martes, 5 de abril de 2022

Santos protectores de las enfermedades de riñón, vías urinarias y venéreas en la iglesia cristiana: San Liborio. San Zoilo. San Fiacro

San Liborio

                En el campo de las enfermedades génitourinarias, la iglesia cristiana ha invocado a una serie de santos protectores, especialmente para la litiasis urinaria y trastornos de la micción. El santo más reconocido ha sido San Liborio de Le Mans, abogado de los dolores de ijada, cálculos en los riñones y mal de orina, pero también se han atribuido intercesiones sanadoras a otros santos como Santa Margarita de Antioquía contra las enfermedades de los riñones; San Blas como protector de las enfermedades de la vejiga y de la orina; San Benito, San Emiliano y San Apolinar de Rávena contra los cálculos urinarios; y San Vito de Lucania como protector de la incontinencia urinaria.

               Para las enfermedades venéreas no existe un santo protector determinado, seguramente por su consideración de enfermedad indigna por la iglesia, aunque posiblemente San Fiacro sea el más venerado para esta finalidad. También son invocados contra las enfermedades de transmisión sexual San Bricio, San Jorge, San Roque, San Jacobo, San Dionisio y San Apolinar de Rávena. Mención especial merece el santo cordobés San Zoilo como protector de las enfermedades renales a causa de su martirio incluyendo la extracción de sus riñones.


San Liborio de Le Mans, abogado de los dolores de ijada, cálculos en los riñones y retención de orina

               Liborio es venerado como abogado de los enfermos con el mal de piedras en los riñones y de orina habiendo conseguido alcanzar cierto arraigo popular. Se cree que nació hacia el año 320. Fue el cuarto obispo de Le Mans (Francia), la ciudad de los cenómanos en la Galia Lugdunense, a partir de la segunda mitad del siglo IV permaneciendo en el cargo durante unos 49 años. No se conocen muchos hechos de su vida, pero parece que fue un fervoroso impulsor de la construcción de iglesias en los alrededores de Le Mans y se dice que ordenó a 217 sacerdotes y 186 diáconos lo que demuestra una clara vocación evangelizadora. Probablemente falleció el 9 de junio de 397 siendo enterrado en la basílica apostólica de Le Mans, ceremonia a la que asistió San Martín de Tours. Se cuenta que su sucesor, el obispo Aldrico, al consagrar la catedral de Le Mans el 21 de junio de 835 quiso que uno de los altares estuviera dedicado a sus santos, incluido Liborio.


San Liborio

San Liborio, obispo de Le Mans en el siglo IV, es venerado como abogado de los enfermos con el “mal de piedras en los riñones y retención de orina”. San Liborio (siglo XVI-XVII). Pintura de la Escuela Española


               En el año 836 parte de las reliquias del santo fueron solicitadas por el preste Idone, un emisario del obispo Badurado de la catedral de Paderborn, ciudad alemana del actual estado de Renania del Norte-Westfalia, por haber tenido noticias de sus beneficiosas intercesiones. En esa catedral se conserva en el altar mayor una imagen del santo del año 1100. Entre las diócesis de Le Mans y Paderborn se establecieron lazos de hermandad por la cual Liborio se convirtió también en patrono de la ciudad renana a principios del siglo XI. En 1267 el arzobispo de Maguncia, Werner von Eppstein, solicitó la intercesión del santo ante sus reliquias consiguiendo mejoría de una dolencia de piedra que padecía y así, a partir de entonces, acabó convirtiéndose en el santo patrón de los enfermos con cálculos. En 1977 el arzobispo de Paderborn, Johannes Joachim Degenhardt, instituyó la Medalla de San Liborio que se otorga a quienes trabajan por la unidad de Europa sobre la base de los principios cristianos.


