La circuncisión neonatal comenzó a realizarse desde los inicios del siglo XX, fundamentalmente en familias acomodadas de los países anglosajones, aludiendo a razones higiénicas y médicas para prevención de determinadas enfermedades. Si bien esta práctica alcanzó más auge en EEUU también fue practicada ampliamente en el Reino Unido donde hasta un 20% de los niños recién nacidos de clases altas eran circuncidados en la década de 1950. Pero este proceder fue perdiendo popularidad en las familias británicas de forma progresiva desde los años 70 al considerarse un procedimiento innecesario, cuyos riesgos superaban a los pretendidos beneficios. Al hilo de estas tendencias surgidas en la sociedad inglesa durante el pasado siglo, las razones de la realeza británica para circuncidar a los hijos varones deben ser consideradas como producto de una decisión propiamente personal sin que obedezca a significados profundos, religiosos o a ritos arcaicos, sino basada en criterios exclusivamente higiénicos y médicos. No cabe interpretar, por tanto, ningún tipo de vínculo de la monarquía inglesa con la religión judía. Según el diario The Telegraph la circuncisión en la Casa Real británica “es una de las rarezas de la familia real, compartida por la mayoría de las clases altas inglesas, que durante muchas generaciones han circuncidado a sus hijos varones” y el hecho de que se utilice habitualmente un mohel para su realización, según este diario, no se debe ser atribuido a motivos religiosos.
La versión de la tradición de la circuncisión en la familia real introducida por la reina Victoria
La atribución a la reina Victoria como introductora de la supuesta tradición de la circuncisión en la familia real británica ha sido la versión más extendida a lo largo del tiempo. Los autores más destacados que defienden este origen son Shalom Goldman y Brian J. Morris. Goldman, profesor de Religión en Middlebury College de Vermont, en su publicación de 2004 God's Sacred Tongue afirma que existe “una conexión biológica entre la realeza inglesa y la antigua realeza davídica. La reina Victoria parece haber suscrito esta teoría davídica e hizo circuncidar a sus hijos varones con el ritual judío de la circuncisión mediado un mohel. Tanto Eduardo VII, el duque de Windsor, como Carlos, el actual Príncipe de Gales, fueron circuncidados por un conocido médico y mohel londinense, el Dr. Jacob Snowman”.
Esta afirmación de Goldman está basada en el artículo The circumscision decision publicado en 1997 por Edgar J. Schoen en la popular revista judía Moment Magazine. Schoen, un pediatra judío estadounidense ferviente partidario de la circuncisión en el periodo neonatal, mantenía que “La reina Victoria, estaba convencida de que la familia real británica era descendiente del rey David” y en un artículo posterior de 2005 lamenta que la tradición británica hubiera llegado a su fin con el nacimiento de los príncipes Guillermo y Harry señalando que “Parece que desde la época de la reina Victoria todos los varones de la familia real británica fueron circuncidados poco después de nacer. De acuerdo con esta tradición, la circuncisión del infante príncipe Carlos fue llevada a cabo en el Palacio de Buckingham por el Dr. Jacob Snowman, un conocido médico londinense, que no solo era cirujano, sino también judío ortodoxo y mohel, un circuncidador religioso. Pero la nueva pareja real decidió poner fin a esta práctica tradicional de la circuncisión, y sus dos hijos, los príncipes Guillermo y Harry, quedaron incircuncisos”.
Schoen refiere que obtuvo esta información a través de una conversación personal con el doctor Morris Sifman, médico y mohel de la comunidad judía ortodoxa de Londres, reconocido como sucesor de Snowman. Según confiesa Schoen “Aunque Sifman no mencionó haber sido llamado por la realeza, conocía bien a Snowman. Éste le había dicho que antes del príncipe Carlos había circuncidado a otros miembros menos prominentes de la familia real y a otros hombres de la nobleza, y que estaba al tanto de mohels antes que él, que también habían circuncidado a miembros de la familia real. Snowman sostenía que esta práctica se remontaba a la época de la reina Victoria, que fue más o menos la época en que la circuncisión de los recién nacidos comenzó a practicarse también en los Estados Unidos, principalmente entre las clases altas”. Por tanto, Schoen admite no tener referencias consistentes para defender sus propias afirmaciones y pone en cuestión que un erudito como Goldman cite a una fuente tan poco fiable para una publicación académica.
