Las autointervenciones que más frecuentemente han sido reportadas comprenden casos de apendicectomía, herniorrafia inguinal, amputaciones de dedos, exéresis de tumores cutáneos, extracción de cuerpos extraños, drenaje de abscesos, traqueotomía, cesárea, circuncisión y extracción de cálculos vesicales. Entre los pacientes con cálculos de vejiga operados por sí mismos han sido debidamente documentados unos doce casos. Los mejor conocidos son los de Jan de Doot, Claude Martin y Clever de Maldigny. Las técnicas utilizadas para conseguir la eliminación de los cálculos varían desde la litotomía, la litotricia o por manipulación a través de catéteres. Aunque históricamente han sido recogidos más casos, la insuficiente documentación y la falta de una mínima verificación no permite que puedan ser admitidos de forma rigurosa.
jueves, 19 de junio de 2025
Pacientes con cálculos de vejiga operados por sí mismos
sábado, 25 de enero de 2025
Circuncisión de Jesús: Fundamentos bíblicos. Reliquia del Santo Prepucio. Representación en el arte cristiano
La circuncisión representa un
distintivo incuestionable del pueblo judío desde tiempos remotos, constituyendo
uno de los principales rituales del judaísmo y una de sus celebraciones más
señaladas. Para muchos investigadores, este ritual tiene un origen bíblico como
un símbolo de la alianza que Dios estableció con el pueblo judío al ordenar la
circuncisión del patriarca Abraham y su descendencia según revela el Antiguo
Testamento. Con este pacto eterno, Abraham se compromete aceptar a Dios como la
deidad de su pueblo a cambio de recibir el derecho divino de la tierra
prometida como seña de ser el pueblo elegido. Al nacer Jesús como judío, en
cumplimiento de la ley mosaica se procedió a su circuncisión a los ocho días
posteriores a su nacimiento, momento en el que también se impuso su nombre de
acuerdo al ceremonial hebreo. Posteriormente, cuando se cumplieron los cuarenta
días de la purificación de la Virgen María, se produjo la presentación de Jesús
al Señor en el Templo de Jerusalén. El prepucio extirpado a Jesús, denominado
Santo Prepucio, ha formado parte de la leyenda de una de las muchas reliquias
asociadas con Cristo, a la que se le han atribuido propiedades milagrosas. A lo
largo del tiempo, diferentes abadías e iglesias de Europa han asegurado tenerlo
en su poder, lo que ha sido motivo de varias polémicas.
Aunque Jesús fue circuncidado, sus seguidores dejaron de realizar este ritual pocos años después de su muerte, sobre todo por los mensajes difundidos por el apóstol Pablo, quien no lo consideraba necesario para la conversión al cristianismo ni para conseguir la salvación. Para los cristianos, la circuncisión espiritual tomó lugar sobre la circuncisión física. En los primeros momentos de la iglesia cristiana, los judíos cristianizados se sentían como una continuación de la religión judaica, como parte integrante del pueblo de Israel, al contrario de los cristianos gentiles que no se identificaban con las costumbres hebreas y sentían rechazo de la imposición de la circuncisión a los varones. Para resolver esta problemática se convocó el Concilio de Jerusalén, sobre el año 48 d. C., del que salió aprobado el Decreto Apostólico que posibilitaba una completa apertura de la iglesia cristiana a los gentiles, quedando estos liberados de la obligación de tener que convertirse al judaísmo y de cumplir con la ley mosaica y, en consecuencia, de la imposición de la circuncisión. Desde entonces, este ritual dejó de practicarse en la mayor parte del mundo cristiano. En la actualidad, el cristianismo no requiere la circuncisión ni tampoco la prohíbe siendo reemplazado este ritual judío por el sacramento del bautismo como un símbolo de la nueva alianza con Dios. No obstante, las distintas iglesias cristianas no han mantenido una postura uniforme sobre esta cuestión. Mientras que la iglesia ortodoxa oriental la condena enérgicamente, se sigue manteniendo el ritual en antiguas iglesias cristianas como la ortodoxa copta de Egipto y la ortodoxa de Etiopía y Eritrea, y también en algunas iglesias africanas como la iglesia nomiya de Kenia y algunas facciones en Zambia y Malawi; pero en todas estas iglesias, esta ceremonia no tiene la consideración de una conversión al judaísmo.