San Liborio

La devoción hacia San Liborio tuvo cierto arraigo en España dedicando iglesias en su honor y actos religiosos para pedir su protección contra las enfermedades del riñón y la orina. Oración panegírica de San Liborio (1780). Cofradía del Convento de San Francisco de Zaragoza


               La devoción hacia San Liborio fue aún mayor en el siglo XVIII con motivo de la mejoría de la enfermedad litiásica que padecía el papa Clemente XI después de haberse encomendado al santo. Su culto se difundió mucho en Francia, Alemania, España e Italia. En Alemania fue especialmente venerado en Renania/Westfalia en las ciudades de Paderborn, Comer, Bonn, Tréveris y Mainz; y en Baviera en las localidades de Rottenburg, Tegernsee, Bamberg y Oberotterbach. Existen imágenes del santo en la Iglesia de San Andrés en Colonia, que datan de 1470. De época similar hay una imagen en la iglesia de Hirschfeld en Sajonia. En la catedral de Münster también se haya una escultura del siglo XVII. En el convento de los PP. Blancos de Amberes se ubica un busto del santo del siglo XVIII. En Bolonia existe una imagen suya en la iglesia de San Segismundo. En el monasterio capuchino de Varazdin (Croacia) se encuentra una pintura de San Liborio con sus atributos. En la iconografía existente suele representarse a Liborio como un anciano, junto a la mitra y báculo de obispo, dándole como atributo identificatorio unos pequeños cálculos urinarios sobre el libro que sostiene en su mano o entre sus dedos, en clara relación a su intercesión sanadora con los enfermos afectados por esta enfermedad. La más antigua representación del santo con piedras data del siglo XV. En el Martirologio Romano se celebra su festividad el 9 de abril, y no el 23 de julio como era costumbre en época precedente.


San Liborio

La máxima devoción en España a San Liborio la representan “Los Gozos”, una especie de liturgia cantada para alabanza del santo con alguna tradición en Cataluña y Valencia fundamentalmente entre los siglos XVII y XVIII. Gozos al glorioso San Liborio. Obispo y confesor. Abogado contra el Mal de Piedra. Estampa publicada en Valencia


               El origen del fervor en España hacia el santo procede de la Edad Media y tuvo su mayor esplendor entre los siglos XVII y XVIII. Su máxima devoción la representan los “Gozos de San Liborio”, forma de liturgia cantada para alabanza del santo que cuenta con arraigo en pueblos de Cataluña y Valencia en el curso de importantes actos religiosos o en procesiones en su honor para pedir su protección contra las enfermedades del riñón y la orina. El santo es venerado también en la parroquia de Cela (Mos), provincia de Pontevedra, que se encuentra en un punto del camino portugués hacia Santiago de Compostela, y en la parroquia de Soutelo (Salceda de Caselas) también en la provincia de Pontevedra. En España se encuentran representaciones del santo en Valencia donde se honró su memoria en el Real Convento e Iglesia de Nuestra Señora de la Merced, derruido en el siglo XIX. En la Font d'En Segures del balneario de Benasal (Castellón) existe una ermita dedicada a San Liborio, donde se conservan una talla y un gran medallón con su imagen en el frontón de la puerta de entrada. En la catedral de Barcelona se encuentra otra imagen suya en un ala del altar realizado por Jaime Cabrera del siglo XV. En Madrid fue recientemente hallada una pintura del santo de la escuela sevillana que data de cerca del 1700 donde figura la leyenda: “San Liborio, Obispo Cenomense, Abogado de los dolores de ijada, piedra de riñones y retención de orina”. En Zaragoza se constituyó en 1780 una congregación en honor de San Liborio en la Iglesia de los PP. Franciscanos. No obstante, en la actualidad se han perdido estas tradiciones y prácticamente no se realizan demostraciones de devoción al santo.

 

San Zoilo, abogado de las dolencias de los riñones

               Se considera a Zoilo como el abogado contra las dolencias de órganos, especialmente de riñón debido al martirio sufrido que incluyó la extracción de sus riñones. Nació posiblemente en Córdoba en la segunda mitad del siglo III en el seno de una familia ilustre y acaudalada. Era hijo de un patricio cordobés, de credo cristiano, que le bautizó y le educó en su religión. Fue uno entre los mártires cristianos cordobeses que fueron martirizados en 303 bajo la persecución del emperador Diocleciano. En aquel momento, Córdoba era la capital de la Hispania Ulterior, dentro del Imperio Romano, y constituía un importante centro político, económico y cultural.