Brian J. Morris, profesor de Biología Molecular en la Universidad de Sydney, en 2013 mantiene de manera similar en su sitio web Circumcision: An evidence-based appraisal que “La familia real británica y las clases altas son circuncidadas (…) La reina Victoria creía que su familia descendía del rey David (del Antiguo Testamento bíblico) por lo que se decidió hacer la circuncisión a los descendientes”. Sus fuentes parecen ser el mencionado artículo de Schoen y el libro publicado en 1995 por el rabí Alfred Kolatch quien afirma que “En Inglaterra, la Casa Real tiene una larga tradición, que se remonta a la reina Victoria (1837-1901), que exige que todos los niños varones sean circuncidados por el mohel judío de Londres. La tradición no se ha seguido en las últimas décadas, y los miembros más jóvenes de la realeza británica no han sido circuncidados”. Kolatch, sin embargo, no hace ninguna referencia sobre el linaje davídico como fundamento para seguir la práctica. De nuevo existen notables carencias de fuentes fiables, pero debido a la amplia distribución que tuvo este libro se facilitó la difusión del mensaje.
A pesar de todas estas afirmaciones, al día de hoy, no existe una evidencia documental fehaciente que soporte la aprobación de la reina Victoria sobre un origen judío en el linaje de la monarquía británica y que adoptase la práctica de la circuncisión en sus hijos. Por otra parte, los escritos de autores judíos que comenzaron a difundir un posible linaje davídico de la monarquía fueron publicados mucho tiempo después de los años fértiles de la reina Victoria cuando todos sus hijos varones estaban ya fuera de su tutela. Por tanto, la conclusión más convincente es admitir que la reina no suscribió el mito y, en consecuencia, no circuncidó a sus hijos.
Otra versión menos difundida defiende que la reina Victoria adoptó la práctica de la circuncisión por recomendación de su médico consultor con fines higiénicos y profiláctico de enfermedades. Este relato tiene, si acaso, mayor verosimilitud, pero tampoco tiene base en fuentes fidedignas. Esta versión fue incluida por las autoras estadounidenses Sandy Jones y Marcie Jones en la publicación de un manual sobre el embarazo publicado en 2004, en donde afirman que “La circuncisión era desconocida para los cristianos en Europa o América hasta después de 1841, cuando el médico de la reina Victoria (que había viajado por África y Oriente Medio) le aconsejó que circuncidara al recién nacido príncipe Eduardo. Victoria aceptó y quedó satisfecha con los resultados, y así la familia real británica ha mantenido la tradición desde entonces”. El médico consultor a que se refieren estas autoras posiblemente sea James Clark, que se convirtió en el médico personal de la reina tras su ascenso al trono. No obstante, no se tiene constancia que el Dr. Clark hubiera viajado a África o al Medio Oriente, y no hay ningún dato que avale que fuera un firme defensor de la circuncisión en neonatos.
La otra versión de la introducción de la circuncisión en la familia real por el rey Jorge I y los hannoverianos
Una versión más reciente sobre esta pretendida tradición comienza a ser difundida en el año 2013, con ocasión del nacimiento del príncipe Guillermo, y según la cual fue introducida por el rey Jorge I a su llegada desde Hannover en 1714. En un artículo del periódico Jerusalem Post, escrito por Weiniger, se afirma que “Desde la época del rey Jorge I (1660-1727), los miembros varones recién nacidos de la Casa Real de Inglaterra han sido circuncidados ritualmente (…) A la reina Victoria, conocida por su sentimiento más mojigato, ciertamente no le hacía gracia el prepucio e hizo circuncidar a toda su descendencia masculina”. Nuevamente no se dan citas que avalen estas informaciones y tampoco queda aclarado si la dinastía hannoveriana ya practicaba la circuncisión en Alemania o si la tradición comenzó desde el momento de su llegada a Inglaterra.
En un artículo previo publicado en 2012 en el periódico israelí Haaretz se afirmaba que el príncipe Carlos había sido circuncidado por el Dr Snowman, para continuar relatando que “el hecho de que el delicado acto fuera realizado a los príncipes reales por un practicante judío, una costumbre que se remonta a Jorge I, quien lo trajo de su Hannover natal, ha sido durante mucho tiempo una fuente de orgullo dentro de la comunidad local”. La fuente aparente de esta información se centra en el profesor de Historia y periodista británico Geoffrey Alderman, quien, según revela el artículo, también fue circuncidado por el Dr Snowman, aunque tampoco pudo aportar una fuente académica o histórica de suficiente aval. En contra de esta versión estaría la circunstancia del estatus marginal y a menudo despreciado de los judíos en Europa central hasta su emancipación en el siglo XIX, pareciendo poco creíble que a un mohel o médico judío se le hubiera permitido imponer la marca distintiva de la identidad judía a cualquier cristiano, y mucho menos a los miembros de una casa real; y si se tratara de una práctica tradicional entre los hannoverianos, era de esperar que tal circunstancia estuviera mejor documentada.
