jueves, 26 de septiembre de 2024

La cuestionada tradición de la circuncisión neonatal en los descendientes varones de la familia real británica

Monarquía británica
En las últimas décadas han aparecido continuas referencias en medios de comunicación y en el mundo digital especulando sobre la posible circuncisión realizada a los hijos varones de la familia real inglesa durante el periodo neonatal en relación con una supuesta tradición adquirida por la corona desde hace varias generaciones. Este debate alcanzó una gran intensidad con ocasión del nacimiento de Guillermo y Harry, hijos de los príncipes Carlos y Diana Spencer, en la década de los años 80 del siglo pasado. Más recientemente, con el nacimiento de George y Louis, hijos del actual príncipe heredero Guillermo y Kate Middleton, se ha vuelto a avivar la discusión sobre la existencia de esta posible tradición que para algunos proviene desde principios del siglo XVIII cuando el rey Jorge I la importó desde Hannover, lugar de su nacimiento. Sin embargo, el argumento más extendido sobre el origen de esta tradición la sitúa en el siglo XIX porque, al parecer, la reina Victoria estaba convencida que la familia real inglesa era descendiente directa del rey David de Israel. Es así como la reina decidió circuncidar a todos los varones de la familia real, hijos y nietos, siguiendo la costumbre ritual judía. Algunos autores mantienen que desde la época victoriana todos los miembros masculinos de la familia real han sido circuncidados. No obstante, se ha puesto en cuestión si a los hijos del actual rey del Reino Unido, como también a los hijos del actual príncipe de Gales, se le ha practicado este ritual alegando una posible oposición a seguir esta tradición por parte de sus padres.

La circuncisión neonatal comenzó a realizarse desde los inicios del siglo XX, fundamentalmente en familias acomodadas de los países anglosajones, aludiendo a razones higiénicas y médicas para prevención de determinadas enfermedades. Si bien esta práctica alcanzó más auge en EEUU también fue practicada ampliamente en el Reino Unido donde hasta un 20% de los niños recién nacidos de clases altas eran circuncidados en la década de 1950. Pero este proceder fue perdiendo popularidad en las familias británicas de forma progresiva desde los años 70 al considerarse un procedimiento innecesario, cuyos riesgos superaban a los pretendidos beneficios. Al hilo de estas tendencias surgidas en la sociedad inglesa durante el pasado siglo, las razones de la realeza británica para circuncidar a los hijos varones deben ser consideradas como producto de una decisión propiamente personal sin que obedezca a significados profundos, religiosos o a ritos arcaicos, sino basada en criterios exclusivamente higiénicos y médicos. No cabe interpretar, por tanto, ningún tipo de vínculo de la monarquía inglesa con la religión judía. Según el diario The Telegraph la circuncisión en la Casa Real británica “es una de las rarezas de la familia real, compartida por la mayoría de las clases altas inglesas, que durante muchas generaciones han circuncidado a sus hijos varones” y el hecho de que se utilice habitualmente un mohel para su realización, según este diario, no se debe ser atribuido a motivos religiosos.