               La referencia más antigua que existe de Zoilo está en el Himno IV del Peristephanon del poeta hispanorromano Aurelio Prudencio Clemente, redactado hacia el año 410, en el que se relacionan a casi treinta mártires, en su mayor parte españoles, bajo el título “Corduba Acisclum dabit, et Zoellum”. También se le cita en dos martirologios posteriores, el atribuido -erróneamente- a San Jerónimo, de la primera mitad del siglo VI, en el que aparece agrupado con otros veinte mártires, todos ellos citados como “Martyr, Cordubae in Hispania”; y el del monje Usuardo, que estuvo en Córdoba el año 858, de donde proceden los detalles legendarios de su vida y muerte. El Cerratense, del siglo XIII, enumera los prodigios de la traslación y los milagros conocidos de Zoilo, que han sido transcritos por el padre Enrique Flórez en su obra España Sagrada. El Breviario Mozárabe conserva un himno gótico que, glorificando a Zoilo, dice: “Martyrum nulli remanente vita, Contigit terris habitare nostris; Solus tu morti propriae superstes Vivis in Orbe”. Se conserva también una Passio muy tardía en la que se narran sus tormentos. Su nombre aparece también en la lista del Martirologio Romano descubierta en la iglesia de San Pedro de Roma en 1575 que especifica “Zoilo y compañeros mártires”. Estas fuentes y otras que la reinterpretan, como el Martirologio de Lyon, han contribuido a que se hable de Zoilo y sus compañeros o de los veinte mártires cordobeses sacrificados en la época de Diocleciano.


San Zoilo

San Zoilo, mártir cordobés, es considerado como el abogado contra las enfermedades de riñón debido al martirio sufrido en el año 303 que incluyó la extracción de sus riñones. Martirio de San Zoilo (siglo XVII). Pintura de la Escuela Manierista Española. Colección particular


               Durante el proceso de su martirio actúa el prefecto romano Daciano, un hombre decidido y enérgico, con poder para actuar en toda Hispania en nombre del emperador Diocleciano. Del Acta del Martirio se extrae que Zoilo mostraba continuamente en público sus creencias cristianas llevabas con orgullo y que iban contra la ley romana. Fue entonces acusado de superstitione christianitatis y conducido ante el juez, junto a otros cristianos, para que renegara de su religión. El juez decidió centrarse en Zoilo, al que se consideraba el más significado entre los detenidos por su ascendencia noble, para conseguir hacerle apostatar y que los demás le siguieran, pero se mantiene firme en su fe e, incluso, intenta evangelizar a su propio juzgador. A continuación, es sometido a diversas torturas sin que tenga algún efecto. Un verdugo procede, entonces, a extraerle los riñones para finalizar el martirio con la decapitación a manos del propio juez. Los restantes arrestados son también degollados. El juez dispone que sean todos enterrados entre los paganos para que sus cuerpos no puedan ser identificados. No obstante, más tarde, los cristianos logran recuperar el cuerpo del mártir Félix que es sepultado en un pequeño templo. Sobre el número y la identidad de los mártires sacrificados con Zoilo se han suscitado dudas por distintos autores. El padre Flórez señala un número de veinte que son: Crescente, Julián, Nemesio, Fratria, Primitivo, Justino, Statheo, Novaciano, Clemente, Marcelino, Zedino, Félix, Venusto, Marcelo, Itálica, Lello, Capitón, Tinno, Timarco (o Tusco) y Silvano. Sánchez de Feria añade además a Eugenio, sumando así los veintiunos señalados por el Martirologio Romano.