En una vuelta de tuerca sobre el asunto, en ese mismo año de 2012 un artículo del diario London Evening Standard relacionó el origen hannoveriano con el linaje davídico de la reina Victoria como si fueran parte de la misma historia, relatando que “La llamada tradición solo se remonta a Jorge I, quien importó la costumbre de su Hannover natal. La reina Victoria, convencida de que la familia real británica era descendiente del rey David, hizo circuncidar a todos sus descendientes varones. La tradición continuó a través de Eduardo VII, el duque de Windsor y el príncipe Carlos, quien fue circuncidado por el rabino Jacob Snowman en el Palacio de Buckingham en 1948. Sus hermanos Andrés y Eduardo también fueron circuncidados”. De nuevo, estas afirmaciones carecían de fuentes solventes y fidedignas.
Evolución histórica del movimiento político-religioso de los israelitas británicos a favor de un origen judío de la raza británica
Desde tiempo atrás surgieron controvertidos ideólogos que dieron lugar al nacimiento de un movimiento político-religioso organizado por israelitas británicos en un intento de demostrar que la raza británica era descendiente de las diez tribus perdidas de Israel. En 1794, Richard Brothers en su obra A Revealed knowledge of the prophecies and times afirmaba que las tribus perdidas de Israel habían encontrado su camino a Gran Bretaña, y que él mismo era descendiente directo del bíblico rey David, a través de Jacobo I. Brothers fue seguido por numerosos simpatizantes, tanto o más extravagantes, que adoptaron muchas prácticas rituales del Antiguo Testamento, incluida la circuncisión obligatoria de los conversos y los niños.
No obstante, el texto que los israelitas británicos consideran como su documento fundacional fue Our israelitish origin, escrito por John Wilson en 1840. Este texto tuvo mucha difusión y, aunque no hace mención de las observancias rituales como la circuncisión ni tampoco hace ninguna referencia de que la monarquía británica tenga alguna descendencia directa del rey David, defiende que los sajones son descendientes de las tribus perdidas de Israel a través de ciertos pueblos escitas que habían llegado al noroeste de Europa. Esta aseveración fue ratificada en 1861 por Frederick Glover en su libro England, the remnant of Judah and the Israel of Ephraim y, más tarde, en 1871 por Edward Hine en su popular libro Twenty-seven identifications of the english nation with the lost house of Israel.
Sin embargo, no fue hasta el año 1877 cuando el mito tomó su punto final en el cuadro genealógico elaborado por J. C. Stevens que muestra la conexión entre la Casa de David y la Familia Real de Gran Bretaña. Estos textos sirvieron de base para la formación de un movimiento organizado por parte de los israelitas británicos con la constitución de boletines, oficinas, reuniones y sucursales en otros países anglosajones, incluyendo EEUU. No obstante, aunque el judaísmo británico tenía un gran número de seguidores a finales del siglo XIX y principios del XX, el movimiento nunca fue considerado relevante, la clase política lo despreciaba y la Iglesia anglicana lo condenó como un movimiento errado e incluso herético. Todos los intentos de querer vincular la corona británica con el judaísmo y los ritos judíos no tienen ningún fundamento histórico y, por tanto, la decisión sobre circuncidar a sus herederos debe ser considerada como privativa sin ninguna razón religiosa.
La circuncisión del rey Carlos III y su relación con la comunidad judía británica
Un factor determinante que pretende dar apoyo a los que defienden la existencia de la tradición de la circuncisión en los descendientes de la familia real británica se fundamenta en la más que posible circuncisión a la que fue sometido el actual monarca Carlos III a los pocos días de su nacimiento. La evidencia más conocida de este hecho está incluida en la respetada biografía del rey publicada por Anthony Holden en 1979, que no ha podido ser debidamente cuestionada, por lo que puede ser aceptada como un hecho realmente sucedido. Por tanto, si Carlos fue circuncidado, es posible que su abuelo, sus tíos abuelos Jorge VI y Eduardo VIII, y los otros hijos de Jorge V también lo fueran, y posiblemente algunos miembros menores de la realeza y aristócratas, según lo informado por el Dr. Sifman. También se afirma con frecuencia que los hermanos de Carlos, Andrés, nacido en 1960, y Eduardo, nacido en 1964, también fueron circuncidados; pero de ser así, no sería realizada por el Dr. Snowman ya que éste falleció en 1959.
