huérfanos de padre cuando eran niños. Su madre los educó en la fe cristiana. Se cuenta que ambos estudiaron medicina con los nestorianos en Siria y que ejercieron la profesión en Egea (hoy Ayas), en la provincia romana de Cilicia, situada al sur de Anatolia. En aquel lugar atendían tanto a personas como a animales enfermos siendo reconocidos por su pericia en el ejercicio de su profesión y por su costumbre de no cobrar por sus servicios. Por ello son considerados por la iglesia ortodoxa como santos anargyroi (en griego “sin plata” o “sin dinero”). Esta forma de proceder también era un instrumento de apostolado muy efectivo ya que atraía a muchos enfermos, fuesen cristianos o no, deseosos de ser asistidos por los dos hermanos. Además del tratamiento de heridas, fracturas y dislocaciones, se ocupaban también de tratar enfermedades infecciosas como la tuberculosis, la malaria, el tifus y la difteria. Fueron nombrados patronos de los médicos por el papa Félix IV en el siglo VI. También se los considera patronos de los farmacéuticos y de los cirujanos en particular por haber realizado arriesgadas operaciones quirúrgicas.

               En la Leyenda Áurea de Jacobo de la Voragine se atribuye a estos santos el que sería el primer trasplante de órganos de la historia. La crónica del hecho se sitúa en el siglo XIII en Roma, donde se cuenta que un creyente devoto, el presbítero de la basílica de la ciudad dedicada a los dos santos, estaba afectado por una gangrena en una extremidad inferior que ponía en riesgo su vida. El presbítero, ante la grave situación, invocó a San Cosme y San Damián para procurar su sanación. Inmediatamente después cayó en un sueño profundo y en el sueño vio como los dos santos reemplazaban el miembro gangrenado por otro proveniente de un esclavo negro etíope que acababa de fallecer. Cuando el presbítero se despertó comprobó como sus sufrimientos habían cesado quedando libre de la extremidad enferma.


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Los hermanos gemelos médicos San Cosme y San Damián son patronos de la Medicina y de la Cirugía de forma particular. En la iglesia ortodoxa son considerados como santos anargyroi (en griego “sin dinero”) por la atención gratuita a los enfermos. Los santos representados en iconografía de la iglesia ortodoxa griega


               Los hermanos vivieron en tiempos del emperador romano Diocleciano quien acometió la mayor persecución realizada contra los cristianos. Hacia el año 297 d. C. fueron denunciados por otros médicos recelosos ante Lisias, gobernador romano de Cilicia, quien les hizo comparecer junto a sus otros tres hermanos dándoles la opción de apostatar de sus creencias o someterse a martirio. Ante su firme negativa sufrieron toda clase de torturas, físicas y morales, y finalmente fueron decapitados. Parece que fueron enterrados en Ciro, ciudad siria próxima a Antioquía, y pronto se erigió un santuario sobre su sepulcro que se convirtió en lugar de peregrinación donde numerosos creyentes aquejados de las más variadas enfermedades acudían para pedir su sanación. Incluso el mismísimo emperador bizantino Justiniano I acudió a su veneración y, gracias a su recuperación de una grave enfermedad, ordenó que el santuario fuera ampliado y transformado en una basílica. El culto a los dos santos acabó extendiéndose por todo el Imperio Bizantino y también llegó a Roma, donde el papa Símaco mandó construir un oratorio dedicado a ellos. En el año 526, el papa Félix IV levantó una basílica en su honor en el Foro Romano, en las cercanías del Forum Pacis, lugar en el que la tradición señala que vivió el gran médico Galeno y donde solían reunirse los profesionales de la medicina. A esta basílica se trasladaron las reliquias de los santos. En la Edad Media la basílica era un destino de peregrinaciones, pero también un lugar de atención y asistencia a los enfermos y necesitados.


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Según la leyenda, a los santos Cosme y Damíán se les atribuye el que sería el primer trasplante de la historia al reemplazar la extremidad inferior de un presbítero afectado por una gangrena por otra proveniente de un esclavo negro recién fallecido. Milagros de los santos médicos Cosme y Damián (ca. 1510). Pintura de Fernando del Rincón. Museo Nacional del Prado de Madrid


               A lo largo de los siglos, se les han dedicado numerosas iglesias en el mundo y se crearon cofradías en su memoria y para pedirles su intercesión. Se incluyeron entre los santos más reconocidos de la cristiandad, siendo incorporados en el canon de la Santa Misa y formaron parte de la Letanía de los Santos. Sus reliquias acabaron distribuyéndose por otras ciudades europeas. En el año 963 los santos fueron solemnemente enterrados por el arzobispo de Adalbag en la catedral de Bremmen. En 1400 se construye para ellos un relicario de oro que fue transportado a Munich, en cuya Iglesia de San Miguel se encuentran depositadas las cabezas de ambos santos y algunos huesos desde 1649. Su festividad en la iglesia católica se celebra el 26 de septiembre.