               Pasado el tiempo, se produjo el olvido del lugar donde se suponía que reposaban los cuerpos de estos mártires. El relato medieval de “Vita Beati Zoyli Martyris” cuenta que Zoilo recibió sepultura en el cementerio de los gentiles romanos, por su condición de noble. El mismo relato señala que en el año 613 un noble visigodo, llamado Agapio II, siendo obispo durante el reinado de Sisebuto, tuvo un sueño revelador del lugar donde se encontraban sus restos. Dirigiéndose al sitio indicado fue hallado allí el cuerpo del santo con su “ropa y camisa bañada de sangre” que son depositados inicialmente en la iglesia de San Félix y, después, en una nueva iglesia y monasterio erigida para la veneración del santo. De esta iglesia fue clérigo, ya en el siglo IX, el popular San Eulogio, martirizado por los musulmanes, del que se tiene constancia que envió algunas reliquias del santo al obispo Ubelesindo de Pamplona, donde aún se veneran.


San Zoilo

En la ermita dedicada a San Zoilo en Córdoba, levantada en el siglo XVII donde se cree que vivió el santo, se encuentra un pozo que la tradición cuenta fueron arrojados los riñones extraídos durante su martirio. Las aguas de este pozo son consideradas milagrosas por los devotos especialmente para la sanación de enfermedades renales


               En la iglesia de San Zoilo permanecieron sus restos hasta el siglo IX para ser luego trasladados a Carrión de los Condes en Palencia. Además de los huesos permanecía una camisa y un cíngulo manchados con la sangre del santo. Efectivamente, en 1070, los condes leoneses del linaje de los Banu Gómez, que antes habían sido aliados de Almanzor, le cobraron un favor al rey musulmán de Córdoba, ya entonces una taifa en declive, y consiguieron llevar a sus tierras las reliquias de San Zoilo, a las que se unieron las de San Félix y San Agapio por un deseo expreso de la condesa Doña Teresa, devota del santo cordobés. El hijo primogénito de los condes, Don Fernán Gómez, organizó el traslado de los restos de los santos desde Córdoba, en urnas de plata y piedras preciosas envuelta en ricas telas islámicas, hasta el monasterio benedictino de San Juan Bautista en Carrión de los Condes. A partir de entonces, este monasterio tomará el nombre del santo siendo declarado patrono de la villa castellana. También será elegido el patrono de las localidades de Morañega de Flores de Ávila (Ávila), Escalona del Prado (Segovia), Sansol (Navarra) y Sanzoles (Zamora). Existen también iglesias dedicadas al santo en Cáseda (Navarra) y Villadereras de Sayago (Zamora).

               En Córdoba existe una ermita, desde finales del XVII, que venera al santo. Esta ermita fue levantada en el lugar donde la tradición indica que estuvo la casa donde vivió Zoilo y donde se ubicaba el pozo al que se arrojaron los riñones extraídos durante su martirio. Para los creyentes, las aguas de este pozo son milagrosas especialmente para la sanación de enfermedades renales. Zoilo también da nombre a una de las campanas de la Catedral y, al menos, parte de sus reliquias se conservan en la capilla de los Santos Mártires de San Pedro, ya que no todas fueron trasladadas a Carrión de los Condes. En 1714 el monasterio palentino devolvió a Córdoba una reliquia autentificada del santo.


San Zoilo

Relicario de San Zoilo conservado en el Monasterio San Zoilo en Carrión de los Condes (Palencia). Los restos del santo fueron trasladados en 1070 de Córdoba a Carrión de los Condes a requerimiento de los condes de Banu Gómez


               La tradición devota a San Zoilo también destaca en Antequera (Málaga). La que hoy es Iglesia de San Francisco, y antaño de San Zoilo, tuvo su inicio cuando los Reyes Católicos, Isabel y Fernando, pasando por esta ciudad en 1492 procedentes de Málaga decidieron detenerse en su camino para que su hijo Don Juan, que se encontraba enfermo de una dolencia renal acompañada de fiebre, pudiera recuperarse. Una vez aquí, le fue sugerido que se encomendase a San Zoilo, que era considerado protector y sanador de las enfermedades renales. Después de las rogativas que se hicieron al santo, se produjo una cierta mejoría de la enfermedad del príncipe, por lo que Don Juan decide en su testamento en 1497 hacer una dote económica para que se levante un convento e iglesia, en donde ya existía una ermita, en honor de la advocación del santo.