La reina Isabel II con su esposo Felipe de Edimburgo y sus hijos Ana, Andrés, Eduardo y Carlos, príncipe de Gales, en el Palacio de Buckingham (1972) / Getty Images |
Se cuenta que al nacer el príncipe heredero Carlos, el 14 de noviembre de 1948, sus padres, la entonces princesa Isabel y Felipe Mountbatten, contrataron los servicios del reconocido médico rabino Jacob Snowman para circuncidar a su hijo recién nacido. La elección de Snowman por los príncipes estuvo determinada por razones exclusivamente de tipo médico, debido a su prestigio y mayor experiencia para realizar esta práctica, sin que mediara ninguna relación con un ritual propiamente judío y, al parecer, la princesa quedó muy satisfecha con los servicios del mohel.
El príncipe Carlos con la kipá en el momento de la toma de posesión de Ephraim Mirvis como Gran Rabino de la comunidad judía británica (2013) |
Se ha insistido con frecuencia en medios de opinión y de comunicación, fundamentalmente de ámbito judío, en la existencia de profundos vínculos entre el actual rey Carlos III con la comunidad judía británica. Esta vinculación pretende justificarse por la firme defensa de la cultura judía que ejerce el monarca actuando como patrocinador de varias instituciones y organizaciones benéficas judías. El rey siempre se ha pronunciado públicamente contra el antisemitismo, sobre la necesidad de no olvidar el Holocausto, y mostrando una especial relación de amistad con el pueblo hebreo. También cabe destacar las visitas que Carlos realizó a Israel por distintos motivos, mientras que su madre nunca lo había hecho. Por otra parte, mantuvo una fuerte amistad con el anterior Gran Rabino de Gran Bretaña, Jonathan Sacks, como ahora también tiene con Ephraim Mervis. Además, el rey Carlos III tiene su propia kipá personalizada de terciopelo azul que utiliza en cada evento judío al que asiste. Otro hecho significativo es que cada semana, en Shabat, en la mayoría de las sinagogas británicas los judíos de Gran Bretaña y de la Commonwealth rezan desde 1801 por el bienestar del monarca británico y sus parientes cercanos; un hecho que ha sido agradecido formalmente por el rey.
El príncipe Carlos dirigiendo un discurso a la comunidad judía en el Palacio de Buckingham con motivo de la celebración del Janucá (2019) |
No obstante, esta actitud del nuevo rey del Reino Unido en favor del pueblo judío debe enmarcarse dentro de un contexto más general en que como monarca busca la tolerancia, el respeto y la concordia con todas las religiones, sin que ello suponga una especial vinculación con la comunidad judía. Ya en 1994, el entonces príncipe Carlos dijo que sería un “defensor de todas las religiones”, destacando su deseo de reflejar la diversidad religiosa de Gran Bretaña con la pretensión de ser un verdadero “protector de la fe” y de la libertad de culto para el pueblo de su país.
La controversia sobre la posible circuncisión realizada a los hijos de Carlos III y a sus nietos
De forma recurrente, en diversos medios de comunicación, se ha mantenido que la pretendida tradición de realizar la circuncisión en los varones descendientes de la familia real británica se truncó con el nacimiento de los hijos de los entonces príncipes de Gales Carlos y Diana Spencer porque ésta se oponía a realizar la circuncisión a sus dos hijos. Sin embargo, esta afirmación parece que era infundada si nos atenemos a la referido en el libro de memorias En la sombra (Spare), escrito por el príncipe Harry y publicado en enero de 2023, en el que revela que "Circulaban innumerables historias en libros y periódicos (incluso en el New York Times) que afirmaban que Willy y yo no estábamos circuncidados (…) Todos ellos decían que nuestra madre lo había prohibido, (…) todas aquellas historias eran falsas. Me dieron el tijeretazo cuando era bebé".