               En la península Ibérica la devoción por los santos destaca en algunos lugares. Parece que San Isidoro, obispo de Sevilla en el siglo VII, era un fiel devoto que tenía expuestas las estatuas de los santos en su botica. Se les dedicó una iglesia en Córdoba. En la provincia de Burgos son patronos de numerosos pueblos. También son patronos de Salamanca y de Arnedo (La Rioja). Se crearon muchas congregaciones de médicos y farmacéuticos bajo su advocación, de las que la Sociedad de Médicos y Farmacéuticos de Barcelona es la más antigua.

 

San Pantaleón de Nicomedia, patrono de los médicos

               Pantaleón nació en Nicomedia de Bitinia (hoy Izmit en la actual Turquía), a finales del siglo III, en el seno de una familia acomodada. Fue médico como su padre quien le animó a estudiar medicina con Eufrosino, el médico del emperador Maximiliano, lo que le permitió introducirse en lo más alto del poder romano. El prestigio alcanzado le permitió ser médico del mismísimo emperador Galerio Maximiano. Pantaleón fue al principio pagano, hijo del senador romano Eustorgio y una mujer cristiana llamada Eucuba que falleció sin haber podido convertir a su hijo a la fe cristiana. Una vez muerto su padre, Pantaleón se convirtió al cristianismo y, desde entonces, dedicó su vida a ejercer la profesión de médico de forma altruista atendiendo a mendigos, pobres y todo aquel que carecía de dinero.


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San Pantaleón fue hijo de un senador romano. Su prestigio como médico le permitió atender al mismísimo emperador Galerio Maximiano. Se le incluye como uno de los catorce santos auxiliadores de la iglesia católica. También se le reconoce como patrono de los médicos. San Pantaleón en un icono del siglo XIII. Monasterio de Santa Catalina (Monte Sinaí, Egipto)


               Según San Alfonso María de Ligorio, Pantaleón llegó a apostatar de su conversión cristiana pero volvió nuevamente al cristianismo inducido por su amigo, el sacerdote Hermolao. Fue perseguido por Diocleciano en 303 después de ser delatado dentro del entorno del emperador. Su negativa a renunciar a su credo le valió sufrir varias torturas hasta que finalmente fue decapitado en el año 305 dC cuando tenía cerca de 29 años. Fue enterrado en un terreno perteneciente a un profesor llamado Adamantino. La tradición cuenta que sus discípulos recogieron su sangre en pequeños trozos de tela y la distribuyeron en relicarios por toda Italia y parte de la cuenca del Mediterráneo. Su devoción se extendió rápidamente tanto en Oriente como en Occidente. La iglesia católica lo incluye como uno de los catorce santos auxiliadores y la Iglesia ortodoxa lo considera como uno de los santos anargyroi (“sin dinero”). Es invocado contra dolores de cabeza, tuberculosis, dolores de pies, depresión, plagas de langostas y diversas enfermedades del ganado. Se transformó en patrón de médicos, cirujanos, farmacéuticos y dentistas. También ha sido declarado protector de los animales domésticos.


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Reliquia de la sangre de San Pantaleón conservada en una ampolla en el Real Monasterio de la Encarnación de Madrid que se licúa anualmente en la víspera de su festividad, el 27 de julio. Este fenómeno no ha podido ser estudiado científicamente aunque en la actualidad la Iglesia católica no lo reconoce como milagroso


               En la catedral de Ravello (Italia) y en el Real Monasterio de la Encarnación de Madrid se conservan reliquias de su sangre en ampollas, conservada en estado sólido, que cada año se licúa en la víspera de su festividad, el 27 de julio. La Iglesia católica ya no reconoce como milagroso el proceso de licuefacción de sangre del santo, pero tampoco autoriza estudios científicos que puedan desvelar la causa del fenómeno. En la iglesia-santuario de San Pantaleón ubicada en la ciudad de Buenos Aires se guarda un trozo de hueso del brazo del mártir que fue obsequiado por el papa Juan Pablo I. En la ermita de San Pantaleón de Losa (Burgos) las imágenes de la portada y los capiteles representan los seis intentos de ejecución del martirio de Pantaleón: en plomo fundido, ahogándolo en el mar, en la rueda, en el potro, arrojándolo a las fieras y con la espada, para ser finalmente decapitado.

 

 

Bibliografía recomendada

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Cómo citar este artículo:

Lancina Martín JA. Santos patronos de la Medicina y la Cirugía en la iglesia cristiana: San Lucas. San Cosme y San Damián. San Pantaleón [Internet]. Urología e Historia de la Medicina. 2022 [citado el día/mes/año]. Disponible en: https://drlancina.blogspot.com/2022/03/santos-patronos-medicina-cirugia.html

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