               Los atributos del santo son la espada de su martirio y, en ocasiones, los otros instrumentos de su tortura como los azotes o los garfios de hierro. Se representa en la iconografía como un adolescente con túnica corta y una corona de laurel o de flores que a veces le coloca un ángel sobre las sienes. En pinturas del siglo XVI se detalla el momento de la extracción renal durante su martirio como las existentes en la sacristía de la iglesia de la Magdalena del monasterio de San Zoilo en Carrión de los Condes, en el retablo de la capilla Antigua de Nuestra Señora de la Concepción en la catedral de Córdoba y en el retablo de la iglesia de San Nicolás de Plasencia. Su festividad se celebra el día 27 de junio.

 

San Fiacro, protector de las enfermedades venéreas

               Fiacro nació cerca del año 607 en Connacht, ciudad irlandesa del condado de Kilkenny. Se cuenta que era hijo primogénito del rey de Escocia pero no existen fuentes suficientes para poderlo confirmar, aunque se sabe con certeza que descendía de una familia noble y adinerada. Desde muy joven mostró poco interés por los bienes terrenales y la vida cómoda que le ofrecía su familia. Más bien al contrario, se sintió atraído por la vida contemplativa y austera. Sus padres decidieron entonces enviarlo a la escuela del monasterio de Kilcoony, a orillas del lago Orbsen. Allí pasaba mucho tiempo en la huerta dedicada a las plantas comestibles y medicinales, cultivándolas y estudiando sus efectos. Sus preparaciones farmacéuticas con estas plantas fueron reconocidas y atrajeron a muchos admiradores. Tras la muerte de su padre decidió ordenarse sacerdote y su primera iniciativa fue construir una ermita en Kilfiachra, a unos cinco kilómetros al sur de Kilkenny. Vivió allí durante muchos años llevando una vida de recogimiento pero, a su vez, atendiendo las visitas de muchos feligreses enfermos atraídos por sus conocimientos en fitoterapia. Renunciando a la herencia familiar decidió marchar a Francia con su hermana Sira y unos discípulos. Se estableció en Meaux, en la región de Brie, no lejos de París, donde fue acogido en el hospicio de peregrinos. Por esta localidad pasaba una vía galo-romana que era muy frecuentada por los peregrinos anglosajones. Una vez llegado a Meaux, guardó silencio sobre sus nobles orígenes que finalmente fueron revelados por un pariente.


San Fiacro

San Fiacro, santo eremita irlandés, que se estableció en Meaux (Francia) a principios del siglo VII, es venerado como protector de las enfermedades venéreas. San Fiacro en una vidriera del siglo XIX. Iglesia de Notre-Dame, Bar-le-Duc (Francia)


               Decidido a llevar una vida eremita, se puso en contacto con Faron, el obispo de la diócesis de Brie, que le propuso crear un monasterio en una tierra fértil llamada Breuil, situada a unos seis kilómetros al sureste de Meaux, no lejos de las orillas del río Marne. Con sus discípulos construyó allí un oratorio en honor a la Virgen María y luego un monasterio. En este lugar Fiacro estaba consagrado a la oración y las laborares agrarias con el cultivo de alimentos y hierbas medicinales. Su fama de santidad se extendió rápidamente acudiendo al monasterio feligreses de todas partes y de todas las clases sociales para pedirle su bendición, protección y consejo, y algunos con el deseo de convertirse en sus discípulos. Sus cultivos servían para el sustento de estos peregrinos y muy frecuentemente para el alivio de sus enfermedades. Para una mejor atención de estos visitantes decidió construir un hospicio para su acogimiento temporal que sirviera no solamente para el descanso después del viaje sino para la cura de sus dolencias. Fiacro, entonces, solicitó al obispo Faron que le concediera un terreno de mayor extensión para ampliar los cultivos de la huerta, plantar árboles frutales y nuevas hierbas medicinales. Fiacro asentaba que muchas enfermedades se producían por una mala alimentación y, por ello, su empeño de ofrecer a los pelegrinos los productos del campo que cultivaba. Por esta razón sería designado como el patrono de los jardineros y hortelanos. La santidad de Fiacro siguió en aumento convirtiéndose el monasterio en un famoso lugar de peregrinación que, con el transcurrir del tiempo, se acabaría transformando en el santuario de St Fiacre-sur-Marne.