El príncipe Carlos con su esposa Diana Spencer y sus hijos Guillermo y Harry (1988) / Getty Images |
Por tanto, Harry confirma que fue realmente sometido a la circuncisión cuando era un recién nacido, al igual que también su hermano Guillermo. Lo que el príncipe Harry no desvela es si él ha circuncidado a su hijo Archie o si con sus sobrinos George y Louis, hijos del príncipe Guillermo, se ha mantenido también la tradición. Algunos medios afirman que a George le fue practicada la circuncisión por el rabino jefe del Reino Unido, en la mayor intimidad y en presencia de la familia real, en la sala de recepción del Palacio de Buckingham. Se ha llegado a insinuar que debido al origen judío de Kate Middleton, tanto por su padre como por su madre, la princesa mostraría una mayor disposición para que sus dos hijos varones fueran circuncidados después del nacimiento. No obstante, al día de hoy, no se dispone de fuentes fiables que puedan sostener estas afirmaciones.
El mito de la tradición de la circuncisión en la familia real británica y la falta de pruebas en las versiones propuestas sobre su origen
A pesar de que no existan pruebas documentables consistentes que puedan sostener la existencia de una tradición en la práctica de la circuncisión a los descendientes varones de la monarquía británica, parece sorprendente el alto grado de credibilidad y de difusión que ha logrado alcanzar esta afirmación. Esta campaña divulgadora reúne todas las características propias de un mito debido a la falta de pruebas y estar basado en un origen incierto. Al no estar fundamentada en hechos probatorios, la narración es libre de seguir creciendo y mutarse según el parecer de sus numerosos divulgadores. La decisiva influencia que en la actualidad tienen los medios digitales y las redes sociales favorecen una mayor y más rápida difusión de estos mensajes. Posiblemente los factores que más influyeron para dar credibilidad a este mito fue el hecho cierto y documentado de la circuncisión en 1948 del actual rey Carlos III, pero también a los denodados esfuerzos de la comunidad judía británica para atribuir una pretendida ascendencia israelita para la etnia británica y un linaje davídico para la familia real.
El príncipe de Gales, Guillermo, y su esposa Kate Middleton con sus hijos Louis, George y Charlotte (2019) / Getty Images |
Por otra parte, la tendencia que por consejo médico comenzó a extenderse desde principios del siglo XX para la realización de la circuncisión neonatal por motivos de higiene y como preventivo para evitar enfermedades de transmisión sexual, cáncer de pene y otras patologías, tuvo bastante aceptación fundamentalmente en las familias de clase alta. En este contexto, es posible que los médicos de la corte recomendaran esta práctica a la familia real como un avance ofrecido por la medicina. Si con frecuencia se recurría a un mohel para ejecutar la intervención, no debe ser considerado por motivos religiosos sino por la confianza que transmitía seguir el método quirúrgico judío tradicional como más experimentado, seguro y ordenado que el que pudiera ofrecer un cirujano convencional. Eso podría explicar por qué en el palacio real se recurrió a Snowman. El mohel debió de quedar muy complacido con este patrocinio quien, lejos de mantenerlo en secreto, lo difundió entre sus allegados y conocidos. A medida que esta información se iba propagando a lo largo del tiempo, el mensaje se iba distorsionando. Después de la muerte de Snowman, en 1959, el relato fue publicado por primera vez por Alfred Kolatch en un libro publicado en 1981 concluyendo que la circuncisión de los miembros de la realeza formaba parte de "una larga tradición que requiere que todos los niños varones de la realeza sean circuncidados por el mohel judío de Londres". Unos años más tarde, coincidiendo con el nacimiento de los príncipes Guillermo y Harry, se toma la consideración, sin pruebas concluyentes, que la tradición se remonta a la reina Victoria y, para otros, desde la venida del rey Jorge I de Hannover a comienzos del siglo XVIII.
El príncipe Harry con su esposa Meghan Markle y sus hijos Archie y Lilibet (2021) / Foto de Alexi Lubomirski |
Sin embargo, toda esta crónica queda prácticamente confinada a los círculos de comunidades judías hasta la publicación del artículo de Edgar J. Schoen en 1997 en la revista Moment Magazine, y para un público más amplio en su libro On circumcision: Timely information for parents and professionals from America’s #1 expert on circumcision publicado en 2005. A partir de este momento, el mito se extendió rápidamente debido a la decisiva influencia de este pediatra judío, prolífico colaborador y publicista en revistas médicas, que se destacó como uno de los defensores más decididos en EEUU de la práctica de rutina de la circuncisión neonatal.
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Como citar este artículo:
Lancina Martín JA. La cuestionada tradición de la circuncisión neonatal en los descendientes varones de la familia real británica. 2024 [citado el día/mes/año]. Disponible en: https://drlancina.blogspot.com/2024/09/tradicion-circuncision-monarquia-britanica.html
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