San Fiacro

Según la leyenda una mujer llamada Becnaude acusó a Friaco de sortilegio. Una vez probada su santidad, Fiacro decretó entonces la prohibición de la entrada de las mujeres en el monasterio de Meaux. Por este motivo acabaría siendo invocado para la curación de enfermedades venéreas. San Fiacro y Becnaude. Miniatura de Lieven van Lathem (1469). Libro de Oraciones de Carlos El Temerario. Getty Museun, Los Angeles


               Cuenta la leyenda que una mujer llamada Becnaude acusó a Friaco de sortilegio. Para probar su fe cristiana, el obispo Faron decidió someterle a una curiosa prueba consistente en que debía esperar el juicio de Dios sentado en una gran piedra situada frente a la iglesia. En esta posición permaneció varios días hasta que el obispo se convenció de su inocencia. Se dice que, marcado por este incidente, Fiacro decretó la prohibición de que las mujeres pudieran entrar en el monasterio. Por este motivo acabaría siendo invocado para la curación de enfermedades venéreas y como protector de los enfermos de sífilis, en la errónea convicción de que estas afecciones solo eran de transmisión heterosexual. Asimismo, se le considera el santo protector de los enfermos de hemorroides por la divulgación de la leyenda de que aquellos que se sentasen sobre la piedra de la prueba de Falon habrían de curar de esta enfermedad. En 1689, el obispo de Meaux, Bossuet, oró ante la tumba de San Fiacre para pedir el restablecimiento de Luis XIV durante la famosa intervención de fístula anal Y parece que también llevaron alguna reliquia del santo a París para conseguir alivio de las hemorroides que padecía el cardenal Richelieu.


San Fiacro

Para probar la fe cristiana de Fiacro, el obispo Faron decidió someterle a la prueba de esperar el juicio de Dios sentado en una gran piedra situada frente a la iglesia, posición en la permaneció varios días hasta que el obispo se convenció de su inocencia. Asiento de piedra y tumba de Saint Fiacro en la iglesia de Saint-Fiacro, Seine-et-Marne (Francia)


               El culto a San Fiacro llegó a estar fuertemente desarrollado no solo en Francia, Bélgica, Países Bajos, Luxemburgo, Irlanda y Renania, sino también en España y Reino Unido. Falleció el 30 de agosto de 670, y este día se celebra su festividad. Sus restos mortales se conservaron en la capilla del monasterio de Breuil. En 1234, el entonces obispo trasladó los huesos a un nuevo santuario. En 1479 uno de sus brazos fue depositado en un relicario de plata para ser trasladado a la catedral de Meaux, se supone que para ponerlo a salvo de los calvinistas iconoclastas durante las guerras de religión en Francia.

 

 

Bibliografía recomendada

- De la Torre J. Los santos y la enfermedad. Madrid: PPC España; 2019.

- Domínguez Freire F. El martirio de San Zoilo, una cuestión urológica. Historia y desarrollo de su tradición. Actas Urol Esp. 2016;40(5):317-321.

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- Flórez E. España Sagrada. Vol. 10. Madrid: Oficina de Antonio Marín; 1753.

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- Schwarzburger MI, Moll FH, Söhner F. Heilige und die Urologie. Für jede krankheit den richtigen heiligen. Urologe A. 2021;60:361–367.

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Cómo citar este artículo:

Lancina Martín JA. Santos protectores de las enfermedades de riñón, vías urinarias y venéreas en la iglesia cristiana: San Liborio. San Zoilo. San Fiacro [Internet]. Urología e Historia de la Medicina. 2022 [citado el día/mes/año]. Disponible en: https://drlancina.blogspot.com/2022/04/santos-protectores-rinon-orina.html

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